Quizás no soy tan paciente como pensaba

Quizás no soy tan paciente como pensaba

Siempre he pensado que soy una persona muy paciente. Pero ahora, me di cuenta que solo me he estado justificando a mí misma.

Siempre he pensado que soy una persona muy paciente. Se requiere de mucho para que en realidad me frustre o enoje con la gente. Pero si una persona desafortunada llega “en el momento equivocado” me desahogaría con todas mis palabras y sacaría todo en contra de ellos.  

Yo pensaba: “bueno, casi siempre soy paciente, así que está bien enojarse o fastidiarse con alguien de vez en cuando.” Pero, la verdad del asunto es que yo perfectamente sabía que no estaba bien. Solo estaba justificándome a mí misma; estaba tratando de hacerme ver o sentir como una mejor persona. 

Admitiendo la verdad 

La verdad, lugar a duda, es que estoy llena de impaciencia y exigencias sobre los otros. Cuando explotaba, eran los demás los que recibían la peor parte de mi frustración y mis palabras ásperas. En lugar de crear paz a mi alrededor, estaba creando una atmósfera tensa y de miedo. Más tarde, cuando pensaba acerca de cómo reaccioné; mientras trataba de guardar todo dentro y luego salió de mí, odié que no podía controlar mis actos. Sentía un tremendo arrepentimiento, porque sabía que, no es lo que los otros hacen o dicen lo que me causa reaccionar de la forma en que lo hago, sino el pecado en mi naturaleza, el cual necesito vencer. 

La palabra de Dios dice: “El amor es sufrido, es benigno… todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.” 1 Corintios 13:4-8. Está escrito “todo”, entonces ¿qué tan grande es mi amor si es que solo soy paciente con las personas “la mayoría de las veces”? Cuando, por ejemplo, entro en situaciones donde siento que estoy siendo impaciente con mis compañeros de trabajo, o incluso con mi familia y los niños a mi alrededor, ¿puedo reconocer que me falta amor? ¿O simplemente lo estoy dejando a un lado, creando un charco de basura en mi vida que algún día será expuesto? 

Necesito utilizar la oportunidad esos momentos para ver y amar la verdad acerca de cómo soy y luchar contra esas tentaciones de impaciencia e irritación en mis pensamientos antes de que se conviertan acciones que hieran a los demás. Cuando soy tentada a ser impaciente o reaccionar con ira, siempre pienso en el versículo de Santiago 1:4: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Ahí encuentro la fuerza de Dios para vencer la tentación y, al mismo tiempo ser paciente y amorosa. ¡Existe una gran diferencia entre esconder mi impaciencia y ser verdaderamente paciente y amorosa! 

Cambiando mi forma de ser 

Para mí esto es algo muy alentador. Poder verme a mí misma, la verdadera impaciencia que tengo hacia los demás y en las situaciones de la vida; y poder cambiar mi forma de ser, me llena de esperanza. Quiero cambiar quien soy por naturaleza para que cuando otros estén a mi alrededor puedan sentir solo amor y paz, y no que estoy llena de exigencias y expectativas de ellos. 

Es una gran bendición estar alrededor de personas que tú sabes que de la nada no van a “explotar.” ¡Puedo una esa bendición para las personas a mi alrededor! 

Personalmente, sé que existen cientos de oportunidades cada día en las que puedo trabajar para obtener paciencia y un espíritu afable. ¡Cada día, que logre vencer cuando soy tentada, estoy más cerca de ganar esta batalla! Y así, el anhelo de mi corazón, que es reaccionar con amor fraternal con cada persona que conozca en mi vida, será cumplido. 

Esta publicación está disponible en

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.