Moisés: El hombre antes de los milagros

Moisés: El hombre antes de los milagros

¿Cómo se convirtió Moisés en un líder tan grande?

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Muchos han escuchado la historia de cómo Moisés condujo a los israelitas fuera de Egipto, pero pocos quizás han reflexionado sobre su vida antes del éxodo. Del mismo modo podemos anhelar ser un instrumento útil para Dios, sin tener que pensar en lo que tiene que acontecer en nuestras propias vidas para que esto suceda.

Habiendo crecido como un príncipe entre los egipcios, Moisés siempre tuvo amor para con los israelitas. Anhelaba hacer algo por ellos. Dios vio que Moisés podía ser un servidor muy valioso, pero primero había una gran cantidad de su propia fuerza y sabiduría que tenía que ser desechada. Era vital que sucediera la voluntad de Dios, y que el nombre de Dios fuese glorificado, y no el de Moisés propio.

La comprensión del valor del hombre

Moisés fue forzado a huir de Egipto a la edad de 40 años. Casi 40 años después sería Moisés, que una vez fue príncipe de una de las civilizaciones más importante del mundo, un pastor en una tierra extranjera. Todo el poder, autoridad, honor, y conocimiento que había alcanzado como príncipe de Egipto fue inútil. (Hechos 7,20-35)

Poco a poco comenzó a comprender quién era él realmente. El Salmo 90 es una oración de Moisés, que refleja esto: «Son [las personas] como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca.» (Salmo 90,5-6) Esta fue su revelación sobre el valor de la humanidad y el conocimiento humano sin la guía y sabiduría de Dios.

Todo el poder, autoridad, honor, y conocimiento que había alcanzado como príncipe de Egipto fue inútil.

También recibió comprensión de la naturaleza de Dios y su omnipotencia. «Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo – desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.» (Salmos 90,1-2)

Día tras día escribió Dios esta verdad en el corazón de Moisés, y el resultado fue fenomenal. El resto de su vida Moisés, a pesar de los muchos milagros poderosos que realizó con el poder de Dios, nunca se hizo grande ante sus propios ojos. Por el contrario, comenzó a buscar lo más valioso sobre la tierra: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.» (Salmos 90:12)

Formó un vínculo inquebrantable con Dios

Moisés aprendió a solas con Dios. Aprendió a cuidar el rebaño de ovejas que estaba bajo su custodia. Las condujo, fue indulgente y buscó lo mejor para ellas. Siguiendo la inspiración de Dios en su corazón, protegió las ovejas de todos los caminos inseguros y bestias peligrosas. Aunque no lo sabía en ese momento, esto lo estaba preparando para el día en que ya no guiaría a las ovejas, sino todas las tribus de Israel.

Fue en este tiempo que Moisés formó un vínculo inquebrantable con Dios, y aprendió a confiar en Él sin dudar. Aprendió, como David cuando fue pastor: «Jehová es mi pastor; nada me faltará.» (Salmos 23,1)

Finalmente llegó el día cuando Dios vio que Moisés estaba preparado para su misión destinada. Su propia fuerza había sido desechada a través de los años, y se había convertido en el hombre más humilde y manso que había sobre la tierra (Números 12,3). Ahora era más sabio y fuerte que cualquier otra persona con vida, porque se había convertido en un siervo – un representante – de Dios.

A partir de entonces, Dios pudo comenzar a hablar con Moisés directamente sobre su voluntad. Así comenzó esta historia épica que todavía es considerada una de los más grandes en la historia de la humanidad – el éxodo del pueblo de Israel desde Egipto. Fue a causa de este fuerte vínculo con Dios que más tarde extendió su mano sobre el mar rojo por orden de Dios. El mar se abrió, lo que le permitió al pueblo de Israel cruzar con seguridad y escapar de la persecución del ejército egipcio.

Dios necesita trabajadores

También hay una gran necesidad en el mundo que nos rodea hoy en día. Muchas personas son esclavos de su propio pecado, y no saben la salida. Dios necesita personas que estén dispuestos a pasar por la misma educación que tuvo Moisés, para que puedan ser pastores y ejemplos, que conducen a la gente a la libertad que es en Cristo.

Dios necesita personas que puedan ser pastores y ejemplos

¿Estás atento a lo que Dios te quiere enseñar, día tras día? ¿Estás dispuesto a humillarte bajo la guía y voluntad de Dios, a costa de tus propias ideas y entendimiento humano? Si es así, entonces también formarás un vínculo inquebrantable con Dios. Es esta fidelidad oculta en la vida diaria; pequeñas situaciones que nadie puede ver, lo que preparó a Moisés para ser un instrumento en las manos de Dios. Fue esta condición humildad y mansa lo que le permitió dejar de lado sus propios pensamientos, ideas y terquedad, y la voluntad de Dios pudo llevarse a cabo, y Él pudo ser santificado.

«A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.» (2 Timoteo 3,17)

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.