¿Son los creyentes una especie en extinción?
La fe en Dios se está muriendo lentamente en el mundo que vivimos hoy en día. Cada vez menos jóvenes creen en Dios.
La fe en Dios se está muriendo lentamente en el mundo que vivimos hoy en día. Las encuestas realizadas en los últimos 25 años revelan que cada vez menos jóvenes creen en Dios, y como la generación más joven va sustituyendo a la más antigua, la fe en Dios está disminuyendo.
Entonces surge naturalmente una pregunta: ¿En que están creyendo en lugar de Dios? En algo uno tiene que creer. Supongo que en nuestra época iluminada y saturada de información muchos simplemente creen en la humanidad. Las personas son autosuficientes y no tienen necesidad de aferrarse a una fuerza creadora. Calidad de vida y una existencia con sentido se puede lograr a través de la realización de uno mismo, y a través de la satisfacción de las necesidades humanas básicas.
Una perspectiva humana
Si me veo a mí mismo desde una perspectiva humana, tengo sin embargo que decir que no hay muchas cosas en las que creer. No tengo ninguna cualidad o características sobre las que puedo edificar para la eternidad. Por supuesto el mundo está lleno de gente con muchas mejores cualidades y habilidades que yo. ¿Quizás éstas encuentran algo en su persona sobre lo cual edificar, algo que puede brindarles la alegría eterna que tanto anhelan? ¡Tengo que decir que tengo mis dudas!
¿Por qué esta tendencia? La mayoría de las iglesias ha trabajado activamente para que su mensaje sea más «apetecible» para la población en general. Cuando hablan sobre Dios, por lo general lo hacen únicamente en la capacidad que tiene el poder de la gracia del perdón. En este anuncio son todos abrazados, incluso aquellos que manifiestamente viven en contradicción con las propias palabras de Dios – y que no están dispuestos a cambiar en esto. El Dios que es juez sobre todo pecado y que espera el arrepentimiento de los hombres de sus malas vidas, a menudo es descrito «como el Dios del antiguo testamento».
De este modo los creyentes y los no creyentes se unen en el mismo mantra: «Sólo somos seres humanos». ¿Cuál es el resultado, entonces? ¡Ciertamente no es de extrañar que haya menos creyentes!
De este modo los creyentes y los no creyentes se unen en el mismo mantra: «Sólo somos seres humanos».
¿Dónde está Dios?
¿Dónde está el Dios de los milagros que incluso puede realizar milagros en las personas más miserables, levantarlos del pecado, y darles fuerza para vivir una vida nueva? ¿Dónde está el Dios por el cual Pablo y Silas estaban tan entusiasmados y que con poder le cantaban himnos – después de haber sido golpeados con varas y arrojados en el calabozo más profundo?
Este Dios todavía existe, y es ayer y hoy el mismo. Con gusto quiere mostrar su bondad con cada ser humano. Para los que no se preocupan de conocerlo Él sigue siendo una teoría, un concepto teológico o filosófico. Sin embargo, para los que en una fe viva le reciben a Él y su palabra, les manifiesta su gloria y su poder de salvación. Les da todo lo que necesitan para vencer sobre el pecado cada día. Para estas personas el día a día nunca más se vuelve el mismo. Esto lo sé, porque yo mismo lo experimento.
¡En este Dios es digno creer!
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.