¿Dónde tiene Dios Su morada en la tierra hoy en día?

¿Dónde tiene Dios Su morada en la tierra hoy en día?

Dios quiere que Su morada sea en los corazones de las personas, pues es allí donde puede hacer Su obra.

Dios quiere contacto con las personas 

“Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?” 1 Reyes 8:27.  

Dios creó a las personas a Su imagen y semejanza para poder tener contacto aquí en la tierra. Sin embargo, los seres humanos rompieron esta conexión con Dios pecando, y por eso fueron quitados de delante de Su rostro. A pesar de eso, Dios los amó, y usando a Moisés construyó un tabernáculo desde el cual Él podía guiar a la gente por medio de Sus santas leyes y mandamientos. Los diferentes objetos del tabernáculo estaban hechos de oro puro, incluyendo el propiciatorio y los dos querubines que lo protegían. Entre estos querubines, Dios hablaba con Aarón sobre lo que debía decir al pueblo de Israel (Éxodo 25:22). Cada vez que Aarón hablaba con Dios se ponía vestiduras sagradas y limpias (Éxodo 28). En esta pureza y santidad, Dios podía tener contacto con la tierra, y una corriente de bendiciones y gloria fluía del tabernáculo a todos aquellos que ordenaban sus vidas conforme a la Palabra de Dios.  

Una morada para Dios en la tierra: nuestro corazón  

Sin embargo, Dios no quería morar en una casa hecha con manos; Él quería tener Su morada en donde pudiera hacer Su obra, y eso es en los corazones de las personas. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.” Isaías 57:15. Dios solamente edificará Su morada y hará Su abundante obra en tales corazones.

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” 1 Corintios 3:16. Piensa en la seguridad, la fuerza y la alegría de saber que el Espíritu de Dios mora en nosotros, ¡y al mismo tiempo tener la certeza de que nuestro corazón es una morada para todo lo que es bueno y noble! La mayoría de los corazones son una morada para todo lo que es malo e impuro.  

“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Aquí vemos que solo morarán en nuestros corazones si existe una profunda y sincera relación amorosa. Y una vez que hayan levantado Su morada dentro de nosotros, ríos de bendición correrán de nuestra vida.

“A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” Colosenses 1:27. Este ha sido un gran misterio a lo largo de todas las épocas. Lo que se suele hacer es orar a Jesús para el perdón de los pecados, pero son pocos los que tienen a Jesús en su interior como un poder y una gloria omnipresente. “Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones…” Efesios 3:16-17.

Dios por la fe en nuestros corazones  

“Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos…” Romanos 10:6-8.

Para la mayoría de la gente, Cristo se encuentra lejos y en lo alto, pero lo que nosotros podemos hacer es dejarlo entrar en nuestros corazones por medio de la fe. Él nos habla a través de Su Espíritu y hace que Su palabra se vuelva viva y gloriosa. No es una cuestión de “tienes que, y debes de”, sino que somos de los escogidos a los que se les ha concebido vivir de acuerdo a Su palabra. Él nos fortalece con el poder de Su Espíritu en nuestro hombre interior conforme a las riquezas de Su gloria, con el resultado de que es absolutamente posible hacer Su voluntad con gozo. Él es quien nos llena con todo el deseo de hacer el bien, y Su plenitud habita en nosotros en una medida cada vez mayor.

“Una morada andante para Dios” 

“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” Efesios 2:20-22. 

Ahora, podemos convertirnos en pequeñas moradas andantes para Dios; moradas que caminan en este mundo malo y oscuro, pero que al mismo tiempo revelan la luz, la vida, y la naturaleza de Dios. Jesús mismo es la piedra del ángulo, y es Él quien nos ha dado el camino hacia este glorioso y eterno edificio. Este camino o direcciones que nos ha dado es negarnos a nosotros mismos en todas las cosas y decir: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad.” (Lucas 9:23, Hebreos 10:9).

En este espíritu nos unimos con los apóstoles, los profetas y todos los santos para ser un templo santo en el Señor. Todos lo que están en este edificio están firmemente unidos en una misma mente y en un mismo parecer (1 Corintios 1:8-10). Esto no es algo que va ocurrir luego de que Jesús venga otra vez, sino que es algo que ya existe en nuestros días. En este edificio, no hay nadie que se oponga a los demás. La casa estará terminada cuando la trompeta suene, y para ese entonces las pequeñas moradas andantes se unirán y se levantarán para ser un templo eterno y glorioso. Por lo tanto: “guarda tu corazón; porque de él mana la vida...” Proverbios 4:23. 

No te demores en pagar el precio: “ ¡Abandónalo todo!” y sigue permaneciendo como una piedra viva en este edificio.

Este artículo fue traducido del noruego y publicado por primera vez en el periódico de BCC Skjulte Skatter (Tesoros Escondidos) con el título “¿mora Dios realmente en la tierra?” en julio de 1917. 
© Copyright Stiftelsen Skjulte Skatters Forlag

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.