¡Sé tú mismo!
A veces quisiera poder chasquear los dedos y en un instante ya no preocuparme de lo que los demás piensan de mí.
Cuando estuve en la secundaria y en la preparatoria, la gente siempre me decía: “Sé tú misma. Que no te afecte lo que los demás piensen de ti; sé cómo tú eres y todo irá bien.”
Eso sonó bastante bien, a veces quería solamente chasquear los dedos y en un instante ya no preocuparme de lo que mis compañeros y otras personas pensarán de mí, ni tampoco ser tan fácilmente influenciada por lo que decían. Pero por supuesto, así no fueron las cosas.
No puedes servir a dos señores
La verdad, es que necesito tomar una decisión firme de a quién quiero servir. No puedo servir a Dios y a la gente al mismo tiempo. “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Lucas 16. 13.
Digamos que estoy con un grupo de amigos y de repente empiezan a murmurar o simplemente empiezan a hablar de algo negativo… Yo sé lo que Dios quiere que haga: solamente hablar bien acerca de los otros y que esté agradecida por todo ¿Voy a elegir servirle a Él, o simplemente me voy a “dejar llevar por la corriente” porque “en realidad no es tan grave”? Es claro que, en situaciones como esta, esté versículo dice la verdad: no puedes servir a Dios y a la gente; es imposible.
A veces, estas decisiones de liberarse de servir a los hombres pueden ser difíciles, especialmente cuando involucra a personas muy cercanas o a mis seres queridos. En relación con esto, Jesús dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.” Mateo 10. 34-37.
Ninguna tolerancia al pecado
Jesús odio y se vengó del pecado, cuando dijo: “He venido para traer la espada”, se refería a que no tenía ninguna tolerancia hacia el pecado en su vida, a pesar de que las influencias vinieran de sus familiares y de amigos más cercanos.
Cuando pienso qué significa eso para mí, es claro que, si quiero servir y agradar a Dios, necesito entonces “cero tolerancia al pecado” en mi vida. No debo tomar parte en conversaciones llenas de murmuraciones, impurezas, chismes o negatividad. Tampoco puedo estar de acuerdo solo porque mis amigos me dicen que está bien y que no tiene nada de malo. Al contrario, la gente debería sentir que hay una “espada” en mi contra todo el pecado. Yo no estoy de acuerdo con el pecado y ¡me rehusó a pecar! Puede doler profundamente cuando tengo que sacrificar relaciones terrenales para poder guardarme puro. Pero tengo que tomar una decisión firme de a quién voy a servir, porque solo puedo servir a uno.
No hay una solución mágica
Por supuesto cuando tienes un amor profundo por amigos y familiares que han tomado otro camino, quieres que a ellos también les vaya bien. En tal caso puedo seguir el consejo que Pablo da a Timoteo “ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” 1 Timoteo 4. 16. Además también puedo mostrar amor, bondad y orar por ellos para que Dios les hable y les ayude a elegir el camino de servirle a Él.
Ahora que miro hacia atrás, quisiera haber podido entender ese buen consejo de: “Sé tú mismo”, qué es sinónimo de: “no te dejes fácilmente influenciar por las demás personas”. No, no puedes mágicamente chasquear los dedos y dejar de preocuparte de lo que los demás piensan de ti, pero lo que si puedes hacer es tomar una decisión firme de servir solamente a Dios y agradarle solo a Él. En cuanto tomas está decisión, todo el poder y la ayuda de Dios están disponibles para que puedas seguir eligiendo el bien en cada situación. Así que, si tú estás en un momento de decisión en tu vida, ora para que Dios te fortalezca y puedas estar firme y determinado para hacer el bien y vivir una vida consciente solamente para Él. Dios prometió que te irá bien, y si lo creemos, entonces entendemos que a pesar de que las cosas no cambiarán mágicamente, vamos a tener fuerza y poder para “pelear la buena batalla de la fe”, (1 Timoteo 6. 12) y para ser “más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8. 37).
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.