Nacido de nuevo para una esperanza viva
La resurrección de Jesús y la venida del Espíritu Santo encendieron una esperanza para todos Sus discípulos – ¡incluyéndote a ti y a mí! ¡Lee más aquí!
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros …" 1 Pedro 1:3-4.
Las cosas se veían muy oscuras cuando Jesús fue crucificado y lo llevaron a la tumba. Pedro pensaba que todo había terminado. Él había jurado que no conocía a Jesús, y ciertamente estaba sufriendo en su conciencia, pues lo había negado aun cuando él realmente lo amaba con todo su corazón. Pedro era débil, ya que todavía no había recibido ningún poder del Espíritu Santo sobre él. Más tarde cuando las mujeres fueron a la tumba ¡Jesús ya no estaba allí! Así que regresaron rápidamente a los discípulos y les dijeron: “Jesús ya no está en la tumba; ha sido resucitado.” Fue allí cuando la esperanza se encendió en Pedro y en el corazón de los demás discípulos. ¡Jesús había vencido a la muerte! ¡El Maestro había vencido a la muerte! Poco después Jesús se mostró a sí mismo ante ellos y una esperanza viva entró en el corazón de Pedro y los discípulos, una esperanza de que ahora ellos también podrían seguir al Maestro.
Poco más adelante, cuando recibieron el Espíritu Santo, vemos que Pedro se convirtió en un hombre completamente nuevo. Fue audaz y anunció la palabra de verdad, de modo que muchos temblaron y se "compungieron de corazón." Era completamente un nuevo Pedro quien estaba frente a ellos: un hombre de Dios lleno del Espíritu Santo. Aún no había progresado mucho en el camino nuevo y vivo, pero recibió el Espíritu Santo, y fue como si toda la cobardía y el desánimo hubieran sido sacados de él. (Hechos 2).
Pablo también escribe que Dios no nos ha dado un espíritu de desánimo y cobardía, sino de poder. El espíritu de poder fue el que cayó sobre Pedro y los otros hermanos. Y no solamente el espíritu de poder, sino también el de amor y de dominio propio, esto para que pudieran hablar la palabra de vida a las personas. (2 Timoteo 1:7) El espíritu de poder, amor y dominio propio es sabiduría de Dios que nos ayuda y nos alumbra a hacer progreso en el camino nuevo y vivo.
¡Gracias sean dadas a Dios de que hemos sido renacidos para una esperanza viva!
“Sorbida es la muerte en victoria.
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” 1 Corintios 15:54-55.
¡Esta es la esperanza viva que Dios nos ha dado!
Este artículo está inspirado en una prédica de Kåre J. Smith del 22 de octubre de 2018.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.