¿Quién necesita ayuda en la tentación?
Muchas personas quieren deshacerse de la culpa que los hace sentir mal. Pero, ¿cómo podemos evitar un nuevo sentimiento de culpa en el futuro?
"Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados." Hebreos 2:18.
Podemos preguntarnos: ¿Quién necesita ayuda en la tentación?
Son aquellos que han llegado a creer que es posible vencer en la tentación. Si la intención no es vencer en la tentación, entonces ¿para qué necesitan ayuda? Los que no creen que pueden recibir victoria en el momento de tentación no necesitan ayuda en la tentación.
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte." Santiago 1:12-15.
Aquí lo tenemos. Es completamente posible que una persona soporte la tentación, cuando es atraído y seducido por sus propios deseos. La cruz impide que el deseo se una a nuestra mente, y por ende no da luz al pecado. La corona de vida les espera a los que vencen los deseos de la carne. Sí, ellos son coronados con vida y con un gozo verdadero. Por medio de la fe, la carne con sus pasiones y deseos puede ser crucificada. (Gálatas 5: 24.) Eso es exactamente lo que experimentan los que verdaderamente pertenecen a Cristo.
¡Ayuda en la tentación!
En la Biblia leemos que Dios no puede ser tentado por el mal. Pero de Jesús está escrito que fue tentado. (Hebreos 2:18; Hebreos 4:15). En otras palabras, Jesús era un ser humano con una naturaleza como la nuestra, a pesar de ser el Hijo de Dios. Esto significa que también pudo ser atraído y seducido por las pasiones que vivían en su cuerpo terrenal. Sin embargo, Él siempre venció, y por eso quedó completamente puro y sin mancha del pecado.
"Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo." Hebreos 2:17.
Muchas personas dicen que se convirtieron a Jesús y le entregaron su corazón porque sintieron que lo necesitaban. ¿Pero para qué lo necesitaban? Querían librarse de la culpa que los agobiaba. Y eso es algo bueno, pero ¿cómo van a evitar una nueva culpa si no llegan a la victoria sobre el pecado?
Tú dices que necesitas a Jesús como tu sacrificio expiatorio, pero ¿no lo necesitas también como tu misericordioso y fiel Sumo Sacerdote ? ¿No necesitas a alguien que estuvo en debilidad, habiendo sido tentado? (Hebreos 5:2.) ¿Acaso no necesitas su ayuda en la tentación?
¿No necesitas a un precursor y ejemplo, el cual no hizo pecado, para que sigas Sus pisadas? (1 Pedro 2:21-22).
"Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios." 1 Pedro 4:1-2.
La fe y la convicción de que es posible elegir sufrir en lugar de pecar, como hizo Cristo en los días de su carne – cuando tenía la misma carne que yo – es un arma muy poderosa en la lucha contra el pecado.
Jesús resucitó de entre los muertos y rompió las cadenas de la muerte. Hoy, por medio de este poder de la resurrección, los que creemos somos nacidos de nuevo para una esperanza viva. Esta esperanza es la gracia y ayuda que podemos recibir en la tentación para triunfar sobre todo el mal que mora en nuestra carne. (1 Pedro 1:3-6). Este es el camino para tener una vida feliz.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.