Lo que necesitas saber sobre la tentación
¿Es posible llegar a ser tentado sin darse cuenta? ¿Es posible pecar sin ser consciente de ello? ¿Qué significa ser tentado?
El ser tentado es cuando un pensamiento llega a tu mente y estás consciente de que si lo haces y actuas de acuerdo a ese impulso terminarás haciendo algo malo. Es entrar en un momento decisivo: ¿Voy a elegir pecar? o ¿voy a elegir vencer sobre el pecado? Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Una tentación es siempre algo consciente, y tú sabes perfectamente que si cedes a ese pensamiento cometerás pecado; harás lo que sabes que está mal. Es importante recordar que no puedes ser tentado sin que el pensamiento llegue primero a tu mente. ¡Ese pensamiento es la tentación, ¡no un pecado que hayas cometido!
¿Cómo responder a la tentación?
Tiene ver con tu actitud: ¿Qué prefieres? ¿Vivir eternamente con Jesús, o el momentáneo placer del pecado? Ten siempre esto en mente, y de esta manera nunca estarás de acuerdo con los pensamientos que lleguen a tu cabeza. Ve ante Dios en humildad y ora: “Dios, dame fuerza para estar firme y no rendirme. ¡Soy débil, pero tú eres fuerte! Dame gracia para vencer.” Tú no puedes vencer sin que Él te de Su fuerza; no puedes vencer sin la fuerza del Espíritu Santo. Necesitas de Su gracia para vencer, y Él sin lugar a duda, te dará el poder, “porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él.” 2 Crónicas 16:9. No puedes evitar que una tentación llegue a tu mente, pero puedes rechazarla y detenerla para que no entre y afecte tu espíritu.
Incluso cuando la tentación sea larga y dure mucho tiempo; cuando hay algo en ti que lucha por su vida y desea lo contrario a la voluntad de Dios, es tu carne que trata de imponerse. Se puede sentir como si la tentación viniera una y otra vez, pero es importante entender que mientras estés luchando, no estás pecando. Si conscientemente estás diciendo: "¡No, no voy a ceder a lo que soy tentado!; "¡No me voy a enojar!", "¡No voy a tener envidia!", "¡No permitiré pensamientos impuros!", ¡entonces no estás pecando! No importa cuánto dure la tentación.
¡Viviendo en victoria!
¡Esto es vivir en victoria! Es una batalla muy consciente, y el pecado morirá, y cuando muere, está realmente muerto. Tienes que entender que si se presenta una nueva tentación, es algo nuevo contra lo que debes luchar, no es una tentación del pasado que regresó de la muerte, ¡no! es un nuevo enemigo, es una nueva batalla, y de nueva cuenta, puedes resistir hasta que el enemigo muera.
Nunca te tomes tiempo para pensar: "¿Lo hago o no lo hago?" "¿Hasta qué punto estará mal?" "¿Está realmente tan mal?" etc… Pensamientos como estos demuestran que no te tomas con seriedad las cosas y no te interesa vencer sobre el pecado, además, con esta actitud, tarde o temprano vas a ceder al pecado. Le permites a Satanás hablarte al oído. De inmediato y sin ninguna duda tienes que decir: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!” y entonces él huirá de ti. Usa la Palabra de Dios en contra de él y di: “Escrito está…" tal como nos enseño Jesús. Satanás no tiene ningún poder ante la palabra de Dios. (Mateo 4:4-10).
Es completamente posible vivir una vida pura y en victoria todos los día, en todas las situaciones.
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¿Qué pasa si me doy cuenta de que algo es pecado pero hasta después de haberlo cometido?
Siempre vas a saber cuando eres tentado. No puedes ser tentado sin saberlo. Sin embargo, algunas de tus acciones, palabras y pensamientos pueden estar en contra de la voluntad de Dios sin que te des cuenta en ese momento; es esto lo que Pablo llama “las obras del cuerpo del pecado.” Por algo así, no puedes decir que fuiste tentado, ya que no estabas consciente de ello y no sabías que iba a ser pecado. No hay pues ninguna condenación por esto; no debes sentirte culpable o desanimado por dichas obras. (Romanos 7:25; Romanos 8:1) Pero esto no significa que no debes de hacer nada al respecto.
En Romanos 7:15-25 está escrito acerca de estos dos “Yo-soy.” Uno de los “yo” es tu carne, y el otro “yo” es tu espíritu, o tu decisión de servir a Dios. El "yo" que está en tu carne es el que comete estos pecados inconscientes. Puede que haya sido algo que dijiste, y después te diste cuenta que solo lo dijiste porque estabas molesto, o porque estabas buscando algo de honor. ¡Pero realmente no fuiste tú quien lo hizo, sino tu carne! Cuando te des cuenta de estas acciones, es de suma importancia que odies al pecado que salió de tu carne, te arrepientas ante Dios y pidas disculpas si es que lastimaste a alguien por lo que hiciste. De esta manera, estás conscientemente llevando a la muerte el pecado: mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (Romanos 8:13) También es importante estar preparado; decídete a estar más alerta la próxima vez que vengan situaciones parecidas. Resuelve tus asuntos y comprométete en hacerlo mejor la próxima vez.
Tienes que odiar el pecado
Es en realidad muy fácil. Cuando veas el pecado, odialo y vencelo, ya sea en el momento de tentación, o después de que lo hayas cometido. Mientras tu no estés de acuerdo o lo aceptes, no eres culpable. Porque mientras más pronto lo veas, más harás la voluntad de Dios, que es vencer sobre la tentación.
Tales situaciones te enseñan a estar más despierto. Te ayudan a aprender y a crecer. Es un camino por donde andar – el camino a través de la carne – y todas las situaciones con las que te enfrentes son para que seas cada vez más libre del pecado en tu carne. De esta manera llegas a entender y estás en armonía con Dios y Su voluntad en tu vida.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.