Una carta para mi bebé recién nacido

Una carta para mi bebé recién nacido

Esto es lo que quiero que sepas y a lo que quiero que te aferres mientras creces.

7 Min ·

Para mi bebé recién nacido, 

Te escribo esta carta mientras te miro durmiendo tranquilamente en tu cuna. Acabo de terminar de darte de comer y todavía estoy tarareando esa canción para niños que dice: "El reino de Dios es para los pequeños y yo también estoy incluido". Luego busqué en la Biblia lo que Jesús dijo sobre los niños en Marcos 9:37: “El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió”. Mientras trato de asimilar este versículo, no puedo evitar pensar en lo que nos pasó recientemente.  

Recuerdo claramente cómo tu padre y yo contábamos las semanas que faltaban para darte la bienvenida juntos mientras la comadrona te entregaba sano y salvo en nuestros brazos. Imaginábamos con ilusión que llamábamos a nuestras familias y amigos para informarles de tu llegada y que venían a visitarnos al hospital con cálidos abrazos. Pero no fue así. 

Era marzo de 2020. Desde principios de ese año, las noticias estaban inundadas con novedades sobre el COVID-19, pero esta vez, había llegado a Europa. En ese momento no se me ocurrió en absoluto la posibilidad que había de tener un bebé en esta época. La idea de que COVID-19 llegara a Noruega estaba completamente fuera de mi perspectiva. Pero ocurrió lo inesperado. 

Me tuvieron que llevar de urgencia al hospital porque se rompió mi fuente antes de tiempo. Me sometieron a pruebas y observaciones diarias durante casi dos semanas. Durante mi estancia en el hospital conocí a diferentes enfermeras y comadronas y todas tenían un tema en común: el COVID-19. Ellas me informaron de las normas que tenían en el hospital: No se me permitía tener visitas y no se me permitía salir de la habitación, ya que era lo más seguro para mi salud, y no podíamos permitir que contrajera ningún virus en el estado en el que estaba. A los papás solo se les permitía acompañar a las madres en la sala de partos, pero tenían que salir lo antes posible. Y si estaban en cuarentena, no se les permitía entrar en el hospital. 

La experiencia por supuesto no fue todo rosas y mariposas. Hubo momentos en los que deseé estar en otro lugar: en casa con tu padre comiendo comida casera o en cualquier otro lugar que no fuera el hospital. Pero podía sentir los brazos de Dios a mi alrededor reconfortándome y al mismo tiempo exhortándome a olvidar lo que sentía y a pensar más bien en ti y en tu salud. Hubo momentos en los que me aburrí mucho y no sabía qué hacer. Pedí ayuda a Dios y Él me dio varias ideas: enviar mensajes a algunos amigos para preguntarles cómo estaban, e incluso la idea de tejerte una manta. Es increíble cómo Dios no solo nos responde con ayuda espiritual, sino también con cosas prácticas. 

Me preocupaba no estar preparada, no tener todas las cosas que me hubiera gustado que tuvieran antes de llegar. Pero el versículo de Colosenses 3:2: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra", me ayudó mucho. De nada sirve tener un cuarto hersoso y muy organizada para ti si soy una madre llena de ansiedad y preocupaciones. 

De repente, un día, la doctora vino con el resultado de una prueba que le hizo sugerir que era el momento de tenerte – cinco semanas antes de lo previsto. El proceso tenía que empezar ese mismo día. Como tu padre estaba en cuarentena, esto significaba solo una cosa: daría a luz yo sola. 

Se enviaron peticiones de oración a amigos y familiares mientras la comadrona me preparaba para conocerte. Más tarde, ese mismo día, estabas sobre mi pecho. Caliente, tan caliente como una bolsa de agua caliente que había abrazado ese mismo día. Todo salió bien y el médico estaba contento con las pruebas que nos hicieron a los dos. ¡Cinco días más tarde estábamos listos para volver a casa y conocer a tu padre por primera vez! 

"¿Por qué a mí? ¿Por qué esto? ¿Por qué ahora?" A lo largo de mi estancia en el hospital, estas preguntas venían a menudo a mis pensamientos de forma involuntaria. Pero los versículos en Jeremías 29:11-13 me ayudaron mucho mientras trataba de entenderlo: "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Él quiere que yo tenga paz – paz en todos los sentidos. Quiere que tenga la seguridad de que Él lo tiene bajo control, que no tengo que dudar ni preocuparme por nada. "Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré”. A pesar de que Él sabe mi situación todavía quiere que hable con Él, lo que significa que está interesado en cómo veo las cosas y que confíe en Él en mis situaciones. "Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. Cuando analicé esta parte del versículo, llegó a mí un completo reposo. Dios mismo lo dijo. Eso es lo único que me pide: que lo busque de todo corazón. Lo que significa que, si se me presenta cualquier situación – ya sea estar en el hospital o en casa o en el trabajo, cosas grandes o pequeñas en la vida diaria – si lo busco a Él de todo corazón, lo encontraré y podré hablar con Él y me dará todo lo que necesito para vencer y permanecer en paz y reposo. ¡Ninguna persona en la tierra puede dar tanta seguridad como Dios la da!

Esta fue absolutamente una experiencia muy diferente a la que tenía en mente cuando se trataba de tenerte. Tú, mi primer bebé. Pero cuando pienso en lo que pasó, honestamente puedo decir que fue mejor de lo que podría haber imaginado. Solo pude hablar con tu padre por teléfono, pero tuve todos esos momentos para hablar con Dios y conocerlo más. No podía tener visitas, pero Dios estaba allí todos los días y cuidaba de mí – de nosotros. ¡Estaba sola en la sala de partos, pero podía sentir que la habitación estaba llena de ángeles que oraban por nosotros! 

Así que, si un día me preguntan cómo fue mi experiencia cuando te di a luz, puedo decir que: fue una experiencia muy hermosa y especial. Dios no solo me aseguró que estaría bien en el hospital, sino que también fue una confirmación de que Él está muy atento de todas las cosas que suceden, y además escucha nuestras oraciones si lo buscamos con todo nuestro corazón. Esto es lo que quiero que sepas y a lo que quiero que te aferres mientras creces. 

Con amor, 

Tu madre 

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.