¿Quién va a cargar el lavavajillas?
¡No puedo llegar a una vida en Cristo haciendo el mínimo esfuerzo!
A veces la vida puede ser ajetreada, estresante y difícil. Pero, la forma cómo elijo pasar mis momentos libres durante el día pueden determinar mi forma de reaccionar.
«Demasiado ocupada»
Cuando mi marido llega a casa al final del día me pregunta si he leído el verso de la Biblia y el artículo que me envió en la mañana.
«Oh, no», le digo. «Estuve un poco ocupada.»
Voy saliendo; debo ir a la universidad por la tarde, y estoy colocando los libros en mi bolso, y escribiendo unas notas para los niños acerca de quién deberá cargar el lavavajillas. Él viene llegando; tuvo un día largo conduciendo, visitando clientes y escribiendo las pólizas de seguridad. Justo alcanza de almorzar cuando ya debe salir de nuevo. Somos dos personas muy ocupadas, eso es seguro.
El molesto lavavajillas
Pero más tarde en la noche cuando llego a casa, ¿qué encuentro? No hay nadie en la casa, nadie ha cargado el lavavajillas, y estamos sin bolsitas de té. Le doy una patada a mis zapatos, tiro mi bolso al piso y me tiro delante del televisor. Pero no me puedo concentrar en la programación. Algo me irrita. Es el lavavajillas. El que nadie ha cargado. ¿Por qué tengo yo que hacerlo?
Cambio el televisor de canal para encontrar algo que calme mi autocompasión. Encuentro una histórica película de drama; espectacular. Pero no, no ayuda. Apago el televisor y reviso mi teléfono y las últimas publicaciones de Facebook, y los mensajes de Telegram y WhatsApp y durante media hora estoy absorta ante los animados intercambios en mis medios sociales hasta que me voy a la cocina a preparar una tostada. Entonces veo el lavavajillas nuevamente, y me sorprende seguir todavía molesta una hora después de verlo por primera vez. ¡Algo muy trivial! Comienzo a excusarme y a decir que es porque estoy muy cansada. Sin embargo, algo no está bien, y lo sé. Algo no está bien conmigo misma, y el lavavajillas sólo lo está provocando.
Una necesidad de la Palabra de Dios
Siento las señales de hambre; pero no de té y tostadas, sino de recibir una palabra de Dios para purificar mis pensamientos y mi espíritu. Necesito una espada para cortar en dos este sentimiento de autocompasión, y poder llegar a los lugares celestiales donde pueda regocijarme.
Entonces recuerdo el artículo que mi marido me envió temprano. El que no leí por estar tan ocupada. Saco mi teléfono y empiezo a buscarlo. Aquí hay un extracto:
«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.» (Romanos 8,28), pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir. (1 Corintios 10,13) Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. (1 Corintios 2,7)
Si seguimos a Cristo, entonces tenemos la garantía de una paz y alegría interior que nada ni nadie puede conmover.»
Buscando la ayuda que necesito
¿Realmente había estado tan ocupada para leer un verso? ¿Tan ocupada para leer un artículo edificante? Había tenido tiempo para escuchar la radio mientras desayunaba. Había tenido tiempo para actualizar Telegram con fotos del pan que estaba preparando, y del espino que había florecido. Sí, me gusta usar las redes sociales y las he utilizado con gran éxito para mantener contacto con los hermanos y la familia. Sin embargo, si hubiera leído las palabras de mi marido en la mañana, en lugar de haber hecho comentarios ingeniosos en Telegram, hubiera podido armarme para luchar contra los pensamientos de queja que se apoderan tan rápido de mí.
Mi espíritu anhela la paz y la alegría que «nada ni nadie puede conmover». Pero no puedo llegar a esto haciendo el mínimo esfuerzo. Dios me ha dado grandes promesas en su palabra de que puedo recibir parte de la naturaleza divina en cualquier circunstancia que me encuentre (2 Pedro 1,2-4), y debo estimularme a mí misma para poder ver los momentos en los que tengo la oportunidad de hacer esto realmente. Es posible tomar la decisión sobre cómo utilizo mis momentos libres.
Utilizando las oportunidades
Con esto en mis pensamientos, regreso al lavavajilla. En lugar de quejarme y amargarme que «yo soy la que debe hacerlo», puedo cargar el lavavajillas, agradecida de que tengo un lavavajillas. Puedo estar agradecida que tengo la oportunidad de trabajar y estudiar, y puedo estar agradecida por mis dos hijos que creen en el evangelio. Pero sobre todo, puedo estar agradecida que he recibido la oportunidad de ver parte de mi naturaleza que a menudo es oculta a mi vista. Puedo estar asida de la Palabra de Dios y seguir a Cristo. Puedo recibir victoria sobre mi pensamiento que me dice «¿por qué siempre debo ser yo?» Entonces una carga es quitada, y recibo una paz que no puede ser alterada.
Mientras más anhelo una vida libre de mi naturaleza amargada, más soy impulsada a buscar la Palabra de Dios. Se vuelve comida y bebida para mí: ¡Algo tan necesario para mi vida que sin ella no puedo pasar el día!
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.