No juzguéis: ¿Qué tan serio te tomas el mandamiento de Jesús?
¡Solamente Dios es capaz de juzgar con justicia, por eso deberíamos dejarle todo el juicio a Él!
“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.” Mateo 7:1-2.
Este mandamiento de Jesús puede hacer la más grande diferencia en tu desarrollo espiritual. ¿Quieres que te vaya bien? ¿Quieres progresar rápidamente en el camino? Entonces decídete a seguir este mandamiento al pie de la letra: “¡No juzguéis!” Este es un mandamiento extremadamente importante.
¿Por qué es tan importante el mandamiento “no juzguéis”?
El cuerpo de Cristo está formado de muchos diferentes miembros, de todo tipo de personas. Dios ha elegido a cada uno de estos miembros. Está escrito en 1 Corintios 1:26-28: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es…”
Por naturaleza, las personas no son grandiosas, perfectas o sabias. De hecho, al momento de comenzar las cosas pueden estar bastante mal según la carne. Sin embargo, según el Espíritu, estas son las personas más preciosas que se pueden encontrar en la faz de la tierra; pues son aquellos que han sido elegidos por Dios.
Por esa razón, es de suma importancia ser obediente a este mandamiento: “No juzguéis.” Jesús luego de decir esto también añade: “…con la medida con que medís, os será medido.” En otras palabras, quiere decir que, si tu medida – tu tolerancia hacia otros, tu paciencia, tu capacidad de soportar y tu amor por ellos es muy escaso, entonces Dios irá a Su almacén y encontrará un dedal muy diminuto con el que serás medido, y derramará toda esa gracia sobre ti. ¡Qué triste, imagina ser medido así! No obstante, cuando no juzgas, sino que bendices, estás interesado en ayudar a las personas a progresar, ¡encones recibirás una enorme cantidad de gracia sobre ti! Cuando tomas una jarra grande y la derramas sobre los otros, Dios se encargará de derramar una enorme jarra sobre ti también.
Los peligros de juzgar
Lo que hace tan peligroso el juzgar es que a menudo puedes juzgar a alguien que es inocente como culpable, ya que no es 100% seguro que lo haya hecho. Quizá puedes preguntarte, ¿cómo no voy a estar seguro si yo mismo lo vi hacer algo? Pero piensa mejor de esta manera: Todos tenemos un “inquilino dentro de nosotros”, es decir, todos tenemos pecado en la carne. Aquellas áreas en las que no tenemos luz sobre el pecado en nuestra carne, el pecado saldrá a la luz. Cuando ves a otra persona hacer algo, puedes pensar que lo que ha hecho es una completa oscuridad, y solo por eso lo juzgas de acuerdo a la luz que tú tienes. Pero no es seguro que él tenga la misma cantidad de luz que tú. Por lo cual, eso significa que es totalmente inocente. Y en este punto mucha gente comete un terrible error y juzgan a los inocentes como culpables. Sin embargo, es el “inquilino dentro”, el pecado en su carne, el que cometió el mal.
Pablo explica esto de la siguiente manera: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.” Romanos 7:15-17. La gente puede confundir las cosas aquí. Por causa del “inquilino”, las personas pueden ser completamente inocentes, por eso nuestra tarea es cumplir con el mandamiento: “No juzguéis.”
Lee más aquí sobre este tema: La verdad acerca de Romanos 7 – hacer lo que no quiero hacer
Es Dios el que juzga
Si la gente es, sin lugar a duda, impía, entonces es Dios quien se encargará de ellos y los expondrá. Las Escrituras dicen que los pecadores no permanecerán en la asamblea de los justos (Salmo 1:5). Así que, tú no te tienes que preocupar te por eso. En ti mismo, siempre debes asumir que su intención era buena. Pues es de ese modo que estás más cerca de la verdad, y no solo eso, sino que también puedes seguir siendo bondadoso con la gente. Y si al final resulta que sus intenciones no eran buenas, Dios vendrá con su escoba y los quitará. De eso Dios se encarga. Y lo mejor es que tú no has caído en juzgar, criticar o en tener pensamientos de sospecha sobre otros. Puedes permanecer en amor, sufriendo, soportando, creyendo y esperándolo todo. (1 Corintios 13:7).
Todos necesitan humillarse a sí mismos y dejar el juicio a Dios. Entonces irán bien las cosas y habrá comunión, unidad y fraternidad. Juzgar es un pecado horrible que viene del mismo Satanás. Por eso mantente lejos, muy pero muy lejos de él y a cambio busca la paz y la santificación, así te acercarás lo más posible a Dios.
Santiago 4:11-12: “Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?”
Este artículo está inspirado en una prédica de Kåre J. Smith del 11 de junio de 2020.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.