Las mentiras que Satanás nos dice (y que las Escrituras prueban que está equivocado)
¡Por cada mentira que el acusador te dice, hay una palabra de Dios que prueba que está equivocado!
Las mentiras que Satanás nos dice
El acusador es uno de los muchos nombres que se le da a Satanás en la Biblia, y esto es porque lo que él ama es tratar de robar nuestra esperanza y nuestro gozo con acusaciones de todo tipo. Antes tenía acceso directo al trono de Dios y solía señalar con el dedo a cualquiera en la tierra y decir: “¿Viste el pecado que acaban de cometer?” Sin embargo, desde que Jesús vino a la tierra, tomo una naturaleza humana sobre sí mismo y murió en la cruz por nuestros pecados, a Satanás ya no se le permite acusarnos. (Apocalipsis 12:10).
El acceso que Satanás tenía en el cielo ha sido revocado, y hasta que no llegue el momento en que Dios lo ate por mil años su espíritu vagara por esta tierra y su objetivo seguirá siendo destruir a tantos hijos de Dios como sea posible. (Apocalipsis 20:1-3). Una de las maneras que él usa para destruirnos es susurrando acusaciones en tu oído; acusaciones sobre tentaciones en las que no tuviste victoria, sobre el pecado que yace en tu naturaleza o en los llamados “defectos” de tu personalidad.
Estas son las mentiras que Satanás nos dice. Él es un mentiroso muy astuto, porque muy a menudo mezcla un poco de verdad con mentira para engañarte. Pero por cada mentira que intenta decirte, hay al menos un versículo en la Palabra de Dios que puedes usar para exponer su engaño y evitar que te robe tu gozo y esperanza.
Aquí te tenemos algunas de las mentiras más comunes, y las escrituras que puedes usar para desviarlas.
“Eres el peor de todos”
“Tu carne es mucho peor que la de todos los demás”, él dice. “Deberías avergonzarte de lo que hay en tu naturaleza.”
Es claro que uno debe entristecerse por el pecado que hay en nuestra carne. (2 Corintios 7:10). Si no odiaras al pecado, ¿cuál sería el motivo de llevarlo a la muerte? Sin embargo, no necesitas sentirte sucio o sin esperanza solo porque tienes tendencias pecaminosas – no importa cuáles sean – en tu naturaleza.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana…” 1 Corintios 10:13.
¡Cree en esta palabra! Ese desagradable pecado al que fuiste tentado hace solo 5 minutos es una tentación humana común. No eres el único que ha sido tentado a algo tan vil. ¡Por supuesto que no!
No hay ni un solo pecado en tu carne del que Jesús no pueda librarte o que haga que te ame menos. El apóstol Pablo era un perseguidor de cristianos, y no solo eso sino también alguien que accedía a que se mataran personas, de hecho, no me sorprendería que también haya asesinado a alguien antes de que se convirtiera. Pero a pesar de esto Jesús lo perdonó por todo, y también fue capaz de transformarlo en un hombre bueno y justo que ha sido un valioso colaborador suyo en construir la iglesia.
“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” Hebreos 7:25. Jesús puede salvar a cualquiera de cualquier pecado. Sin limitaciones.
Si Satanás intenta desanimarte señalando con el dedo los pecados en tu carne, entonces tú puedes responderle con seguridad: “Dime ¿por cuál de estos pecados Jesús no murió?” Él no puede responderte esta pregunta, y esto es porque la única respuesta que existe es “ninguno de ellos.”
“Otra vez caíste. No hay esperanza para ti”
Vencer completamente sobre el pecado es totalmente posible, nosotros creemos en esto, pero lo cierto es que a pesar de que lo creemos, la vida de un cristiano es un desarrollo y puede que caigas en pecado muchas veces – especialmente cuando eres relativamente nuevo en el camino. Es normal que esto pase en nuestro desarrollo como cristianos, pero, aunque esto sea así el amor que Jesús tiene por ti no cambiará, ni tampoco su esperanza y fe en ti. Jesús ve tu corazón, Él puede ver lo mucho que quieres ser como Él, y cada vez que caes, inmediatamente Él extenderá una mano para ayudarte a levantarte si tú la tomas.
“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal.” Proverbios 24:16. A pesar de que el hombre en este versículo cae varias veces, es descrito como justo. ¿Por qué? ¡Porque se vuelve a levantar!
Jesús sabía que Pedro, en un momento de debilidad, lo negaría. Pedro exclamó en respuesta: “¡Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré!” Mateo 26:34-35. Pero después, antes de que saliera el sol, Pedro negó a Jesús tres veces. ¿Acaso era un caso perdido solo por hacer esto? ¡De ninguna manera! De hecho, podemos ver la vida a la que llegó Pedro si leemos en Hechos y las cartas que escribió.
“Sí, pero él era Pedro, el gran apóstol”, puedes pensar. Pedro no era un gran apóstol al principio, solo era una persona joven con una carne débil y un corazón que quería seguir a Jesús. Al igual que tú. Y así como hubo esperanza para él, también la hay para ti.
“No tienes un llamamiento, si lo tuvieras no te estaría yendo tan mal”
¿Amas a Jesús y quieres seguirlo en el camino para llegar a ser igual a Él? Entonces tienes un llamamiento, no importa lo que diga el acusador. Dios no llamó a la gente basándose en sus talentos y habilidades, sino que llamó a todos aquellos cuyos corazones sabía que estarían asidos por este llamamiento.
“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte.” 1 Corintios 1:26-27.
¿Sientes que estos versículos te describen? ¡Perfecto! Entonces eres exactamente lo que Dios quiere y al que ha llamado. Él tiene planes de utilizar tu vida para demostrar la impresionante obra que puede hacer en una persona débil – no importa cuán notoria o que poco notorio sea para lo que te use – Él hará algo con tu vida. Al igual que el joven Pedro avergonzó con su vida a los líderes de su tiempo, tú también puedes hacerte poderoso en Dios, demostrando con tu vida que la victoria es posible para cualquiera, aun hasta para el más débil de todos.
“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.” Efesios 1:4-5.
“Eres demasiado débil, ni siquiera eres lo suficientemente fuerte para vencer sobre el pecado”
Los mismos versículos en la parte de arriba también pueden exponer esta mentira, ¡pero añadámosle más porque la Palabra de Dios tiene mucho que decir sobre este tema!
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” 2 Corintios 12:9-10.
“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.” 2 Corintios 9:8. Este versículo habla de la generosidad, pero aplica y es igual de cierto en cualquier otra área.
“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.” Josué 1:5. Aquí Dios le estaba hablando a Josué, pero nosotros también podemos ver cuán presente está para ayudar a todos sus hijos hoy en día. Te puedo asegurar asegurar que su corazón hacia ti es exactamente el mismo.
“Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; quien adiestra mis manos para la batalla, para entesar con mis brazos el arco de bronce. Me diste asimismo el escudo de tu salvación; tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido. Ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado.” Salmos 18:32-36.
¡Lee estos versículos para que cobres ánimo! Es el Dios que ordenó que alumbrara luz de las tinieblas, el que puede literalmente hacer algo de absolutamente nada, quien puede darte la fuerza que necesitas para recibir victoria sobre el pecado.
Tus limitaciones como hombre no pueden limitarte en tu lucha contra el pecado en el momento que oras a Dios para recibir fuerza, porque “Él da a todos abundantemente y sin reproche.” (Santiago 1:5). “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Mateo 7:7.
“Todavía te atrae el mundo y sus deseos, así que obviamente no eres un verdadero discípulo”
Esta es una de las mentiras más astutas del acusador ya que cuando le entregaste tu corazón a Jesús, declaraste que habías terminado con este mundo y con el pecado. Sin embargo, aquí estás, siendo tentado a los deseos sexuales o a admirar personas impías. Por lo tanto, es obvio que no eres realmente un cristiano, ¿verdad?
¡No, mentira!
¡Recuerda que tienes una carne en la que no mora nada bueno! (Romanos 7:18). Esto puede escucharse algo deprimente, ¡pero en realidad es todo lo contrario! Es un gran consuelo. Esa basura a la que eres tentado está en tu carne, no en tu corazón. No importa que tan fuertemente te sientas atraído por esos deseos en tu carne, si tu corazón y tu mente aún son seguir los pasos de Jesús, ¡eres un discípulo!
“Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente...” Romanos 7:21-23.
Pablo entendió y se esforzó mucho en el capítulo 7 a los Romanos para dejar muy en claro cuán fácilmente podemos ser tentados a desanimarnos cuando vemos esta “otra ley en nuestros miembros.”
Ya que, sin esta otra ley, ¿dónde estaría la salvación del pecado? ¿Qué trabajo habría para nosotros si en cuanto nos convirtiéramos dejáramos de ser tentados? Si no hubiera nada de lo que Dios nos pudiera salvar, ¿cómo mostraríamos entonces Su gloria y su habilidad para salvar perpetuamente?
¡La tentación no es pecado! Es una oportunidad para liberarte del pecado. Primero tienes que verlo, luego odiarlo y por último llevarlo a la muerte. Santiago dice: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” Santiago 1:14-15.
A veces puede sentirse como si las tentaciones no tuvieran fin en tus pensamientos, pero tienes que saber que estos pensamientos no son pecado a menos que el deseo sea concebido – o, en otras palabras, a menos que hayas estado de acuerdo conscientemente con ese pensamiento en tu mente y le hayas permitido entrar a tu corazón. Mientras tú no estés de acuerdo con el pecado al que eres tentado, tu espíritu y tu corazón no han sido contaminados por esa tentación. Al contrario, has recibido una gran victoria – cada pequeña victoria es algo grande – y además estás a un paso más cerca de ser igual a Jesús. Eso debería hacerte muy feliz a ti como discípulo.
“¡Vas a tener éxito!”
Esta no es una mentira del acusador, sino una promesa de Dios. ¡Créela!
No trates de discutir con Satanás cuando venga a ti con sus mentiras. No vas a convencerlo de nada. Simplemente arrójale una palabra de Dios en la cara y termina con el asunto. La palabra de Dios está llena del Espíritu de Dios, y ante ese Espíritu, Satanás no le queda de otra más que huir. No es rival para Dios y él lo sabe.
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis… Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad…” Jeremías 29:11-14.
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” Efesios 3:20.
“…estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Filipenses 1:6.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.