Un vencedor en mi propia vida

Un vencedor en mi propia vida

Estás llamado a reinar sobre el pecado, y no al revés. Pero, ¿cómo?

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La Biblia tiene un mensaje para ti que quieres ser un vencedor en tu propia vida. Estás llamado a reinar sobre el pecado, a no dejar que éste reine sobre ti. Esto es totalmente posible cuando luchas de forma correcta.

«Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.» (Efesios 6,13)

En la Biblia podemos leer mucho sobre la lucha – una lucha espiritual entre el mal y el bien. Aquí la Biblia describe la vida cristiana como una guerra que se lleva a cabo en mi interior – una batalla contra el pecado que mora en mí. Entonces debo utilizar las armas espirituales, como está escrito en Efesios 6, 10-17.

Aunque el enemigo es grande y fuerte, sé que el poder de Dios es más fuerte.

La estrategia para vencer el pecado que quiere manifestarse en mí, es simple, pero al mismo tiempo requiere todo de mí. Cuando me dirijo a Dios con las manos vacías, cansado de mis propias reacciones, pensamientos y deseos – entonces estoy en la posición correcta para recibir ayuda.

Es una gran ayuda cuando llamo a mis enemigos por su nombre – y admito, reconozco, cuál es el verdadero problema. Quizás estoy siendo invadido por la envidia, y estos pensamientos carcomen y carcomen dentro de mí. Dios me conoce, y sabe todas estas cosas, pero necesito reconocer esto por mí mismo y por Dios, para ser capaz de luchar correctamente. Mi lucha es mucho más efectiva con golpes centrados y bien dirigidos. «¡Voy a vencer sobre la envidia, y no me daré por vencido hasta que todos los pensamientos de envidia estén muertos y enterrados!»

El sentir correcto y el objetivo en la mira

Tengo un buen punto de partida cuando tengo la misma mente, el mismo sentir, que José tuvo cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo. «¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?» (Génesis 39,9) Amaba tanto a Dios, que su mayor temor en el mundo era llegar a pecar contra Él.

Si lo tengo así, entonces no soy influido. Cuando un pensamiento impuro se manifiesta, y en realidad tengo el deseo de explorarlo más a fondo, entonces a cambio me doy un golpe: ¡No! ¡No voy a fallarle a Dios! Cuando siento que la envidia empieza a esparcirse en mi cuerpo, y la propia justicia empieza a clamar por atención… ¡No! Sé que esto no proviene de Dios, es el pecado en mí que quiere tener el poder. El pensamiento lo «llevo a la muerte», y gano victoria. No cometo pecado.

Este es sólo un corto padecimiento, en comparación con la gloria eterna que le espera a un guerrero de Dios.

«Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.» (1 Pedro 5,10.)

«Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.» (Filipenses 3,8)

En fe y confianza a Dios

David, el joven pastor, no parecía ser un guerrero. Toda su joven vida había estado en los campos cuidando las ovejas. Sin embargo, venció a Goliat, que era mucho más grande y fuerte que él, desde el punto de vista y lógica humana. David fue superior porque luchó en plena fe y confianza en la ayuda y poder de Dios, y no confió en que vencería a Goliat por medio de su propia inteligencia y fuerza.

«Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti.»

Aunque no tenga una lucha contra enemigos externos, puedo pensar en David cuando siento que la tentación y la lucha que estoy enfrentando son tan grandes que apenas puedo ver a través de ella. Cuando mi propio «Goliat» como por ejemplo el desaliento, la envidia o cualquier otro pecado está en frente de mí burlándose, y quiere desanimarme. Entonces puedo recordar quién está a mí lado en la lucha; listo para ayudarme con un ejército de ángeles detrás de mí.

«No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.» (Isaías 41,10)

Goliat vuelve a caer

Cuando creo en Dios de todo mi corazón, puedo ir a la lucha contra el pecado en el espíritu de la fe. Aunque el enemigo es grande y fuerte, sé que el poder de Dios es más fuerte. Por esto puedo luchar en plena certeza de victoria, sin temor o desánimo. Goliat vuelve a caer. Me convierto en un vencedor en mi propia vida, y todo pecado que quiere manifestarse, se encuentra con un guerrero – listo para la batalla.

Seguiré siendo tentado a  pecar, a seguir mis deseos. Pero a través de la ayuda de Dios y una mente decidida puedo gobernar sobre todo esto, y no al revés.

«Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti.» (Deuteronomio 28,7)

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.