¿Qué tanto significado tiene un Nombre? Lo que los asombrosos nombres de Jesús dicen sobre Él
¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo que significan para ti algunos de los muchos nombres y títulos de Jesús?
Lo que Jesús significa para nosotros no puede ser descrito con palabras. En la Biblia, a Jesús se le han dado muchos nombres, títulos y descripciones que pueden darnos una idea de quién es y lo que ha hecho por nosotros. La lista que tenemos aquí es solo un comienzo, y totalmente incapaz de dar una descripción completa, pero tal vez nos puede inspirar para empezar a leer y pensar más sobre nuestro amado Señor y Salvador, Jesucristo – y lo que sus nombres y títulos significan para nosotros, personalmente – ¡tanto ahora como en la eternidad!
El Verbo – la Luz del Mundo
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres…. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:1-4, 14.
La Palabra de Dios contiene la sabiduría, la voluntad y los pensamientos de Dios. Cuando Jesús vino a la tierra, llevó a cabo la voluntad de Dios tan completa y perfectamente que la Palabra (el Verbo) se hizo carne. En Su vida la gente pudo ver gracia, verdad, sabiduría y el poder que hay en la Palabra de Dios, la cual es la gloria de Dios. Todas Sus acciones, palabras y actitudes irradiaban la gloria de Dios. La vida de Jesús fue un faro brillante, una luz que muestra el camino al Padre. Ahora nos toca a nosotros, si seguimos Su ejemplo, ¡la Palabra también puede hacerse carne en nosotros!
Emanuel – Dios con nosotros
“He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.” Mateo 1:23.
El pecado ha causado una separación entre Dios y la gente, pero Dios anhela celosamente nuestro espíritu (Santiago 4:5) y quiere restaurar la comunión que originalmente tenía con su creación. Jesús dejó su hogar con el Padre y vino a la tierra por causa de nosotros. Como siempre estuvo de acuerdo y obedeció la voluntad de Dios, el significado de este nombre se cumplió verdaderamente en Jesús: Emanuel – “¡Dios con nosotros!”
Es solamente a través de Jesucristo que tenemos acceso a Dios. A través del sacrificio expiatorio de Jesús en la cruz, nos reconciliamos con Dios, y a través de Su vida tenemos un camino de vuelta al Padre. Incluso ahora, Él constantemente vive orando por nosotros, para que podamos ser salvados perpetuamente (Hebreos 7:25).
El Hijo de Dios – el Hijo del Hombre
“Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” Lucas 1:35.
Jesús no tenía un padre terrenal, sino que fue concebido por el Espíritu Santo, por lo que Dios era su Padre. Debido a esto, Jesús tenía el Espíritu con Él desde su nacimiento, y en el poder del mismo pudo llevar a cabo toda la voluntad de Dios.
Sin embargo, al venir a la tierra, también se convirtió en un ser humano. Él fue el hijo de María de la casa de David. El nombre o título que Jesús más utilizó para sí mismo fue el de Hijo de Hombre. Siendo hombre ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas para ser librado de la muerte, y por Su obediencia a la Palabra y voluntad de Dios, venció sobre el pecado – y con ello el poder de la muerte. (Hebreos 5:7-8) ¡En todas Sus pruebas y tentaciones como hombre, Jesús nunca pecó! Él renunció a su propia voluntad para hacer la voluntad de Dios y deshacer por completo las obras del diablo. (1 Juan 3:8).
¡La vida intachable y sin pecado de Jesús pudo ser usada como un sacrificio para expiar los pecados del mundo entero! Su sacrificio nos libera si creemos en Él y lo aceptamos como nuestro Señor, Salvador, y nuestro ejemplo, a quien podemos seguir. (1 Pedro 2:21-24).
“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.” Mateo 18:11.
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Marcos 10:45.
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Jesucristo – Salvador
“He aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Mateo 1:20-21.
“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” Lucas 2:10-11.
Jesús proviene de una forma del nombre “Yeshúa” o “Josué”, cuyo significado es “Dios salva” y/o “Salvador.” Este era un nombre común, Jesús nació en toda humildad – como un ser humano, el Hijo del Hombre. ¡Y fue a través de este Hombre que el mundo iba a ser salvado! El pecado llegó al mundo a causa de la desobediencia y orgullo del primer hombre, Adán, pero en el Hombre Jesús, el pecado fue vencido a través de Su humildad y obediencia a Dios. En Jesús, la maldición que había entrado en el mundo por causa del pecado fue destruida, Él venció a la muerte por medio de Su propia muerte al pecado. Ahora, nosotros podemos ser salvados del pecado a través de la muerte expiatoria de Jesús en la cruz, y también podemos obtener Sus virtudes siguiendo Su ejemplo de vida.
Por esta misma razón también se le es dado el título de “Cristo”, que significa “Ungido” y/o Mesías, enviado por Dios Su Padre y ungido para hacer esta obra tan importante.
Détente y piensa un momento en el amor que Jesús nos mostró cuando tomó sobre sí esta obra voluntariamente, y en las consecuencias que tiene para ti y para mí.
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YO SOY – Alfa y Omega
“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, YO SOY.” Juan 8:58.
“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.” Apocalipsis 22:13.
El nombre de Dios es “YO SOY”, y cuando Jesús dice lo mismo de sí mismo, muestra que es uno con el Padre – eterno, inmutable, fiel y verdadero. Él era antes de que el tiempo existiera, y permanecerá por toda la eternidad. ¡Pero lo que es aún más sorprendente es que Jesús dejó el cielo y la eternidad para venir a la tierra como hombre por un tiempo! Él vivió Su vida en la tierra en obediencia a la voluntad del Padre, y cuando fue crucificado y dio Su vida por nosotros, no fue el final, sino más bien una entrada triunfal de vuelta a esa gloriosa eternidad. En todas Sus pruebas y tentaciones, permaneció fiel y verdadero, por eso Su Espíritu pudo regresar a Dios sin ser contaminado por el pecado que había encontrado aquí en la tierra. Él permanecerá para siempre; cuando este mundo pase, Su vida seguirá siendo un magnífico ejemplo de lo que Dios puede hacer en una persona.
Él ha ido antes de nosotros, convirtiéndose en nuestro ejemplo y precursor. Si lo seguimos, llegaremos a donde Él está y viviremos juntos en la eternidad, siendo ejemplos de lo que Dios puede hacer en las personas que hacen Su voluntad.
Rey de reyes y Señor de señores – el Nombre que es sobre todo nombre
Cristo Jesús es el que ha vencido – el que venció al pecado y a la muerte. Él es el que más se ha humillado a sí mismo, y por lo tanto ahora es exaltado por encima de todo nombre. Gracias a que glorificó a Su Padre con Su vida, ahora está sentado a la diestra de Dios, ¡para la gloria de Dios! Su triunfo es eterno y, por lo tanto, su gloria también. Toda potestad le ha sido dada en el cielo y en la tierra; y por medio de esta potestad es poderoso para salvarnos. ¡Él reinará por los siglos de los siglos! (Apocalipsis 11:15).
“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.” Apocalipsis 19:15-16.
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:5-11.
Lo que es increíble, y algo que debemos entender por la fe, es que Él quiere compartir esta gloria con nosotros. Quiere que le sigamos y también muramos al pecado para que podamos ser participantes de Su vida – esto es, Sus virtudes. (2 Pedro 1: 3-4) ¡Quiere que seamos coherederos con Él! (Romanos 8:16-18). La fe en esto debería incitarnos a vivir una vida digna de este llamado, dispuestos a renunciar a nuestra propia voluntad para seguirlo, mostrando nuestro gran amor y gratitud hacia Él obedeciendo Sus mandamientos. ¡Qué nuestras vidas sean una eterna alabanza y agradecimiento a nuestro amado Señor y Salvador, Jesucristo – nuestro hermano! ¡Y que el nombre de Jesús sea glorificado por toda la eternidad!
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.