Lo que debo de entender cuando no entiendo algo
En situaciones donde me he preguntado: “¿por qué tengo que pasar por esto?” he aprendido algo muy valioso.
Soy una persona que tiende a preguntarse el “por qué” de cualquier cosa y de todo – ¡a veces hasta me siento como una niña de dos años! Esto también significa que de vez en cuando cuestiono el “por qué” me pasan las cosas. “¿Por qué tengo que pasar por esta o aquella situación?” Pero cuando entro en estas circunstancias particularmente he aprendido algo muy valioso.
Como ser humano carezco de visión. Entiendo las cosas desde de mi perspectiva y con lo que tiene sentido para mí. Pinto completamente las situaciones a través desde mi propio punto de vista.
Si me enfrento con circunstancias externas que no logro entender: como una enfermedad, dificultades financieras, un mal entendido o rechazo, la pérdida de un ser querido, etc… No puedo ignorar simplemente estas cosas, “ser feliz y actuar como si nada pasara” todo el tiempo. ¡Pero puedo entender que Dios tiene estas situaciones perfectamente en Sus manos y quiere que aprenda algo de ellas!
Todo pasa por una razón
Dios sabe todas las cosas y entiende todo perfecta y completamente, desde cualquier ángulo. Él entiende los pensamientos y las intenciones de los corazones de todas las personas. Él me creó y sabe con exactitud mi manera de ser como persona. “Tú… has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.” Salmos 139 1-24. Dios sabe que tengo una carne en la que no mora nada bueno. Sin embargo, aún Él sabiendo todo esto de mí, me ha llamado a una vida en constante desarrollo en la santificación. Y esta santificación solo puede suceder si entiendo que debo usar mis circunstancias para este propósito.
De poco a poco, Dios me muestra las áreas donde las cosas no son aún como deberían de ser; donde las cosas necesitan cambiar. Incluso cuando no entiendo el “por qué”, Dios utiliza mis situaciones para ayudarme a ver mi verdadera naturaleza. Realmente necesito “humillarme” para admitir la verdad sobre mí misma. Pero cuando la admito – y amo la verdad – entonces Dios puede hacer una obra en mi vida.
Podría desear que mis situaciones fueran diferentes, pero a medida que pasa el tiempo y progreso en este desarrollo, empiezo a ver y a comprender cada vez más cuáles son las intenciones que tiene Dios. Tal vez una situación que me pareció “difícil” en su momento, en realidad me llevó a una necesidad más grande y a una relación más cercana o a depender solamente de Dios. O tal vez encontré algo malo en mí misma que hizo que “se alargaran” las situaciones” – como la preocupación o el orgullo. Si veo estas cosas entonces tengo la oportunidad de vencerlas y ser transformada.
Necesito ser como Jesús
Jesús vino a la tierra porque anhelaba tener hermanos y hermanas. (Romanos 8:29; Juan 20:17; Hebreos 2:12) O también, otra metáfora lo describe como Su “esposa.” (Apocalipsis 19:7-9; 2 Corintios 11:2, Juan 3:29). Quería tener gente con la que pudiera compartir el reino de los cielos. (Romanos 8:16-17; 1 Juan 3:2). Para convertirme en un buen compañero para Él tengo que andar como Él anduvo. Lo que significa, que yo también tengo que humillarme y permitir que Dios trabaje a fondo conmigo de la misma manera que trabajó con Jesús durante Sus días aquí en la tierra. (Hebreos 5:7-9).
En términos prácticos, esto quiere decir que debo obedecer la Palabra de Dios de tal forma que se convierta en vida dentro de mí. Donde antes estaba plagada de cosas que no tenían nada que ver con el reino de Dios (pensamientos de preocupación, pensamientos impuros, egoísmo, orgullo, etc.), ahora avanzo hacia cosas que encajan perfectamente con el reino de Dios (fe, completo reposo en Dios, pureza absoluta, una lengua sin engaño o malicia, verdadera humildad, etc..). Jesús fue perfecto en todas las cosas, y para que yo pueda ser una esposa apropiada para Él, también necesito progresar en este camino. (Mateo 5:48; Hebreos 5:9).
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” Filipenses 3:12.
Dios me conoce tan detalladamente bien, que sabe exactamente las situaciones externas que se necesitan para que yo llegue a esa meta. ¡Él planea completa y perfectamente todas las cosas; exactamente lo que yo necesito! (Romanos 8:28).
Fíate del Señor de todo tu corazón
Hay muchas situaciones en las que el ser una persona analista es algo bueno, sin embargo, cuando mi personalidad comienza a traerme pensamientos de intranquilidad y de duda, se vuelve claro que voy por el camino incorrecto.
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.” Proverbios 3:5. A menudo, este es el versículo en el que pienso cuando mi tendencia a pensar demasiado las cosas aparece. Cuando no logro entender algo, simplemente tengo que admitir que no lo sé. ¡Pero Dios lo sabe y Él tiene perfectamente todo en control! Dios puede ver todas las cosas, no es ciego, así que puedo estar en completo reposo porque Él entiende y guía todo. (Salmos 147:5; Isaías 55).
Dios conoce todos los “por qué” desde el principio, pero Él necesariamente tiene que trabajar conmigo poco a poco. Es tal como un Padre que enseña a su hijo. Un padre no le dice a un niño todo lo que necesita saber de una sola vez, eso sería un poco abrumador y no muy efectivo. Dependiendo cuando pueda soportar, Dios me va dando luz cada vez más sobre las cosas que debo cambiar en mi vida. Y si yo, me humillo a mí misma ante Su poderosa mano, siendo obediente a Su Palabra y a Su dirección en mi vida, entonces avanzo en el camino de la santificación. ¡Personalmente yo estoy muy entusiasmada con esta vida, y también muy emocionada de avanzar en este proceso y camino en una simple fidelidad!
“Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.” Isaías 64:8.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.