Jesús es el camino – el camino angosto
Jesús dijo que hay pocos que encuentran el camino angosto. ¿Sabes tú cómo encontrarlo? Y además, ¿sabes andar en él?
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14:6.
Jesús es el camino. El camino al Padre. El camino a la vida. El camino a la salvación. Jesús vivió en la tierra para mostrarnos el camino. Seguirle en ese camino significa que debemos andar como Él anduvo. Debemos seguirle en Sus pisadas y vivir así como Él vivió. Un camino muestra progreso. Cuando le seguimos llegamos allí donde Él está ahora.
Jesús llama a este camino “el camino angosto.”
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:13-14.
Entrando al camino angosto
¿Cómo encontramos esta puerta, la cual es la entrada al camino angosto? No la hallamos por ser una persona excepcional, o por hacer algo que nos hace dignos de encontrarla. La encontramos por el simple hecho del amor de Dios y Su misericordia, la cual da un anhelo de hacer el bien en nuestros corazones y nos atrae hacia la dirección correcta.
Pero al momento de ver esa puerta estrecha hay algo por hacer antes de poder andar en el camino angosto, el cual lleva a vida. Pablo lo describe perfectamente en Filipenses 3: 7-8: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.”
Esto significa que tenemos que dejar atrás todas las cosas que Dios nos muestra que nos impiden andar en este camino: nuestros propios razonamientos e ideas, la confianza en nuestros propias habilidades, relaciones que nos detienen, nuestro estatus, el honor y el orgullo. Hay que estimarlas como pérdida y basura y dejarlas afuera de la puerta; no hay espacio para dichas cosas en en el camino angosto. Si abrimos nuestros ojos podremos ver al igual que como Pablo el valor de “ganar a Cristo”, y así, que es posible estimar todas las cosas como pérdida.
Andando el camino angosto
Cuando ya hemos entrado en el camino, es tiempo de andar en el. Tenemos que ser hacedores y no tan solamente oidores (Santiago 1:22). El camino angosto es un camino de acción. Es un camino que va a través de la carne (Hebreos 10:20). Jesús no muestra el camino por el cual anduvo cuando estuvo en la tierra; el camino que debemos seguir: "Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí.” Hebreos 10:7. Con otras palabras, andar en el camino angosto significa renunciar completamente a nuestra propia voluntad, así como nuestros propios pensamientos acerca de cómo debería ser nuestra vida, y nuestros propios deseos. Significa que tenemos que vencer al pecado en la carne, a esas cosas que son tan naturales para nosotros, para que podamos hacer la voluntad de Dios. Eso incluye cosas como la pereza, el buscar mi propia ventaja, la codicia, el resentimiento, el orgullo etc.
Ahora entendemos por qué se llama “el camino angosto”. Hay pocos que están dispuestos a andar realmente en este camino, porque de hecho nos causa sufrimientos cuando renunciamos a nuestra propia voluntad. Sin embargo, andar en el camino angosto no es una vida pesada. En realidad hay una libertad enorme allí. Libertad para no estar atado a cometer pecado cuando somos tentados. “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios.” 1 Pedro 4:1-2.
Jesús es el camino – le conoceremos
Y ¿cuál es el resultado de andar en este camino? ¡Conoceremos a Jesús personalmente como nuestro amigo y hermano! “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte.” Filipenses 3:10.
No solamente le conoceremos, sino también recibiremos reposo en la certeza que Él nos conocerá cuando termine nuestro tiempo aquí en la tierra y nos vayamos a la eternidad. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Mateo 7:21.
Todo lo que nos sucede nos ayuda a bien. Todas las situaciones que impulsan a nuestra carne a reaccionar y tentarnos a pecar, son oportunidades para vencer a un grado mayor y de ser cada vez más libre. “…pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado…” Y entre más nos deshacemos de esa naturaleza pecaminosa, más crecen las virtudes de Cristo, que son los frutos del Espíritu. Ese es el propósito de Dios para con nosotros – que seamos transformados y hechos conformes a la imagen de Cristo (Romanos 8:28-29). El camino es la vida que Jesús vivió. Si le seguimos en el camino y vivimos haciendo la voluntad de Dios en vez de nuestra propia, entonces, cuando entramos al reino de los cielos y le veamos cara a cara, seremos semejantes a él, y le veremos tal como él es. (1 Juan 3:2-3).
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman." Santiago 1:12.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.