Preservando una fe de niño en la edad adulta

Preservando una fe de niño en la edad adulta

He experimentado que una simple fe en Dios trae resultados.

Una experiencia de fe

Cuando tenía cinco años, experimenté algo que fue fundamental para mi vida cristiana. Lo recuerdo como si fuera ayer. Era una niña muy sensible y que se preocupaba mucho, me aterrorizaba estar fuera de las cuatro paredes de nuestra casa. La idea de empezar la escuela era una gran fuente de ansiedad para mí, lloré por mucho tiempo desde antes por el hecho de pensar que pronto tendría que empezar la escuela.

Llegó el primer día de escuela y el momento de que mamá me dejara con la maestra llegó. Me sobrevino un pánico interior tan solo de pensar en la separación. Mamá me dejó con la maestra para irse a trabajar. Comencé a llorar tanto que mamá tuvo que volver del trabajo. Me llevó a un lado de la entrada de la escuela y me preguntó si quería orar para no tener miedo. Ella dijo: "Clara, cuando hayas orado, entonces no necesitas pensar en tus temores para nada, porque le diremos todo a Jesús y Él será tu fortaleza." ¡Verás que todo saldrá bien!

En mi pequeño corazón, creí en todas las palabras de mi madre, porque solíamos orar por todo en casa. A pesar de que la gente pasaba por la entrada, rápidamente me puse de rodillas, sabía que necesitaba la ayuda de Jesús para poder superar esto, oré con todo mi corazón, “¡Jesús, ayúdame a no tener más miedo!” mamá me dijo: “Voilà, ¡ahora se lo has dicho a Jesús, ve! “Me di la vuelta y llena de un nuevo ánimo volví con la maestra, y me repetí en silencio: “Le dije a Jesús.”

Recibí paz y descanso en mi corazón durante el resto del año, porque se lo había contado todo a Jesús y me lo recordaba a mí misma cada vez. Ya no tenía miedo; me sentí fuerte. Yo sabía que Él estaba de pie junto a mí. Esta experiencia fue la base de mi vida cristiana hasta el día de hoy. Jesús es mi mejor amigo ¡Puedo echar todo sobre Él, con una fe simple, y Él cuida de mí!

Preservando una fe de niño en la edad adulta

“Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Mateo 18:2-3.

He pasado por muchas diferentes pruebas en mi vida con respecto a mi familia, salud, finanzas, etc. – pruebas que han fortalecido mi fe en Dios. A  veces soy tentada a preocuparme y pensamientos de ansiedad regresan. Cuando crecemos también crece nuestro razonamiento, pero lo que experimenté en mi infancia seguido regresa a mi mente. "Ten un corazón simple como el de un niño." Esta fe simple de niño – creer en la Palabra de Dios tal como está escrita – ha sido lo que me ha  ayudado.

Dios tiene cuidado de mí al darme paz y un profundo reposo, ¡esto cuando en fe simple como la de un niño pongo toda mi ansiedad sobre Él! (1 Pedro 5:7). He recibido la "solución" la cual me ha ayudado una y otra vez en las situaciones de la vida. Todas la veces que he decidido creer y obedecer la Palabra de Dios simplemente sin intentar razonar todo, tal como lo hice cuando tenía 5 años, Dios me ha dado paz, así como está escrito en el Salmo 23. Este ha sido un pasaje en la Biblia que he experimentado durante mi vida.

Oraciones que son agradables a Dios

En los últimos años, especialmente desde que me convertí en madre, me he dado cuenta de que si quiero vivir una verdadera vida cristiana que sea totalmente agradable para Dios, una vida en la que me vuelvo cada vez más feliz, llena de paz y fortaleza sin importar lo que se presente en mi camino, está directamente relacionado con la forma en que tomo las cosas. Incluso las cosas más pequeñas. Mis reacciones—cómo reacciono cuando mis hijos y mi esposo me ven “en acción” cada día, pero también en mis pensamientos donde solo el Señor me ve. ¿Soy real? ¿Soy la misma persona a donde quiera que vaya? ¿Practico la Palabra de Dios cuando he recibido luz? ¿Pueden mis hijos decir que soy tan amable, feliz y paciente con ellos como lo soy fuera de nuestra casa, por ejemplo?

He visto cómo Dios responde a las oraciones de un corazón puro; oraciones que son agradables a Él. (1 Juan 5: 14-15) Cuando mi deseo en las diferentes pruebas de la vida es obtener más de su naturaleza, su paciencia, su fuerza, su descanso, su espíritu, su amor, su sabiduría, la voluntad de hacer el bien, más coraje, paz, etc., sé que mis oraciones son agradables para Él.

Mi capacidad natural de amar es muy limitada, y está escrito en la Palabra de Dios que debemos participar de la naturaleza divina. (2 Pedro 1: 4) Es por ello que no oro para que mis situaciones cambien, ¡pero oro para obtener más del amor de Cristo! Sé que cuando oro de esta manera, estas oraciones son agradables a Dios, porque no es mi propia voluntad la que quiero hacer, sino su voluntad. No oro para satisfacer mis propios deseos, sino para obtener más de su vida, y es por eso que estoy segura de que obtendré lo que pido. Puedo preguntarle lo que sea con total seguridad, y continuar en mi vida cotidiana con la certeza de que Él está a mi lado y me ayudará en lo que sea que se me presente. ¡Él se encarga de todas las cosas, incluso cuando duermo!

Una vez que he orado, puedo aprender a ser paciente y repetirme: "Le dije a Jesús", hasta que obtenga este reposo, ¡y luego los resultados llegan! He aprendido a dejar de lado los primeros pensamientos – mis tristezas, preocupaciones, cosas que no entiendo, etc., aparte, y he visto cómo Dios, en su tiempo, provee. ¡Varias veces, he experimentado milagros!

La simple experiencia de la oración en mi infancia fortaleció mi fe, pero he visto cómo Dios quiere hacer aún más en mí y a través de mí. ¡Él quiere transformarme para poder ser más como Él! Cuando tengo el mismo deseo que Dios tiene para mí, entonces tengo la seguridad de que me transformará, y un inmenso gozo porque tengo una conciencia pura. ¡Dios siempre está a mi lado! Él me da más poder para actuar, más de su Espíritu Santo y más revelación en su Palabra.

¡Esta es la vida más interesante que una persona puede vivir aquí en esta tierra!

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.