¿Qué tan peligroso puede ser lo que dices?
Una película en la clase de inglés hace pensar a Martha sobre sus palabras, y cuál es el efecto que estas tienen en las personas a su alrededor.
El maestro de inglés enciende el proyectos y atenúa las luces del aula. Encuentro mi asiento y espero luchar contra el sueño de lo que probablemente será una película aburrida. La película inicia con una presentación acerca del origen de los idiomas. Sorprendentemente, el hombre que habla en la pantalla con mucho entusiasmo dice algo que me llama la atención. Dice que el idioma es "poderoso" y "peligroso" porque te permite "implantar un pensamiento de tu mente, directo en la mente de otro."
Comienzo a pensar cómo se relaciona esto conmigo y qué tipo de idioma utilizo. ¿Son acaso mis palabras "poderosas" y "peligrosas"? ¿Qué tipo de pensamientos he implantado en aquellos que me rodean, especialmente en los jóvenes y niños vulnerables con quienes me reúno a menudo? A medida que avanza la película, decido que nunca más quiero utilizar palabras frías, duras e irreflexivas que creen temor, duda, culpa e inseguridad. Quiero usar palabras de alabanza, ayuda y consuelo que nutran la confianza, fe y paz. Quiero tener una vida de pensamientos pura, de modo que los pensamientos que comparta con los demás sean solamente buenos.
Palabras justas
Una clase que generalmente termina siendo rutinaria, realmente resulta ser muy reveladora. He recibido una nueva meta, que mi vida testifique acerca de lo que está escrito en Proverbios 8:8, "Justas son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida." Pero, ¿cómo puede ser esto algo más que solo una meta? Mis palabras a menudo son más duras de lo que quisiera, y en ocasiones dejo salir palabras de mi boca de las que realmente me arrepiento, y hay días que me siento bombardeada por pensamientos negativos.
He experimentado que sin ayuda me es imposible ser justa con mis palabras y con mis pensamientos. Sin embargo, ¡también he experimentado que es posible encontrar ayuda! Jesús es mi ejemplo y mi ayudador, ¡y mi meta es que esto sea una realidad! Cuando Jesús estuvo en la tierra recibió ayuda de Dios para decir y hacer solo cosas buenas. "Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas… y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen." Hebreos 5: 7 y 9. Está escrito que fue oído a causa de su temor. Con este mismo temor, y con un ruego y súplica en el corazón, puedo recibir la misma ayuda que ¡Jesús recibió de su padre celestial! Entonces puedo aprender y practicar unas de las palabras más valiosas de la Biblia, como ser "pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse." (Santiago 1:19), "siguiendo la verdad en amor" (Efesios 4:15).
"Porque yo os daré palabra y sabiduría…" Lucas 21:15.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.