La razón de porque la transformación es la más gloriosa de las promesas de Dios
La parte más importante del evangelio de Dios para con nosotros puede ser descrita en una palabra: transformación
El anhelo más grande de Dios para con nosotros es que podamos ser transformados de nuestra pecaminosa naturaleza humana, y recibamos parte de su gloriosa y perfecta naturaleza divina. Esto significa que nuestra propia naturaleza, nuestros pensamientos y nuestras inclinaciones puedan ser transformados. ¡Nosotros podemos pasar de ser por completo pecadores miserables a recipientes perfectos para la gloria y bondad de Dios! ¡No hay mayor regalo en toda la creación!
"… por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia." 2 Pedro 1:4.
El camino a la transformación
Cuesta algo ser transformado a la imagen de Jesucristo. Para participar de la naturaleza divina esto exige sacrificar mi vieja naturaleza. Por eso Jesús dice que "estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan." (Mateo 7:14) Esto es porque son pocos los que están dispuestos a renunciar a su vieja naturaleza humana.
Es imposible comenzar este proceso de transformación de toda la vida sin antes reconocer que mi naturaleza humana no tiene valor, es terrible y que está rancia de pecados. Tengo que tener este grito en mi corazón: "¡Miserable de mí!" (Romanos 7:24) Necesito sentir el dolor y la falta que viene al reconocer que no puedo servir a Dios en la condición que estoy. Mi naturaleza no puede "mejorar." Tengo que ser completamente una nueva creación. (Gálatas 6:15)
Y cuando he sido impregnado de esta pobreza de espíritu, cuando me he dado cuenta y reconocido que nada bueno mora en mí (Romanos 7:18), entonces estoy listo para comenzar a reemplazar mi vieja naturaleza por una nueva naturaleza; estoy listo para comenzar en este camino, y empezar realmente una vida de transformación.
Y Dios me mostrará este camino.
La transformación viene poco a poco a través de la "muerte" de mi vieja naturaleza pecaminosa. En las diversas situaciones que vienen durante el día, encuentro mi impaciencia, mis celos, mi rabia, mi egoísmo, mis deseos y mi orgullo que se muestra en mí. Al negar estos pensamientos y no dejarlos que obren y crezcan, los hace morir. (Colosenses 3:5) Yo los ofrezco a Dios y Él permite transformar esa parte de mí. Esto es un paso más en el camino angosto.
Así que cuando un pensamiento pecaminoso aparece, por ejemplo, cuando sé que hay una sensación de celos en mí, puedo negar el aceptarlo. ¡Negar a dejar que crezca! Los celos son tan diferentes de la naturaleza de Dios, ¡cómo la noche del día! Se requiere nada menos que un milagro para ser transformados de tales pensamientos pecaminosos a la naturaleza divina. ¡Yo clamo a Dios para que me salve de mis pecados, y oro para que Él me de la fuerza para hacerlos morir! Oro para que Él quiera transformarme.
El Espíritu Santo me da el poder para hacer morir el pensamiento pecaminoso. Y cuando este está muerto, Dios me da una pequeña parte de la naturaleza divina en su lugar. Voy a través del fuego y soy limpiado. Incluso en la situación aparentemente insignificante consigo parte de las promesas más preciosas, y recibo parte de la naturaleza divina, ¡vida eterna! Dios hace un milagro en mí. ¡Por una motivación para ser fiel!
"En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo." 1 Pedro 1:6-7.
Transformación diaria
Las oportunidades están ahí todos los días para que yo sea transformado. Y si no las encuentro ¡vivo en vano! Si no reconozco el pecado en mí y no lo mato, ¡entonces voy a través del día con el objetivo equivocado en mente!
La transformación es un acontecimiento diario, no es una especie de hechizo que Dios vaya a llevar a cabo en el futuro cuando sea mayor. Si yo soy la misma persona hoy en día como lo fue ayer, ¿Cómo puedo esperar ser un hombre transformado por completo al final de mi vida?
Quizás me doy cuenta que hoy no soy sustancialmente una persona muy diferente de lo que era ayer. A menudo son pocos cambios. Y es un largo camino por recorrer. Pero si no puedo ver mi transformación de un día a otro, entonces puedo ver una semana atrás. O un mes. O seis meses.
Y cuando veo que he llegado a ser más paciente, que me he vuelto más amoroso, y que me he vuelto más piadoso de lo que era antes, ¡me lleno de una gran cantidad de gozo! Cuando yo puedo ver mi vida y ver que realmente se ha vuelto más fácil para mí ser paciente ahora a causa de todas las veces que he llevado a la impaciencia a muerte. Estoy en un cambio. Estoy siendo transformado.
El glorioso objetivo final
El objetivo final de mi vida es ser transformado tanto como sea posible a la imagen de Cristo. Que sea lleno tanto como sea posible con naturaleza divina.
Así que cuando estoy con otras personas ellas experimentan solo alegría, paz, amor y paciencia que viene de mí. Jesús fue un hombre mientras estuvo aquí en la tierra, y fue tentado como cualquier otro hombre, pero él luchó contra el pecado y nunca cedió. Una transformación se llevó a cabo en él, y él pudo decir: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre." (Lucas 2:52, Juan 14:7 a 10, 1 Pedro 4:1)
Porque Jesús siempre obedeció a su padre, nunca sucumbió a algunas de las tendencias de su naturaleza humana, y durante toda su vida fueron todas sus reacciones divinas. Una feroz batalla contra el pecado pasó en el interior, pero la gente a su alrededor vio al Padre en Él.
¡También es mi objetivo! ¡Es mi deseo! ¡Es mi único deseo mientras esté aquí! También quiero decir: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre." También quiero llegar a la naturaleza divina.
Y por la gracia de Dios, esto es realmente posible
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.