¿Cuál es el significado de tener a Jesús como Sumo Sacerdote?
Tener a Jesús como nuestro Sumo Sacerdote tiene un gran efecto para nuestra vida. ¡Una lectura esencial para todos los discípulos!
“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados.” Hebreos 5:1.
Jesús como Sumo Sacerdote: Un hombre con el poder de una vida indestructible
Debemos diferenciar entre Jesús como expiación de nuestros pecados y como Sumo Sacerdote o Mediador de un nuevo pacto. Los impíos necesitan a Jesús como expiación por el pecado, mientras que aquellos que han sido salvos lo necesitan como Sumo sacerdote y abogado.
Para convertirse en expiación y sumo sacerdote, Jesús tuvo que participar de la misma carne y sangre que los hijos a quienes vino a salvar. (Hebreos 2:14) “Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.” Hebreos 2:16. Para salvar a los hombres, Jesús tuvo que experimentar lo que es ser un hombre. Por eso está escrito, “…sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:7-8.
Los sumos sacerdotes fueron nombrados en la tierra de acuerdo a la ley de un mandamiento carnal, y debido a que eran mortales, tuvo que haber muchos de ellos. Pero Jesús, que fue concebido por el Espíritu Santo, tenía “el poder de una vida eterna” dentro de Él desde su nacimiento. Esta vida jamás se había manifestado en la carne. Es por eso que Jesús vino con el reino de los cielos en Él. Juan el Bautista no vino con este reino, y a pesar de que entre los nacidos de mujer, no había nadie mayor que él; aún el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.
La primera vez que una vida indestructible se manifestó en carne fue cuando Jesús vino a la tierra. (Hebreos 7:16) En otras palabras, se manifestó en el cuerpo de un hombre. Mientras Jesús estuvo aquí en la tierra, Él fue el único que tenía el reino de los cielos. Es por eso que pudo decir que el reino de los cielos estaba cerca. A través de la ayuda de “el poder de una vida indestructible” Jesús tomo una batalla en contra de las exigencias de su carne. Él siempre dijo “no” a las cosas que venían de la carne y “sí” a todo lo divino. Tenía el poder que se requería para lograrlo.
No obstante, la mayor parte del tiempo fue una batalla pesada y difícil, porque está escrito que ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte. En los días de su carne peleó contra todas las cosas que querían levantarse de su carne humana y obtuvo completamente toda la victoria que incluso Su carne pudo reposar en la esperanza. Su alma no fue dejada en el Hades; tampoco su carne vio corrupción. (Hechos 2:25-31). Así que Jesús es la única persona que ha ganado la victoria sobre todas las exigencias de la carne, sobre todas las tentaciones y sobre todas las circunstancias externas. El poder de una vida indestructible hizo esto posible.
El Espíritu Santo – el ayudador – el poder de una vida eterna
Jesús poseía la herencia, y quería transmitirla a los niños, pero el testamento solo se hizo válido después de su muerte, ya que no estaba vigente mientras estaba vivo. Esta es la razón por la cual Jesús tuvo que partir, para que el Ayudador, el Espíritu Santo, pudiera venir. Luego en el día de Pentecostés, envió al Espíritu con tal fuerza que vino como un fuerte viento y llenó toda la casa donde estaban sentados los discípulos. (Hechos 2:2)
Este fue el mismo Espíritu que Jesús tenía en los días de su carne, por el cual se ofreció a sí mismo en el poder de este Espíritu eterno. Pasó por tribulaciones y sufrimientos de todo tipo. (Hebreos 4:15) Jesús tuvo que cargar sobre sí carne y sangre de tal modo que fue tentado y probado como nosotros, para que Él poder ayudarnos en nuestras pruebas. Las escrituras testifican en muchos lugares sobre esto. (Hebreos 2:16-18; Filipenses 2:16-18; Romanos 8:3; Hebreos 10:5)
En los días de Su carne aquí en la tierra, Jesús recibió enseñanza para convertirse en Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Los sufrimientos lo perfeccionaron. Jesús sufrió siendo tentado. Cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido por los deseos de su carne. Pero Jesús venció en el poder de un Espíritu eterno. A lo largo de su vida sufrió la muerte en la carne. Él hizo esto presentando su cuerpo como un sacrificio vivo, santo e irreprensible para Dios, y ahora se nos exhorta a hacer lo mismo. (Romanos 12:1)
Jesús: Un sumo sacerdote tomado de entre los hombres
El autor de la carta a los Hebreos escribe que había mucho que decir pero que era difícil explicar cómo Jesús llegó a ser Sumo sacerdote, porque se habían vuelto tardos para oír. (Hebreos 5:11-14) Descubrirás los misterios más profundos de la enseñanza de Jesús en el misterio de Cristo “manifestado en carne; el cual fue justificado en el Espíritu y visto por los ángeles” después de la resurrección. Porque, así como todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados, (Hebreos 5:1) así también era necesario que nuestro Sumo Sacerdote en el cielo fuera constituido como un hombre. Si alguien no tiene la carne y sangre de un hombre, no es un hombre y no puede ser tentado. Pero alabado sea Dios porque tenemos un Sumo Sacerdote que fue probado en todo – en todo tipo de tentaciones – pero sin pecado. En otras palabras, Él gobernó por completo y perfectamente Su propia voluntad y las tentaciones que vinieron de Su carne que no se encontró pecado ni mancha en Él durante el momento de tentación. Esto no siempre se puede decir de nosotros en nuestras tentaciones. Es por eso que cuando se refiere a Jesús esto se menciona claramente.
La ley constituye a hombres débiles como sacerdotes, "… pero la palabra del juramento, posterior a la ley, constituye al Hijo hecho perfecto para siempre." Es por eso que el mandamiento anterior es abrogado a causa de su debilidad. (Hebreos 7:18, 28)
Cuando se dijo: "Habiendo sido perfeccionado", claramente hubo un momento en los días de la carne de Jesús cuando aún no estaba perfeccionado. Por eso también está escrito que a Dios le agradó perfeccionar a través de aflicciones al autor de nuestra salvación.. (Hebreos 2:10)
Por la misma razón, se nos exhorta a sufrir con Él, para también así ser glorificados con Él. (Romanos 8:17) Los sufrimientos son inevitables cuando alineamos nuestra vida con la Palabra de Dios. Cuando practicamos la piedad con alegría y elegimos sufrir en cada tentación en lugar de pecar, entonces sufrimos con Él. En estas pruebas fuertes de nuestra piedad, Jesús sigue siendo nuestro fiel Sumo Sacerdote y Mediador.
Más que expiación por el pecado
Estas verdades bienaventuradas son extremadamente preciosas y valiosas para aquellos que creen, a pesar del hecho de que hay personas que no las entienden. Personalmente, estas Palabras de Dios concernientes a Jesús como Sumo Sacerdote y Mediador han sido de incalculable uso, consuelo y bendición.
El hecho es que Jesús solo puede comenzar a servir como Sumo Sacerdote cuando se produce una muerte por los pecados cometidos bajo el antiguo pacto. (Hebreos 9:15) Solo así podremos probar la herencia eterna que nos fue prometida. Mientras todavía no hayamos reconocido que hemos muerto con Cristo, no podemos apoderarnos de Su vida. Pero Su palabra es espíritu y vida.
La razón por la que muy pocas personas conocen a Jesús como Sumo Sacerdote es porque la mayoría solo quiere tenerlo como expiación por el pecado. Las personas pasan la vida necesitando y pidiendo perdón. Sin embargo, en una vida que esta “Crucificada con Cristo” Jesús se manifestará como Sumo Sacerdote. Todo depende de la vida que vivimos, porque la vida es la luz de los hombres.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.