Rostro de escuela, rostro de iglesia, rostro de casa

Rostro de escuela, rostro de iglesia, rostro de casa

¿Qué es lo que motiva la manera en que actúas y hablas? ¿Estas agobiado por lo que los otros podrían pensar de ti? ¿Quieres ser libre?

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Rostro de escuela

Es muy difícil no preocuparse de lo que la gente piensa de ti en la escuela o en el colegio. “¿Si digo esto, pensará la gente que soy una persona rara? ¿Qué van a pensar de mí si me pongo esto? ¿Que van a decir si voy y salgo con esta persona?” Hay una política para todo lo que haces, inclusive hasta en la manera en como caminas por los pasillos.

O quizás quieres destacar de manera diferente, y para hacer obvio que tú estás en lo tuyo, no te importa lo que los demás piensen ti. Pero puede que muy en el fondo, en el subconsciente, todavía te importa que la gente te vea como tu quieres que te vean (como alguien diferente). El motivo fundamental de todo esto es el rostro que quieres reflejar ante la gente, todo tiene que ver con tu ego. Así es la naturaleza humana.

Esta es una vida muy pesada; te hace un esclavo, ya que no puedes hacer lo que sabes que es correcto, ser tú mismo o pensar por ti mismo.

Rostro de Iglesia

Cuando vas a la iglesia, estás involucrado en las actividades de jóvenes, y eres parte de la comunidad, ¿quién eres allí? Quieres que la gente note tu bondad, tu trabajo voluntario o lo que sea que hagas, así que tratas de decir las cosas correctas y de dar una muy buena impresión.

Pero nuevamente, ¿cuáles son tus motivos? ¿Estás haciendo estas cosas por amor a Dios y porque quieres servirle? ¿O es este comportamiento nuevamente conducido por egoísmo y orgullo?

Esta clase de hipocresía es también una esclavitud. ¿Cómo puedes ser genuino en tu servicio a Dios si tu enfoque es lo que la gente piense de ti?

Rostro de casa

Pero cuando llegas a casa, ya no estás tan preocupado con lo que tu familia o compañeros de habitación piensen. Allí le permites salir a tu “real yo.” ¿A quién le importa si estás de malhumor, eres grosero o flojo?

¿Qué te hace pensar que no necesitas preocuparte con lo que ellos sientan o piensen? ¿Estás en algún punto de tu mente, por encima de ellos? Quizás no conscientemente, pero si estimases a cada uno de los demás como superiores a ti mismo, si los amases más que a ti mismo, no te comportarías como lo estás haciendo. (Filipenses 2:3)

Eres aún un esclavo. En lugar de hacer la voluntad de Dios y dar lo mejor de ti a los que te rodean aún estás confundido en ti mismo, en lo que quieres y en lo que piensas y sientes.

¿Es difícil para ti cambiar quién eres en casa porque allí la gente te conoce muy bien y te es difícil humillarte y admitir que necesitas cambiar?

La conclusión

La conclusión de todas estas cosas es que todo es sobre mí, mi y mi.

¿Por qué te importa tanto lo que la gente piense? ¿A quién realmente deberías tratar de impresionar?

“… ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” Gálatas 1:10.

Un nuevo enfoque

¿Estás pensando en este momento que lo que leíste no es para ti? ¿Piensas que no eres esta clase de persona que le importa lo que la gente piense? Sé honesto contigo mismo. Presta atención y toma nota de cuántas veces en el día haces o no haces algo, por quien está o no está allí.

Todos nosotros andamos siempre en nuestro mundo, así es la naturaleza humana.

Pero esto puede cambiar. Inclusive si tus pensamientos están estancados en este círculo egocéntrico puedes vencer por completo y llegar al punto en el que eres libre de actuar con bondad ¡para la gloria de Dios en cada situación!

“Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” 2 Corintios 10:4-5.

“¿Estoy proyectando la imagen correcta? ¿Me van a notar?” Si estos pensamientos siguen apareciendo, tienes la habilidad de controlarlos, en lugar de que ellos te controlen a ti. Se humilde y admite la verdad de lo que eres tentado y ora por ayuda.

“Dios, Yo sé que esto no es como debería de ser. A pesar de que en este momento mi carne me empuja en esta dirección, lo que en realidad quiero es vivir una manera que te agrade y ser libre de estos pensamientos que me atan. Dame el poder de llevar estos pensamientos cautivos y de vivir de acuerdo a tu Palabra!”

Conscientemente dirige tus pensamientos hacia lo bueno. Úsalos y medita en la Palabra de Dios. Ora más por ti mismo. Ora por tus amigos, tu familia, por alguien que sabes que está pasando un mal momento. Ten en cuenta a la gente que te rodea en lugar de solo pensar en ti mismo. Haz lo bueno para otros. Sal de tus propios intereses.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” Colosenses 3:23

Cuando vives tu vida de esta manera, el honor de los hombres te importará cada vez menos a medida que afirmes tus raíces, te fundamentes y te establezcas en el Señor. Además, tus acciones siempre serán buenas y piadosas, sin importar donde estés y con quien estés. Tu vida será un honor para Dios, y Él podrá usarte en Su ministerio; tu vida irradiará bondad, amabilidad, amor, y todas las virtudes en lugar de mostrar inseguridad, dolor, esclavitud y ansiedad.

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.