Si tan solo …

Si tan solo …

¿Podría haber logrado más en mi vida si mis circunstancias fueran diferentes?

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Recuerdo escuchar a mi madre decir un día: “Si tan solo tuviera otra alacena, la cocina no estaría tan desordenada.” Este tópico fue un tema de conversación de toda su vida, ya que tampoco estaba muy entusiasmada en hacer las tareas domésticas; y aceptémoslo, es más fácil culpar el diseño de nuestra casa que ser eficiente en el mantenimiento de la misma.

Lamentablemente, cabra por viña, cual la madre tal la hija …

Más y más, me fui convertiendo en una “sin tan solo” persona. Desde mi juventud hasta hace poco tiempo lo había sido. Cosas como: “Si mi dormitorio no fuera tan frío, podría hacer mis deberes; Si tan solo tuviera un auto, podría conseguir un trabajo los sábados; Si tan solo funcionara la trituradora, podría limpiar mi jardín; Si tan solo tuviera más tiempo, podría terminar mis proyectos; y (mi marido), si tan solo llegara temprano a casa, la cena no estaría fría…”

Poco a poco, me fui dando cuenta de que había estado poniendo excusas por las circunstancias que tenía. Me había escuchado decir a mí misma “si tan solo” demasiadas veces. Decidí que debía ponerme en marcha y empezar a ver qué podía hacer para organizar mejor mi tiempo y ordenar el jardín sin la trituradora. Una vez que tomé la decisión, recibí una nueva corriente de energía e inspiración. Entre más lo fui haciendo y más me ponía manos a la obra, sin pensar en si sería más fácil o difícil, o si tuviera suelo duro, equipo de jardinería de alta tecnología o mejores soluciones de almacenamiento, mucho más completaba mis tareas y una sensación de satisfacción venía.

Si nos convertimos en personas “si tan solo” cuando se trata de las cosas prácticas de la vida, entonces quiere decir que también vamos a ser una persona “sin tan solo” en las cosas emocionales y espirituales; lo que significa que probablemente también vamos a terminar culpando a otros o a nuestras circunstancias de la vida por cómo nos sentimos. Desde luego, así ha sido en mi vida, y los pensamientos pueden seguir un patrón así: “Si mi compañero no me hubiera criticado, no estaría deprimida; Si mis amigos me hubieran invitado, no tendría lástima de mí misma (o); Si tuviera más dinero, podría ser más generoso; Si Dios me hubiera dado una personalidad más agradable, podría ser más amable; Si tuviera un mejor trabajo, no estaría tan estresada.

Si estuviera casada(o) / soltera(o).

Si tuviera / o no tuviera hijos.

Si fuera más robusta(o), alta(o), delgada(o), pequeña(o).

Si viviera en un país con más sol…

etcétera, etcétera…

Uno de los resultados de vivir en un estado constante de insatisfacción con nuestras circunstancias es que nos volvemos espiritualmente pasivos y constantemente estamos esperando a que Dios cambie las cosas. Pero por el otro lado, Dios está esperando a que nosotros empecemos y nos pongamos en marcha – Él puede guiar nuestro rumbo si comenzamos a movernos, pero no si nos quedamos quietos. Es increíble que tan inconscientes podemos ser y no ver que lo que se necesita cambiar somos nosotros. 

Si tú, como yo, tienes la tendencia de ser una persona pasiva que se pregunta cuán diferente sería la vida si las circunstancias no hubieran “conspirado” en contra de mí, entonces considera esto: La próxima vez que pienses en lo que podrías lograr si tuvieras la misma fortuna y cuenta de bancaria que los demás, ¡ve a la lucha!

En primer lugar, Dios prefiere ayudarnos a resistir los pensamientos de envidia en lugar de entregarnos enormes cantidades de dinero, ya que estar contento es más valioso en un discípulo que ser rico. Y en segundo lugar, el servir a nuestros invitados frijoles, pan y café tiene un gran valor si no podemos pagar por un buen vino y quesos. Los amigos que están buscando comunión no exigen una buena cena ni tampoco nos van a juzgar por como se ve nuestra vajilla.

Y en tercer lugar, Dios tiene una visión general de absolutamente todo. Él es quien permite que nos ocurran o no nos ocurran cosas. Él tiene la visión a largo plazo en mente con el objetivo de moldearnos a la imagen de Su Hijo. Todas la circunstancias de nuestra vida tienen una parte en este proceso.

No es la cantidad de “talentos” que Dios nos da lo que nos define – es lo que hacemos con ellos lo que en realidad cuenta.

” A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro….” Mateo 25:15.

“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” Mateo 25:21.

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.