¿Qué significa realmente ser humilde?
Sabemos que Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Pero ¿cuál es el verdadero significado de ser humilde?
Verdadera humildad es estar dispuesto a renunciar a todo lo que proviene de mí para ser obediente a Dios y hacer Su voluntad. El verdadero significado de humildad es la misma actitud que puedo aprender de Jesús: “no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Lucas 22:42.
Elegir hacer mi propia voluntad – vivir de acuerdo a mis deseos, razonamiento y opiniones – en lugar de la voluntad de Dios, es soberbia. Si elijo hacer mi voluntad y no la de Dios es como decir básicamente que yo sé más que Dios, y eso inevitablemente me llevará a hacer las obras de la carne, ya que mis acciones no son impulsadas por el Espíritu. (Gálatas 5).
Verdadera humildad es someterse a la guía del Espíritu, y el resultado de esto será que de mí se manifieste el fruto del Espíritu. Puedo pensar que tengo algunas buenas ideas, todo tipo de cualidades humanas, algo de sabiduría y algo de intuición, las cuales no son malas características, pero tengo que ponerlas al servicio de la voluntad de Dios, aun cuando “mis planes” estén en desacuerdo con la voluntad de Dios.
Verdadera humildad en las pequeñas cosas
Puedo practicar la humildad en cosas pequeñas; por ejemplo, tal vez realmente quiero regañar a alguien. Mi sabiduría humana me dice que se lo merece, e incluso cree que necesita escuchar lo que tengo que decir porque es para su propio bien. Pero lo que el Espíritu señala es que es en realidad debido a mi propio ego – al pecado en mi carne – que estoy siendo tentado a responder de esa manera. Pero es allí donde tengo la oportunidad perfecta para humillarme en la situación y renunciar a mi propio deseo. Solo así podré responder con amor y bondad, y del mismo modo, podré ver que el efecto que causo es mucho mejor.
Cuando soy obediente al Espíritu, el fruto del Espíritu se manifiesta en mí. Esta es la voluntad de Dios para mí. Entonces si hay momentos en los que es necesario exhortar, o incluso reprender a alguien, puedo saber que lo hago por amor a ellos, y por la guía del Espíritu, más que de acuerdo a mis propias reacciones pecaminosas.
Lo mismo podemos decir de las muchas decisiones diarias que tengo que tomar cuando soy tentado. Necesito obedecer la guía del Espíritu, en lugar de reaccionar según mis impulsos humanos.
Verdadera humildad en las grandes decisiones
Es lo mismo cuando tomamos grandes decisiones en la vida. Por ejemplo, quizá tengo una necesidad humana muy natural de una relación. Tal vez esta necesidad es tan fuerte que me lleva a algo que no está bien para mí. ¿Puedo entonces humillarme y doblegarme ante Dios y decir: “no se haga mi voluntad, sino la tuya”?
Su Espíritu es el que me dirá lo que está bien y lo qué está mal para mí. Pero si soy desobediente, comenzaré a hacerme sordo a Su voz hasta llegar al punto en el que ya no puedo escucharlo más y no sé qué es lo que debería de hacer. Esto es porque Dios resiste a los soberbios.
Sin embargo, si me someto en obediencia a Su guía para mi vida, y confío en el Señor de todo mi corazón, Él me guiará por el camino correcto para mi vida. Allí encontraré la gracia para reposar en tiempo de necesidad y vivir una vida contento, agradecido y alegre confiando en la convicción de que Su voluntad para mí es perfecta, puesto que Dios da gracia a los humildes.
“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” Santiago 4:6.
Todos mis planes pueden ser sometidos a Dios. Si sigo adelante con mis propios planes e ideas, ignorando la obra del Espíritu en mí para ir en una dirección diferente, entonces mi orgullo me llevará a un camino que no pertenece a Dios.
La verdadera definición de humildad
Elegir someterse a Dios y ser obediente a Él es la verdadera definición de humildad; es admitir que no sé qué es lo mejor para mí. Solo Dios lo sabe, y Él me lo revelará cuando busque Su guía.
Humildad no significa que tengo que ser tímido e inactivo. Debo ser un instrumento de justicia en las manos de Dios. No puedo hacer eso con mi propia “sabiduría”, pero cuando renuncio a ella, Dios puede usarme como sea necesario para Su obra. La clave es hacer lo que Dios requiere de mí y someterme a Su voluntad.
“Haré todo lo que tú me mandes.” Rut 3:5.
Esto es humildad, y tal humildad tan profunda encuentra, sin lugar a duda, gracia ante el rostro de Dios. Una persona con una mente tan abierta y recta como Rut está destinada a algo grande. Las personas con una actitud de soberbia nunca escuchan a Dios cuando se les habla, porque Él resiste a los soberbios. Pero aquellos que son humildes, y con un corazón recto quieren saber y hacer la voluntad de Dios, reciben gracia y Dios puede hablarles.
“La recompensa de la humildad y el temor del Señor son la riqueza, el honor y la vida.” Proverbios 22:4. [LBLA]
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.