Abraham: Eligiendo la fe en una situación imposible
La fe de Abraham en Dios fue probada de una manera que la mayoría de nosotros nunca sabremos.
Abraham ya era un hombre viejo cuando Dios lo llevó fuera y le dijo: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Así será tu descendencia.” Génesis 15:5.
Abraham creyó la promesa de Dios, aunque naturalmente hablando era imposible. Abraham y su esposa Sara habían pasado sus años fértiles y no tenían hijos.
La fe de Abraham en Dios fue probada con esta promesa, para ver si elegiría creer completamente Dios y en Su Palabra, sin importar lo que su razonamiento le dijera. Abraham no vaciló en su fe, y Dios cumplió Su promesa (Romanos 4:20). Sara dio a luz a un bebé, y llamaron a su hijo Isaac, como Dios los instruyó.
Lee más sobre la fe de Sara aquí.
La segunda prueba
Abraham fue probado por segunda vez, y esta fue una prueba diferente a cualquier otra. Años después, cuando Isaac era un niño, Dios volvió a hablar con Abraham.
"Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré." Génesis 22:2.
¿Qué se suponía que Abraham debía pensar sobre esto? Nada de esto tenía sentido, Dios parecía contradecirse a sí mismo.
Pero la fe de Abraham en Dios no cambió, a pesar de la imposibilidad aparentemente absoluta de la situación, se levantó por la mañana, enalbardó su asno, cortó la leña necesaria para el holocausto y comenzó el viaje de tres días por las montañas con Isaac. (Génesis 22) Para él, no importaba cómo se veía la situación, humanamente hablando.
Podemos imaginar que tuvo que haber sido tentado a tener dudas al emprender el camino hacia Monte Moriah. Pensamientos como: "El corazón de Sara probablemente se romperá y nunca me perdonará", "seré un asesino, debe haber un mal entendido"; "¡Un Dios amoroso no podría haber dado tal mandamiento!" Y, sin embargo, Abraham no había oído mal, actuó con audacia y valor porque Dios lo había dicho, y podemos leer lo que sucedió. Estos pensamientos de duda que Satanás le susurró al oído fueron desviados y derrotados por el escudo de la fe. Él creía, sin duda alguna, que Dios mantendría Su promesa, incluso si eso significaba que tenía que resucitar a Isaac de la muerte. (Hebreos 11: 17-19).
La fe nos da poder para actuar
Por supuesto, Dios cumplió Su promesa. En el último segundo, impidió que Abraham llevara a cabo su sacrificio e Isaac se salvó y se convirtió en el padre de la nación de Israel.
De la misma manera, podríamos sentirnos tentados a pensar en la duda cuando damos un paso de fe que Dios está trabajando en nosotros para que hagamos. Tal vez no estamos seguros de cómo será el futuro si hacemos esto, pero la fe nos da poder para actuar, aunque no podamos ver cuál será el resultado. (Hebreos 11: 1) Cuando tenemos el escudo de la fe, también podemos resistir los pensamientos de duda que Satanás trata de sembrar.
El Dios de Abraham es el mismo Dios a quien servimos hoy, Él es desde la eternidad hasta la eternidad, y no hay nada que no pueda lograr alrededor de nosotros y en nosotros. No importa que tan imposibles parezcan las circunstancias, Dios puede hacer un milagro en mi vida. Él ha prometido que yo, que tengo una naturaleza humana pecaminosa, y estoy lleno de orgullo y egoísmo, y todo tipo de deseos puedo llegar a ser conforme a la imagen de Cristo. (Romanos 8:29) Incluso alguien con una naturaleza como la mía, todos mis hábitos y tendencias ¡Puede ser un participante de la naturaleza divina! (2 Pedro 1: 4) ¡Cuando vivo en esta fe seré un hijo y un heredero de todas las cosas junto con Jesús! (Romanos 8: 16-17) ¿Hay alguna razón para dudar de Él? ¡No, ninguna!
"El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo." Apocalipsis 21:7.
¡No hay límites!
Aprendemos de Abraham que la fe en Dios requiere acción. Podemos leer en Romanos 16:10, "Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies." ¿Qué es la fe entonces? ¿Es sentarse y decir: "Sí, yo creo que Dios aplastará a Satanás bajo mis pies", y luego esperar a suceda?
¡No!, es ir a la acción y avanzar con fe cuando Dios obra en mí, como lo hizo Abraham cuando partió la leña necesaria para sacrificar a su hijo. También implica sacrificios de mi parte; renunciar a mi propia voluntad para hacer la voluntad de Dios. Abraham vio el sacrificio como una condición de Dios para cumplir y poder recibir su promesa. Es igual para nosotros.
Sigamos el ejemplo de Abraham, cuya obediencia lo convirtió en "el padre de nuestra fe." (Romanos 4) ¡Cree en las promesas de Dios y cumple rápidamente las condiciones para que Dios te pueda bendecir! No dejes que tu confianza dependa de lo que tu razonamiento te dice. No importa cuáles sean naturalmente tus limitaciones, ¡Dios puede salvarte completamente! Él no pregunta si somos capaces, solo pregunta si estamos dispuestos. Si la respuesta es sí, no hay límite para lo que podemos lograr a través de la fe en Dios.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.