Preparándote para los últimos tiempos
No tenemos todas las respuestas acerca de los últimos tiempos. ¿Pero sabes qué es lo más importante que puedes hacer para prepararte?
El término “los últimos tiempos” puede llegar a generar una gran interrogativa. Hay términos que conocemos como “La gran tribulación”, “El Día del Juicio”, “El anticristo”, pero no estamos 100% seguros de qué se tratan. Podemos buscar en Google sobre estos temas y encontrar una gran variedad de explicaciones, incluyendo predicciones y teorías del día del juicio, lo cual puede llevar a mucha incertidumbre e incluso traer miedo.
¿Cómo podemos saber si es el final de los tiempos?
La verdad es que Jesús mismo dijo, “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre…” Mateo 24:36. La Biblia nos da varias pistas y señales que podemos consultar. Podemos leer sobre todo esto en Apocalipsis, Tesalonicenses y Daniel, y también en los libros de otros profetas. De igual manera, Jesús nos da algunas señales en los evangelios de lo que vendrá. Mas, sin embargo, nadie puede decirnos con exactitud, cuándo y qué va a suceder.
Pero para aquellos que aman a Cristo, lo más importante que deben saber sobre los últimos tiempos, es que no deben temer en lo absoluto (Lucas 12:32; Hebreos 13:6). Porque para nosotros esto significa que finalmente seremos arrebatados para estar con nuestro Salvador por la eternidad. Esa es la meta de nuestra vida – ¡vivimos para el día en que nos encontraremos con Él y estaremos con Él para siempre! Así que, en lugar de preocuparnos y temer, podemos esperar con gran expectación ese día. ¡Es el día por el cual esperamos, vivimos, y anhelamos!
Jesús nos dice como debemos reaccionar ante estas cosas en Lucas 21:28. “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.” ¡En eso está nuestra esperanza, nuestro consuelo y nuestro reposo! ¡Podemos encontrar una enorme paz al saber que nuestra redención está cerca!
¡Estad preparados!
“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” Mateo 24:44.
Así pues, no sabemos si Él vendrá mientras vivamos. No sabemos si ocurrirá en 100 años, 25 años, 10 años, o mañana. Si tenemos el sentir de la esposa de Jesús y supiéramos que Él no vendrá en otros 100 años, y si tuviéramos la oportunidad de vivir en la tierra todo ese tiempo ¿No amaríamos y serviríamos a Jesús al mismo grado? ¿No seguiríamos usando cada momento de ese tiempo para vivir para Él?
No deberíamos comenzar a pensar y buscar cómo prepararnos cuando ocurren cosas que parecen ser señales obvias, o tal vez presagios de los últimos tiempos. Toda nuestra vida debería residir en el espíritu de expectativa por aquel día en el que nos encontraremos con nuestro Señor y Salvador – nuestro esposo. (Lee la parábola de las 10 vírgenes en Mateo 25). No vivimos de tal manera que cuando pensamos que es el final de los tiempos, nos apresuramos desesperadamente para ver si apenas alcanzamos a pasar a través de la puerta. Nosotros vivimos toda la vida preparándonos para este día, ese es nuestro amor por Jesús, quien nos amó primero; y eso es lo que nos constriñe. (1 Juan 4:19; 2 Corintios 5:14.)
Haced la voluntad del Padre que está en el cielo
“Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.” Juan 14:3-4. Jesús dijo, que Él está allí ahora, preparando lugar para nosotros. ¡Y un día estaremos con Él en la eternidad! Pero hay un camino por el cual debemos ir para poder llegar allí – y nosotros conocemos ese camino. Él es el camino; Él nos lo ha mostrado y nos ha dicho, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Mateo 7:21. Ese es el camino en el que debemos andar. Debemos ser activos en buscar y hacer la voluntad de Dios. ¿Y cuál es la voluntad de Dios? que no pequemos hasta el punto en el que tengamos luz y entendimiento.
Lee más acerca de lo que significa hacer la voluntad de Dios aquí: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Pablo escribe a Timoteo sobre los tiempos peligrosos que vendrán en los postreros días. Mas lo que le describió como “tiempos peligrosos” no fueron desastres, desgracias o catástrofes. Él define el peligro como un momento en el que los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, orgullosos, sin amor, obstinados, y muchas otras cosas. (2 Timoteo 3:1-5). Vivir de tal manera que nos convirtamos en tales hombres es donde se encuentra el verdadero peligro. Pero si andamos en el Espíritu, no cumpliremos los deseos de la carne. (Gálatas 5:16.) Él nos mostrará estas cosas cuando surjan en nosotros del pecado que mora en nuestra carne. ¡De manera que podremos reconocer eso, amar la verdad sobre nosotros mismos, y vencer estas cosas a través de Él! ¡Eso es lo que nos sostiene en los tiempos peligrosos!
¿Cómo podemos estar seguros de que estaremos listos cuando Él venga?
Si vivimos conscientemente para Él y somos fieles, entonces no debemos temer “que no estaremos listos.” No necesitamos pensar: “¿Tengo suficiente tiempo para prepararme?” Todo lo que se demanda es que seamos fieles en este momento. Entonces, si bien es cierto que toda una larga vida de fidelidad y preparación es algo excelente, también es cierto que, si comenzamos ahora y somos fieles a partir de este momento, no importa, cuándo llegue ese día, seremos juzgados justos. De manera que no debe existir pánico de que necesitemos X años para prepararnos. Si somos fieles para hacer la voluntad de Dios, seremos llevados al reino de los cielos. Entonces perteneceremos allí.
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.” Colosenses 3:1-4.
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1 Juan 3:2-3.
Seremos semejantes a Él y estaremos con Él por la eternidad. Ese es el deseo de nuestro corazón y la meta final. Para eso vivimos. Nuestras vidas giran en torno a nuestro amado Salvador y Esposo. ¡Así pues, ahora podemos levantar nuestras cabezas y esperar ese día en que finalmente podremos encontrarnos con Él y estaremos con Él para siempre!
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.