Esta es la única manera de adquirir el fruto del Espíritu

Esta es la única manera de adquirir el fruto del Espíritu

Pista: La respuesta está en la palabra “Espíritu…”

"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley." 
Gálatas 5:22-23.

No con nuestra propia fuerza

Muchos cristianos, al convertirse y leer sobre el fruto del Espíritu al que están llamados intentan mejorar sus vidas para que surja más del fruto mencionado anteriormente. Trabajan y luchan en su propia fuerza para recibirlo, pero eso no los lleva muy lejos. Tal vez logran conseguir un poco más de amor, bondad o un poco más de paciencia, pero llega un momento en el que ya no pueden más, o donde simplemente "no pueden soportarlo."

El fruto del Espíritu es el fruto de la obra de Dios en nuestras vidas cuando somos obedientes al Espíritu Santo, y este produce "gozo y paz" (Romanos 15:13), "con toda humildad y mansedumbre.(Efesios 4:2) "Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad." Efesios 5:9  "… fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad…" Colosenses 1:11. Tal abundancia de fruto solo podemos alcanzarlo cuando somos fortalecidos con toda la fuerza por el poder del Espíritu Santo, no con nuestra propia fuerza, por eso se le conoce como el fruto del Espíritu.

Lectura adicional: ¿Qué es el fruto del Espíritu?

Cómo adquirir el fruto del Espíritu

Tenemos que nacer de nuevo, nacer del Espíritu, si queremos ver el reino de Dios, un reino que consiste en poder, justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Todo lo que podamos lograr con nuestra propia fuerza y determinación es muy poco comparado con lo que el Espíritu puede hacer. Las personas que nacen del Espíritu tienen Su poder trabajando en ellos para ser transformados. Ya no tienen que vivir de acuerdo a su naturaleza humana (su impaciencia, su orgullo, su falta de bondad y amabilidad, etc.) sino que tienen el poder del cielo disponible para ayudarles a vivir una vida agradable a Dios.

El fruto del Espíritu es lo contrario a las obras manifiestas de la carne. "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios". Gálatas 5:19-21.

El fruto del Espíritu, al contrario de las obras de la carne mencionadas anteriormente, se manifiesta en aquellos que andan conforme al Espíritu: "Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne." Gálatas 5:16. "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu." Gálatas 5:24-25. "Andar en el Espíritu" puede sonar un poco místico. ¿Cómo podemos andar en el Espíritu para que las obras de la carne ya no sean manifiestas en nuestras vidas y el fruto del Espíritu sea manifestado?

Lectura adicional: ¿Por qué necesito el fruto del Espíritu?

¿Cómo andar en el Espíritu?

Jesús dice en Juan 6:63 "Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida." Andar en el Espíritu es obedecer las palabras de Jesús, las cuales Él mismo las llama "espíritu" por el poder del Espíritu Santo. de tal forma que no sigamos satisfaciendo los deseos de la carne con sus pasiones y concupiscencias. ¡Tal vida es posible para cada cristiano por el poder del Espíritu Santo!

Está escrito en Romanos 8:13, "porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". A través de este verso entendemos que por el Espíritu hacemos morir las obras de la carne y no por nuestra propia fuerza. También leemos que no podemos seguir viviendo de acuerdo con la carne o moriremos. Tal compresión produce un temor divino entre nosotros, de modo que nos acercamos confiadamente al trono de la gracia, hallamos gracia y misericordia para socorrernos en el  oportuno socorro, el momento de la tentación.

También, podemos leer que nosotros somos los que debemos matar las obras de la carne por medio del Espíritu. Esta no es una obra que Dios ha ordenado que tenga lugar en nuestras vidas independientemente de nuestra voluntad y obediencia. Es una obra que debemos elegir y vivir conscientemente. Entonces el fruto del Espíritu surgirá en nuestras vidas, y experimentaremos una abundancia de vida cada vez mayor – la vida del Espíritu.

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.