Fuertes en el Señor
Cuando nuestra fuerza está en Dios tenemos la promesa de un gran poder para derrotar a todo mal.
En Efesios 6:10, la exhortación a "fortalecernos en el Señor, y en el poder de su fuerza”, está escrita como un mandamiento. Estas son palabras fuertes que contienen la promesa de un gran poder. ¿Es realmente posible ser fuerte, teniendo en cuenta toda la debilidad que reina cuando se quiere hacer lo bueno? El mundo entero está bajo el dominio del inicuo. Por fuera, estamos rodeados por una generación maligna y perversa, y por dentro está la ley del pecado en nuestros miembros. (Romanos 7:23)
A pesar de toda esta oposición, es posible vencer todo el mal, de acuerdo con lo establecido en las Escrituras. La armadura debe estar completa, como se describe en Efesios 6:11 y 13, y debemos "orar con toda perseverancia.” (Efesios 6:18). El secreto de vencer siempre lo malo es: estar siempre lleno de bondad.
Una fe firme, inquebrantable e inamovible
Luchamos contra fuerzas poderosas desde afuera y desde adentro. Solo podemos luchar contra estas fuerzas con una fe firme, inquebrantable e inamovible. Es inútil luchar si no hemos tomado esta postura. Si somos sinceros, podemos resistir en el día malo y permanecer firmes después de haber superado todas las cosas. ¡Qué gloriosa promesa: "vencer sobre todas las cosas.” Llenemos nuestros corazones con la palabra de fe, para que los espíritus, poderes malignos y todo el ejército del diablo huyan de nosotros.
Debemos tomar estas cosas en serio, y debemos hacerlo hoy. La vida pasa rápidamente, y nuestra entrada al cielo está justo enfrente de nosotros. Debemos estar de pie, habiendo ceñido nuestra cintura con la verdad; solo un poco de pereza en esta área causa que la armadura esté incompleta y nos impida vencer.
Las armas de guerra
La coraza de justicia pertenece a la armadura. "Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él." 1 Juan 2:29. La coraza está hecha de justicia personal en nuestra propia vida. La justicia que se nos atribuye en nuestra conversión es la justicia de Cristo.
Nuestros pies deben ser calzados con el apresto de la paz. Debemos saber, discernir y buscar la paz en todas las circunstancias, tanto como podamos. El escudo de la fe es una protección contra todos los dardos de fuego del maligno. Con tan solo una pequeña abertura el mal pueda penetrar.
El yelmo de la salvación nos hace felices y audaces – siempre preparados para alabar y honrar a Dios. No estar preparado es extraño para quienes poseen el yelmo de la salvación. La espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, debe habitar abundantemente entre nosotros, para que penetre hasta partir el alma y el espíritu, y discierna los pensamientos y las intenciones del corazón. La Palabra resuelve todos los problemas; separa lo puro de lo vil, y ata el poder del diablo.
Exhortemonos desde temprano hasta el anochecer a ser celosos y fieles. Debemos de todo corazón entrar en una vida de oración continua por nosotros mismos y por todos los santos. Entonces la armadura está completa; saldremos victoriosos en el día malo y estaremos de pie después de que hayamos superado todas las cosas.
Este artículo fue publicado por primera vez en noruego con el título "Toda la armadura de Dios" en el periódico de BCC “Skjulte Skatter” (“Tesoros Escondidos”) en octubre de 1968.
© Copyright Stiftelsen Skjulte Skatters Forlag
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.