¿Está Jesús llamando a la puerta de tu corazón?
Nunca olvidaré ese verano que no di mi corazón a Jesús.
«¡Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones!»
Nunca olvidaré ese verano hace muchos años atrás, cuando mi familia asistió a una conferencia de Brunstad la Iglesia Cristiana en Syracuse, Nueva York; el verano que no di mi corazón a Jesús. Fue una noche para los jóvenes entre 12 – 35 años. Aunque no tenía la edad suficiente, mis padres me dejaron sentarme en el fondo de la sala y escuchar. No recuerdo cuál era el tema, pero fui profundamente conmovido por lo que escuché. Al final habló un hombre e invitó a los jóvenes a dar su corazón a Jesús esa noche. Recuerdo claramente que preguntó: «¿Está Jesús llamando a la puerta de tu corazón?»
Me quedé en mi silla y dejé pasar la oportunidad de dar mi corazón a Jesús.
Después de una canción fue la oportunidad de ir al frente para orar. Durante la canción mi padre asomó la cabeza y me dijo que era hora de dormir. Fui a regañadientes. Cuando salí mi padre debió haber visto mi cara que mi corazón había sido conmovido por lo que había escuchado, y me preguntó si quería estar un poco más de tiempo y orar con los jóvenes. Miré hacia abajo, asentí con la cabeza, y volví a mi asiento en el salón. Me arrodillé en mi silla y pensé en lo que el hombre había preguntado. SABÍA que ese sentimiento era que Jesús estaba llamando a mi corazón, y me pedía que le diera mi joven corazón y mi vida esa noche. Pero era tímido, y razoné que en realidad no había sido invitado a orar, ya que era muy joven. A pesar de la fuerte atracción que sentía en mi corazón, me quedé en mi silla y dejé pasar la oportunidad de dar mi corazón a Jesús.
Los años de adolescencia que siguieron fueron difíciles para mí. Discutía con mis hermanos, decía cosas terribles a mis padres, me dejaba llevar por la presión del grupo, comencé a fumar y beber, y tenía problemas con los pensamientos impuros. Unos años después recibí gracia para responder el llamado de Jesús en mi corazón en una noche de jóvenes muy similar, y poder comenzar un nuevo camino, con una nueva mente y un nuevo objetivo.
A veces me pregunto qué tan diferente habría sido mi vida si hubiera dado mi corazón a Jesús esa noche de verano cuando sentía con tanta fuerza que Jesús llamaba a la puerta de mi corazón; cuán diferente habría sido la vida si hubiera tenido un comienzo más claro y rápido en mi vida cristiana. Cuán diferente habría sido la vida si yo mismo me hubiera guardado de aquellos dolorosos recuerdos de pecado.
Contéstale rápidamente. ¡Nunca te arrepentirás!
Desde aquella vez que di mi vida a Jesús he tenido como meta obedecer rápidamente cuando Jesús obra en mi corazón. Nunca me he arrepentido de ser rápido para pedir perdón, rápido para pedir a otros que oren por mí, rápido para reconocer mi pecado, rápido para clamar a Dios por ayuda.
Querido amigo que sientes que Jesús está llamando a la puerta de tu corazón: quiero animarte a que le contestes rápidamente. ¡Nunca te arrepentirás! Pero si te arrepentirás si endureces tu corazón, y dejas pasar la oportunidad. Sé valiente, junta el coraje que necesitas, y elige responderle hoy. «Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.» (Hebreos 4, 7)
«He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.» (Apocalipsis 3,20)
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.