Orar por nuestros líderes y gobernantes

Orar por nuestros líderes y gobernantes

La Biblia nos instruye a poner en oración los asuntos de las naciones en las cuales vivimos.

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“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” 1 Timoteo 2:1-2. 

En estos versículos recibimos una clara exhortación del apóstol Pablo que deberíamos orar por las personas. Esto incluye los que gobiernan los países en los que vivimos. Cuando observamos la política, los que están en el poder y los que luchan por poder se puede ver como una tarea inútil. Y casi podemos preguntarnos ¿De qué va ayuda orar por personas que probablemente son impías y que ciertamente no están dispuestas a ser guiadas por Dios? ¿Cómo ayudará la oración en esto? ¿Qué es exactamente por lo que deberíamos orar? ¿Puede Dios dirigir al gobierno usando tales personas? ¿Cuál es la verdadera intención de orar como exhorta este versículo? 

Pablo, y muchos otros a través de los siglos, sabían que Dios escuchaba y considera las oraciones de las personas temerosas de Él. “La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.” Santiago 5 16-18. 

Las personas temerosas de Dios no son el tipo de personas que se quedan sentadas a aceptar lo que venga. ¡Debemos luchar en oración por nuestros líderes y por nuestro país! Independientemente de qué tipo de persona sea el líder. Leemos en Proverbios 21:1 “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; A todo lo que quiere lo inclina.” Los ojos de Jehová van sobre la tierra para encontrar y ayudar a los que le son fiel. (2 Crónicas 16:9) Santiago también que: “no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.” Pablo exhortaba a las iglesias a orar por los que tenían autoridad para que Dios pudiera actuar en beneficio de los que le servían. Debemos defender algo en un mundo impío. Si no tomamos la lucha de esta manera por lo que está bien, ¿quién lo hará? 

Sabemos que Dios es omnipotente y puede hacer lo que quiera. Pero no podemos ser fatalistas por eso. Hay ejemplos en la Biblia en los que Dios cambió sus planes a causa de la oración. Él había decidido destruir a Israel después de que ellos pecaron haciendo un becerro de oro, pero luego Moisés le rogó: “Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre. Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.” Éxodo 32:11-14. 

Por eso, debemos poner atención a lo que Pablo escribió y orar por nuestros líderes y pedirle a Dios que los guie. Debemos pedirle a Dios que actúe y maneje los asuntos para que podamos vivir “tranquila y pacíficamente en toda piedad y reverencia.” Por ejemplo, podemos orar para que no se apruebe ninguna ley o se tomen decisiones que dificulten nuestra capacidad de tener reuniones cristianas o que derrumben la moral del país. También podemos pedirle a Dios que proteja la seguridad de nuestra patria, especialmente por el bien de nuestras familias y otros seres queridos. Podemos estar seguros de que Dios está atento a nuestras oraciones mientras dirige los asuntos de las tierras en las que vivimos. 

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.