¿Pan o piedras?
Cuando oramos, a veces experimentamos que lo que obtenemos no es lo que pedimos. ¿Dios realmente da piedras cuando pedimos pan?
Hace varios años atrás, oré fuertemente por alguien que amaba, y no resulto como yo había esperado y orado. Para abreviar, estaba muy enojada con Dios, y me enfurecí mucho contra Él con puños y lágrimas que corrían por mis mejillas. Había orado por tanto tiempo, y pensé que iría bien. Estaba tan enojada con el resultado que sentí que Dios me había fallado. Creo que lo acusé de ser cruel. Incluso cité un capítulo y un versículo para que le mostrara que no había cumplido sus promesas. Una parte de mí sabía que esto no era la forma correcta de hacerlo, pero no parecía ser capaz de controlar mis sentimientos.
Luego, unos meses después, me pidieron que orara por otro. Así que lo hice. Oré una y otra vez durante toda la noche; fue una noche larga. Y sin embargo, al parecer, mis oraciones no afectaron en absoluto la situación.
Esa vez sentí que no era culpa de Dios, era mi culpa. ¿Había algo malo con mis oraciones, mi fe, mi vida? Por alguna razón, Dios no estaba escuchando mis oraciones. Quizás Dios realmente no me quería mucho. Y sin embargo, pensé que estaba viviendo como un discípulo. Yo pensaba que tenía una fe viva. ¿Por qué era así que mis oraciones entregaban piedras, y no el pan que me habían prometido?
Dios solo da pan
“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Lucas 11: 9-13.
Así que tuve que pensar en cómo reconciliar mis experiencias personales, sentía que había recibido piedras, pero un hecho que en el fondo yo sabía que era cierto, porque estaba escrito en la palabra de Dios, a saber:
Dios solo da pan; Él nunca da piedras.
Entonces, ¿por qué no fui escuchada como yo esperaba?
En cuanto a las personas por las que había orado, no había pensado mucho en el proceso por el que Dios quería que esa gente atravesara. Es cierto que aprendemos a acercarnos a Dios cuando sufrimos. Cuando miro hacia atrás en los pruebas más severas de mi vida, ahora estoy en posición de decir (de corazón) que me alegro de haberlas tenido y no las hubiera evitado por nada. Aprendí más sobre mí misma y la bondad de Dios cuando padecía, que cuando las cosas habían ido muy bien exteriormente.
Cuando clamo a Dios en medio de las pruebas, Él me reúne con su palabra. Esta palabra hace que el camino sea recto para mis pies y me ilumina el camino. No quita los sufrimientos, pero si lo sigo con plena confianza y mato mi propia voluntad en estas circunstancias, entonces recibiré el poder del Espíritu para soportar, consolar, regocijarme, esperar, ser paciente y amable.
En las pruebas obtenemos este alimento; en la que accedemos a esta nueva vida. Esta comida espiritual ciertamente puede describirse como pan.
¿Cómo debo orar?
Por lo que puedo orar es que la gente que quiero, reciba la fuerza y la fe a través de sus pruebas. Puedo orar para que reaccionen de una manera piadosa y que sean liberados de sus naturalezas bajo las presiones y tristezas de sus pruebas.
Los aspectos de nuestra naturaleza humana pueden estar ocultos. Por ejemplo, los deseos de honor pueden ser revelados y rechazados con fuerza; asimismo la envidia, inquietud, amargura, resentimientos, falta de fe y más. Cuánto mejor es el recibir poder y el discernimiento en nuestros espíritus, y no solo un cambio en nuestras circunstancias terrenales.
Y en lugar de pedirle a Dios que intervenga y elimine sus pruebas, tengo que aprender a ayudar a soportar las cargas y el sufrimiento de los demás. Debo aprender a consolar y aconsejar, compartir el dolor y edificar a las personas en su fe. Esto es trabajo y puede ser doloroso.
Cuando Jesús oró para que la prueba "si es posible" le fuera eliminada, Él no quería ser crucificado, pero por encima de todos sus propios sentimientos, había un único hecho principal – Él quería hacer la voluntad de Dios, y aceptó el sufrimiento por el que tendría que pasar.
Entonces, cuando Dios no responde a nuestras oraciones para nosotros o por los demás de la manera que como esperamos que haga, o cuando no libera a las personas de sus sufrimientos y pruebas, ni de su dolor o angustia, o hace que todo “vaya bien”, he descubierto algo…
Nos esta ofreciendo pan, no piedras.
¿Y para esas dos personas a las que intenté desesperadamente liberarlas de sus pruebas? Después de un dolor de corazón, lucha y batalla, ambos emergieron con su fe en Dios aún más profunda y su confianza en él más fuerte que nunca.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.