“Ten cuidado de ti mismo” – una fuente de bendición

“Ten cuidado de ti mismo” – una fuente de bendición

El Espíritu nos puede guiar a una incomparable vida llena de bendiciones, si es que estamos dispuestos a encontrar y reconocer la verdad acerca de nosotros mismos.

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Ten cuidado de ti mismo para probar tus verdaderas intenciones

"Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina.” 1 Timoteo 4:16.
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos.” 2 Corintios 13:5.

También podemos decir: Examinaos a vosotros mismos si estáis en el amor; probaos a vosotros mismos si andáis en humildad. Solo los que aman la verdad, son los que tienen su mente en la luz del Espíritu para tener cuidado de sí mismos. Ellos se prueban a sí mismos como dice en 1 Corintios 13, para ver si están en el amor que no tiene envidia, y no busca lo propio, sino que tolera todo y nunca se aparta.

Cuán necesario es para un alma que ama la verdad prestar atención diligentemente a sus intenciones ocultas. Cuando leemos 1 Corintios 13, vemos que tanto los que profetizan y aquellos que son ricos en conocimiento y tienen toda la fe, así como los que entregan sus posesiones a los pobres, tienen buenas razones para examinarse a sí mismos y probar sus verdaderos motivos.

Examínate a ti mismo de manera que el Espíritu pueda guiarte

El capítulo 7 de la carta a los Romanos da mucha luz y ayuda, y es tan buena que las almas que aman la verdad la consideran una mina de oro, precisamente porque es el resultado del apóstol Pablo al examinarse y probarse a sí mismo. “Resplandeció luz en las tinieblas a los rectos…” Salmos 112:4. Los sinceros entienden cómo examinarse y probarse a sí mismos; así es como el Espíritu Santo recibe la oportunidad de guiarnos a toda la verdad, y liberarnos del pecado y nuestra propia vida. En este amor sincero a la verdad Pablo encontró una ley en sus miembros donde él quería hacer el bien, pero el mal estaba en presente. Él encontró algo en sí mismo, y fue completamente libre de buscar algo malo en los demás. Cuando nosotros encontramos esta ley en nuestros miembros, dejamos de acusar a los demás. Así es como Pablo fue capaz de ayudar a los otros. De hecho, la mejor manera de ayudar a los demás es juzgándonos a nosotros mismos.

¡Ten cuidado de ti mismo y aprende a conocer a Dios!

Porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”. 1 Corintios 2:10. Solo aquellos que se adentran y se examinan a sí mismos, serán guiados por el Espíritu hasta lo más profundo de Dios. Esta es la manera en que podemos conocer a Dios. El Espíritu de verdad nos enseña a examinarnos y probarnos a nosotros mismos, y por el mismo Espíritu pero como espíritu de sabiduría y revelación, nos da conocimiento de Dios.

En sus oraciones por los Efesos Pablo oró: “para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él.” Efesios 1:17. Aquí vemos la indescriptible bendición del resultado de un alma que se examina a sí misma: ¡Aprendemos a conocer al Señor! pero ¿por qué un tan fuerte anhelo de ser llenado del espíritu de sabiduría y revelación? Es el único motivo que se destaca a la luz de la verdad, esto es, que anhelamos conocer al Padre. Para esto nos es dado el Espíritu.

¡Examínate en el Espíritu de vida, el cual te hace libre!

Si consideramos nuevamente Romanos 7, Pablo tuvo conscientemente cuidado de sí mismo, y vemos que no se desanimó ni retrocedió; ¡No! él estalla en alabanzas de agradecimiento en Romanos 7:25, y continúa: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Romanos 8:1-2. Pablo tuvo cuidado de sí mismo en la luz del Espíritu de vida, no en la “luz” del espíritu de acusación. 

El enemigo de nuestra alma también quiere que tengamos cuidado de nosotros mismos, pero con el propósito de detenernos y desanimarnos. El Espíritu de verdad por otro lado, que también es el Espíritu de revelación, predica las cosas que habrán de venir, y glorifica a Cristo y la vida de Cristo para nosotros. (Juan 16:12-14)

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.