El cristiano verdaderamente libre

El cristiano verdaderamente libre

El Hijo nos ha hecho libres… pero, ¿para qué tenemos libertad?

Libertad en Cristo

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8:36.

¡A través de Su muerte en la cruz, Jesús nos liberó de la ley del pecado y de la muerte! (Romanos 8:2) ¡La libertad en Cristo es una gracia que no podemos comprender!

Eso incluye la libertad de tantas cosas que experimentamos aquí y ahora en nuestra vida diaria.

Libertad para no cometer pecado

Pecar, cometer pecado, es hacer lo que sabemos de antemano que está en contra de la Palabra y la voluntad de Dios. En Juan 8: 31-36 queda perfectamente claro que tenemos plena libertad para elegir no ceder cuando somos tentados a pecar.

"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.  Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”

¡Esta es la verdadera libertad!

Libertad de Satanás

Tenemos la libertad de ya no ser atormentados por Satanás, no tenemos que escuchar sus mentiras y acusaciones sobre todo tipo de cosas. Somos libres de resistirlo y aplastarlo por debajo de nuestros pies. (Romanos 16:20) Cuando trata de hacer que lo escuchemos a él, podemos decirle: "¡No! ¡Yo fui comprado a un precio, y soy de Cristo y no tendré nada que ver contigo!" ¡Gloria a Dios porque tenemos esta libertad!

Libertad para respetar la conciencia de los demás

Tenemos libertad para dejar que otros sean libres. No debe haber demanda alguna sobre cómo deberían ser las personas o qué deberían hacer. Cada individuo tiene la libertad de seguir su propia conciencia y de ser obediente a la dirección del Espíritu en su propia vida. Yo podría en una buena conciencia hacer algo que no sea de libertad para otra persona, y viceversa. Si forzamos a los demás hacer lo que nuestra conciencia dice, podemos imponerles cargas pesadas. Todos tienen el derecho indiscutible de seguir su propia conciencia y debemos respetar eso. La conciencia también es fluida, cambia y se actualiza a la medida que Dios nos va iluminando sobre diferentes cosas. Él nos muestra a cada uno la verdad, a tal medida que podamos recibirla y soportarla.

Libertad para cambiar

¡No tenemos que seguir siendo la misma persona que hemos sido siempre! Dios nos ha dado  una personalidad a cada uno, con dones y talentos. Pero dentro de lo que nos ha dado, encontramos nuestros límites –de que lo que hacemos a menudo está contaminado al buscar honor, orgullo y otros pecados. ¡Pero podemos completamente liberarnos de todo eso! Estamos progresando en el camino de la vida, en el cual encontramos estas cosas y tenemos plena libertad en el Espíritu para vencerlas para que nuestras obras puedan ser purificadas, de modo que con las personalidades que Dios ha creado en nosotros podamos ser una bendición, una ayuda, una alegría y fortaleza para otros. Esa es una libertad gloriosa – ¡libertad de las dificultades del pecado!

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Libertad para tomar nuestras propias decisiones

Tenemos nuestro libre albedrío. Tenemos completa libertad para tomar nuestras propias decisiones. Pero aún somos responsables del resultado de nuestras decisiones. Cuando elegimos de acuerdo a nuestro libre albedrío, una y otra vez, tenemos la oportunidad de ver hacia dónde nos llevan estas mismas y cómo resultan las cosas. Tenemos la oportunidad de ver que tan buenas o malas fueron nuestras decisiones. De esta manera, aprendemos lecciones de experiencias anteriores y aprendemos a tomar cada vez mejores decisiones a medida que pasa el tiempo. ¡De esta forma Dios nos entrena y nos convierte en individuos únicos!

¡Esta es la verdadera libertad!

Libertad para hacer el bien

¡Libre para hacer todo el bien que queramos! El pecado es lo que obstruye nuestra capacidad de ser y hacer el bien a los demás. Cuando no somos esclavos de nuestra impaciencia, temperamento, envidia, etc., podemos bendecir y ser buenos sin limitaciones.

Dios es increíblemente bueno por darnos tanta libertad en Cristo. Y si la usamos bien, llegaremos a la paz, la alegría y la rectitud en todo lo que hacemos.

"Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud." Gálatas 5:1.

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.