¿Una vez salvo, salvo para siempre?
La doctrina “una vez salvo, salvo por siempre”, también llamada como “seguridad eterna”, ha sido objeto de mucho debate. Pero, ¿qué dicen las Escrituras acerca de la salvación?
La doctrina "una vez salvo, salvo por siempre", también nombrada como "seguridad eterna", ha sido objeto de mucho debate. Pero, ¿qué dicen las Escrituras acerca de la salvación?
La cita bíblica que comúnmente es usada para apoyar esta doctrina está en Juan 10:28: "y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano". Esto es correcto, nadie las puede arrebatar de la mano de Jesús, pero ellas mismas pueden ponerse fuera de la mano de Jesús.
En el capítulo 15 versículo 4 Jesús exhorta a sus discípulos: "Permaneced en mí,” y en el versículo 6 dice: "El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden".
La salvación no es incondicional
Cada promesa sobre la salvación en las escrituras tiene una condición. Si cumplimos con estas condiciones entonces las promesas se cumplen en nosotros. Por ejemplo, si leemos en Col. 1:21-23: "Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de Él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe…"¿Puedes ver la condición? “si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe”. En 1 Tim 1:19 Pablo se refiere a algunos, que por no mantener una buena conciencia naufragaron en cuanto a la fe.
En Hebreos 3:12-14 nos advierte: "Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: “Hoy”; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio"¿Ves la condición ahora? “Con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza".
Sabemos que si pecamos abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Sí, si estamos verdaderamente tristes y arrepentidos podemos encontrar abundancia de perdón en Jesús. Pero el peligro es que endurecemos nuestro corazón cuando constantemente cedemos a los mismo pecados, y ya no estamos igual de arrependitos como cuando caímos por primera vez; somos endurecidos más y más y finalmente acabamos con "un corazón malo e incrédulo", y perdemos nuestra primera confianza y caemos del Dios vivo. Nos ponemos a nostros mismos fuera de su mano…
No tenemos que caer en tentación
Entonces, ¿cómo podemos evitar tal endurecimiento cuando tan seguidamente caemos en tentación? La buena nueva del evangelio es que no tenemos que caer repetidamente en tentación. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" Hebreos 4:15-16.
Claramente podemos ver en estos versículos que el tiempo oportuno es cuando somos tentados. Jesús venció y ahora él puede ayudarnos a vencer. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Heb 2,18. Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne vosotros armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado. 1. Ped 4,1.
No nos dejemos seducir con un falso sentimiento de seguridad y poner nuestra salvación en juego, pero hagamos como Pablo nos exhorta en Fil 2,12: Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente sino mucho mas ahora en mi ausencia, ocupaos, en vuestra salvación con temor y temblor. Con temor de Jehová los hombres se apartan del mal.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.