¿Por qué parece que Dios responde unas oraciones y otras no?

¿Por qué parece que Dios responde unas oraciones y otras no?

Dios siempre escucha nuestras oraciones. El nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Sin embargo, ¡no siempre entendemos y oramos por lo que es necesariamente mejor para nosotros!

Podemos ver en la historia de Ana, en 1 Samuel, que Dios responde las oraciones.

“Mi corazón se regocija en Jehová,
Mi poder se exalta en Jehová;
Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos,
Por cuanto me alegré en tu salvación.”
1 Samuel 2:1

Estas palabras son parte de la oración de Ana, con las cuales dio alabanza el día que llevó a su pequeño hijo Samuel a vivir en el templo con el sacerdote, Eli. Ana había orado a Dios que le diera un hijo, prometiéndole que sería dedicado a su servicio si su oración era escuchada, y ya sabemos la historia: Su oración fue escuchada. Ella estaba desbordando de alegría, el día que tomó a su pequeño hijo hacia el templo para entregarlo al Señor, a pesar que no era fácil para ella dejarlo allí. (1 Samuel 1:28)

Dios responde las oraciones – a su manera

A menudo pensé en la historia de Ana y Samuel. A habido algunos momentos en mi vida en los cuales también he sentido una necesidad, o anhelo por algo más. Algunas veces Dios respondió mis oraciones y otras veces pareció que no lo hizo. En esos momentos, cuando he tenido una profunda necesidad en mi corazón he pensado en la historia de Ana y me he preguntado –  ¿Por qué parece que Dios responde unas oraciones y otras no?

En Isaías 55:8-9 está escrito, “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”

Dios tiene un plan perfecto para nuestras vidas. Él puede ver desde el comienzo hasta el fin, y tiene muchas cosas que enseñarnos. Podemos pensar que sabemos qué es lo mejor para nosotros. Por ejemplo, debería tener este empleo, o casarme con esta persona, etc. Podemos planear nuestra vida y pensar que tenemos todo bajo control. Pero como vemos en Isaías 55:8-9, los pensamientos de Dios a menudo son diferentes a los nuestros. Como seres humanos, buscamos ganancia terrenal y nuestra propia comodidad. Pero los pensamientos de Dios son el transformarnos de nuestras tendencias terrenales humanas y crear algo divino a través de nuestras situaciones en la vida.

El Plan de Dios para mi vida

Si encontramos que Dios no responde nuestras oraciones de la manera que esperamos, entonces podemos tomarlo como una oportunidad para entrar en reposo. Esto puede ser una lucha constante, porque significa renunciar a mi propia voluntad y reconciliarme con el plan de Dios para con mi vida. Yo puedo luchar contra estos pensamientos que quizás Dios no me ama, porque mis oraciones no son escuchadas. Yo puedo decidirme a creer en el verso que dice “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena…” Salmos 139:17-18.

Cuando aprendo a amar la voluntad de Dios en mi vida, entonces Sus pensamientos se vuelven mis pensamientos, y Sus caminos mis caminos. Aprendo entonces a orar de acuerdo a Su voluntad en mi vida.

Deléitate en el Señor

Recuerdo un mensaje que escuché, donde se mencionó el Salmo 37:4 “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.” En ese momento, sentí que me faltaba algo en mi vida y estuve orando a Dios para que llenara esa necesidad. Sin embargo, el que daba el mensaje, animaba a toda la congregación a aprender a deleitarnos en el Señor. El decía que cuando haces esto, renuncias a tu propia voluntad y pones todo en las manos de Dios. Cuando escuché este mensaje, conscientemente elegí hacer esto. Decidí que no importa cuánto lo desee, pondré mi deseo a un lado y me enfocaré en “deleitarme en el Señor.” Estaré ocupada en encontrar las obras que Dios preparó para mí cada día y en estar  despierta a usar estas oportunidades para aprender a conocerlo a Él mejor. (Salmos 139:16) Trabajaré en llegar a la paz en las oportunidades cotidianas, a bendecir a los otros, y a enfocarme en esto, en vez de esforzarme en buscar mi propia voluntad.

Ya han pasado varios años desde que tomé esta decisión. Ha habido veces en las cuales he seguido sintiendo la necesidad por las cosas terrenales en mi corazón. Y he presentado estas oraciones a Dios en estos momentos. Pero también me he llenado de gozo, a pesar que Dios ha tenido otros planes para mi vida. Estoy convencida que Él me a oído. Y estoy mucho mas convencida que Él me ama, y me sigue de cerca. He recibido una gran alegría en mi corazón, la cual no depende de bendiciones terrenales. Estas vienen de la voluntad de Dios. Cuando aprendo a humillarme a mí misma y dejo que me guíe, entonces experimento que Él me da todo lo que necesito para ser completamente feliz, sin importar en cuál situación me encuentre. Este gozo, puedo llevarlo a través de mi vida donde quiera que esté. 

Pienso que Ana entendió esto también. Ella recibió lo que pidió, pero estuvo dispuesta a ofrecerle su hijo a Dios. Esto es también importante para nosotros. Cuando Dios nos bendice, tenemos que también estar preparados para ofrecer los dones de retorno. Él quiere saber si lo amamos por sobre todas las cosas en la tierra. Pero él también está totalmente interesado en bendecir a aquellos que quieren servirle con todo su corazón.

“Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él hará.
Exhibirá tu justicia como la luz,
Y tu derecho como el mediodía.”

Salmos 37:5-6

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.