¿Qué es considerado un pecado?

¿Qué es considerado un pecado?

¿Sigues haciendo lo que está mal, a pesar que sinceramente anhelas hacer lo bueno?

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Como cristiano he hecho un pacto con Dios; que no quiero pecar. (Romanos 6,12-13) Ahora, me doy cuenta que algo que hice estuvo mal – justo un momento después de haberlo hecho. Pero es demasiado tarde, ya está hecho. ¿Significa he pecado?

Me he convertido y decidido a vivir sólo por Jesús. Tengo una mente nueva que anhela hacer el bien, ¡y he acabado por completo con mi antiguo comportamiento pecaminoso! Todas esas cosas que sé que son pecados y me separan de Dios. Cosas que sabía que jamás habría hecho, para comenzar.

Sin embargo, experimento que todavía soy tentado a pecar. Por ejemplo, quiero mentir para salir de una situación difícil. Pero estas pasiones que son una parte de mi naturaleza humana, no tienen que controlarme. ¡Con la ayuda de Dios puedo tener victoria!

Pero ahora empiezo a ver cuántas veces hago cosas que fueron completamente sin intención, pero que igualmente van contra la voluntad de Dios.

Pero ahora empiezo a ver cuántas veces hago cosas que fueron completamente sin intención, pero que igualmente van contra la voluntad de Dios. Por ejemplo, sin ser consciente, me enojo con un amigo que hace algo que me irrita, ¡aunque mi deseo es ser bueno con todos!

Ahora entiendo lo que Pablo dice cuando escribe: «Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.» (Romanos 7,15) Ni siquiera me doy cuenta de estas cosas hasta que ya están hechas. Entonces, ¿peco sin saberlo; sin quererlo?

Las obras de la carne

Cuando hago algo mal, sin ser antes consciente que estoy siendo tentado a pecar, es algo que la Biblia llama una «obra de la carne». (Romanos 8,13) Todos tienen deseos en la carne, y en ocasiones se manifiestan sin que uno ni siquiera sea consciente de ello. Esto no es lo mismo que cometer pecado. No hubo ningún momento en que me diera cuenta que estaba siendo tentado y necesitaba tomar una decisión, si iba o no a estar de acuerdo en ceder a la tentación.

Por lo tanto, puedo dejar una conversación y darme cuenta que juzgué a mi amigo. O bien darme cuenta que reaccioné con impaciencia en una situación determinada. Tomo conciencia de que lo que hice no fue la voluntad de Dios; no fue lo correcto.

¡Incluso en este momento sigo teniendo la oportunidad de recibir victoria sobre el pecado! Necesito reconocer lo que he hecho – si soy demasiado orgulloso para admitir que me equivoqué, entonces Dios no puede hacer nada conmigo. «Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.» (Santiago 4,6) Admito que lo que hice no fue la voluntad de Dios. Mi sentir es servir a Dios, por lo que odio lo que no es conforme a su voluntad, y me decido firmemente a estar más despierto en el futuro. Esto se vuelve una victoria posteriormente.

Sigue adelante

Por lo tanto debo seguir adelante, y no permitir que Satanás mantenga esto sobre mí y cree una mala conciencia. El desánimo nunca es una opción. Mi voluntad sigue siendo hacer el bien; esto no ha cambiado. «Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.» (Romanos 7,20) Pasó, pero ahora está en el pasado. Ahora lo entiendo mejor, y la próxima vez que esté en una situación similar estaré más despierto. Sé cuáles son mis tendencias, y estaré preparado para reconocer y resistir la tentación.

Ahora lo entiendo mejor, y la próxima vez que esté en una situación similar estaré más despierto… y estaré preparado para reconocer y resistir la tentación fristelsen.

Pablo continúa explicando mi postura ante Dios: «Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.» (Romanos 7,25; 8,1). ¡Ninguna condenación! Mi mente no estaba de acuerdo con «la obra de la carne», y Satanás no tiene ningún derecho sobre mí.

Tenemos mucha esperanza, y mucha gracia de Dios. Realmente quiere que tengamos éxito, y nos da todas las posibilidades para ser transformados. (Romanos 12,2) Lee 2 Pedro capítulo 1. ¡Podemos ser partícipes de la naturaleza divina! Pero para que esto suceda, primero tenemos que ser libres de nuestra naturaleza humana, y necesitamos estas experiencias de aprendizaje para hacer esto. No podemos saber lo que debemos purificar si no lo vemos primero.

Transformación

Cuando me doy cuenta que he juzgado a otros, aunque no fue mi intención, entonces sé que juzgar es una tendencia en mi naturaleza humana. Ahora sé en qué debo trabajar; erradicar esa actitud de juzgar a los demás de modo que pueda ser sustituida por longanimidad.

Cuando miro hacia atrás en una situación y veo que me comporté de manera egoísta, aunque nunca fue mi intención, entonces descubro lo mucho que esto es parte de mí. Ahora puedo actuar y aprovechar cada oportunidad para aprender a ser generoso y amar, en lugar de vivir para mí mismo.

Cuando he estado preocupado, entonces veo lo mucho que tengo que aprender a confiar en Dios.

La lista es larga. Nos damos cuenta que somos débiles como personas, pero Dios es fuerte en nuestro nombre. Nos quiere dar todo lo que necesitamos para completar esta transformación.

«El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.» (Isaías 40,29-31)

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.