La verdad acerca de la justicia atribuida
“Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.” Nosotros creemos en una justicia personal, tal como lo hizo Abraham…
"Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia." Romanos 4:3. Esto fue dicho acerca de Abraham cuando Dios le prometió que su descendencia sería tan grande como las estrellas que no pueden ser contadas. ¿Fue Abraham quien creyó en la justicia que se le había de ser contada? No; Él creyó en las promesas de Dios, y eso le fue contado por justicia, fue Dios quien lo miró de esta forma.
La promesa que le fue dada a Abraham fue que recibiría un hijo que le heredará. (Génesis 15:4) Él creyó en Dios, no en su propia fuerza, él tenía la confianza de que Dios le daría un verdadero hijo, no solo uno que se considerara como tal. Cuando Abraham creyó en Dios, "El cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen", consideró que ya tenía un hijo, a pesar de que aún no lo tenía. (Romanos 4:17).
De la justicia atribuida a una fe probada
La fe tuvo que ser probada, Abraham y Sara tuvieron que esperar el cumplimiento de la promesa hasta que sus propias fuerzas se vaciarán. Abraham tenía en cuenta que sus cuerpos estaban moribundos, pero nunca se debilitó en la fe, porque la fe no tiene nada que ver con la fuerza propia. Él dio gloria a Dios y no fue avergonzado. Y por ello pudo realmente recibir a Isaac, un hijo que provenía de su propio cuerpo.
El apóstol usa esto como una ilustración para nosotros. Nosotros tenemos las promesas del evangelio, y la suma total de ellas es: "presentarnos santos y sin mancha e irreprensibles delante de él." Colosenses 1:22. Estas promesas nos son proclamadas cuando aún somos impíos y pecadores. Pero si creemos en las promesas de Dios, tal como lo hizo Abraham, entonces Dios también nos lo contará como justicia.
“Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.” Romanos 4:5. ¿Es entonces en lo que se nos es contado por justicia en lo que tenemos fe? No, nosotros creemos, tal como lo hizo Abraham, en una verdadera justicia personal que se manifestará de nuestro propio cuerpo, y creemos que Dios hará su obra de transformación en nosotros. El que llama las cosas que no son, como si fuesen, nos ve como si ya fuéramos lo que creemos, y Dios es poderoso para hacernos lo que creemos. Dios nos cuenta nuestra fe en Él como justicia y no seremos avergonzados pues Él cumplirá su promesa en nuestras vidas. Sin embargo, nuestra fe debe ser probada, así como nuestra propia fuerza también debe ser vaciada antes de que se cumpla la promesa. Dios puede otorgarnos ayuda con su poder, después de que nosotros hayamos tratado de vencer y sido aplastados por nuestra propia impiedad. (2 Corintios 12: 9)
La mayoría de las personas pierden la fe cuando se miran a sí mismas, y más adelante se rinden por completo. Ellos dicen: "Simplemente tenemos que estar satisfechos con lo que se nos considera por justicia”, “somos humanos, no podemos ser algo más”, “es bueno que Dios considera que la vida de Jesús es la de nosotros”, etc. ¡Esta no es la fe de Abraham en absoluto!
Una experiencia visible y verdadera
La predicación más común acerca de lo que se nos atribuye por justicia es como si Abraham hubiera estado satisfecho con un hijo que se le había prometido sin haber realmente recibido uno. Miles y miles de personas viven en esta terrible mentira y oscuridad. La esperanza del evangelio acerca de vencer sobre el pecado no les es proclamada, sino que se les proclama que ya tienen la victoria, por lo que llegan a creer en una justicia atribuida y nunca experimentan el ser transformados en una nueva creación por la cual la justicia se manifiesta en sus propios cuerpos. El espíritu del Anticristo ha corrompido el evangelio para que aquellos que escuchan nunca puedan experimentar nada verdadero y real. “¡Tienen todo por fe!”, lo cual resulta ser pura fantasía. Dios nunca les contará tal fe como justicia.
La fe de Abraham le dio una experiencia visible y verdadera. Aquellos que tienen la misma fe de Abraham en estos días también experimentan lo mismo. "A los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación" Romanos 4: 24-25. Nosotros experimentamos que él nos justifica para que se haga realidad y visible a todos que las virtudes de Cristo pueden manifestarse de nuestro propio cuerpo.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.