El fruto del Espíritu: Benignidad y bondad

El fruto del Espíritu: Benignidad y bondad

Estas virtudes son frutos preciosos del Espíritu. La Biblia está llena de personas que tenían y practicaron tales virtudes – y ¡son ejemplos que podemos seguir!

Todos los frutos del Espíritu son deliciosos e irradian una gloria eterna. Una parte de ellos se mencionan en Gálatas 5:22-23: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Él que os llamó de las tinieblas a su luz admirable, nos llamó para anunciar sus virtudes. Seremos real sacerdocio en esta obra. (1 Pedro 2:9)

La benignidad es uno de los buenos frutos del Espíritu. Si vamos a proclamar la gloria de la benignidad, tenemos que aplastar toda la dureza en nuestra propia vida. La benignidad se encuentra anclada a la sabiduría de lo alto, la cual primeramente es pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos. (Santiago 3:17).

Todo lo que Dios brinda es firme, inquebrantable y produce una muy profunda y valiosa obra. En Proverbios 25:15 podemos leer que la lengua blanda quebranta los huesos. Ninguno puede derrotar la fuerza de la benignidad con algo malo. Toda la bondad, benignidad y mansedumbre pueden hacer ver grande lo celestial y pequeño lo terrenal, por lo cual, no vale la pena discutir cuando las cosas terrenales son pequeñas a comparación de las celestiales.

Pablo tenía un mensaje radical: llevar a la cruz y a la muerte toda clase de pecado; pero cuando se trataba anunciar lo que él practicaba, venía con palabras buenas, afables, llenas de esperanza, consuelo y gracia. En 2 Corintios 10:1, él escribe: “Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, yo que estando presente ciertamente soy humilde entre vosotros…”

En 1 Tesalonicenses 2:7 él escribe: “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.” Con toda esta benignidad en cuidado y bondad era quebrantada toda dureza, y la iglesia pudo crecer en un verdadero amor fraternal como hijos de luz, esperando la venida de Jesús.

“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido…” 2 Timoteo 2:24. Una de las cosas más fáciles de hacer es discutir con los otros, suele pasar que cuando la voz se eleva va acompañada de juicio y crítica. Una acusación sigue tras la otra, y el espíritu de mentira entra rápidamente. 

“El necio da rienda suelta a toda su ira, más el sabio al fin la sosiega.” Proverbios 29:11. Una lengua afable y sabia puede acabar con muchos brotes de ira y evitar que muchos matrimonios se separen.

David dijo sobre Saúl y Jonathan que ellos eran valientes guerreros, pero amados y queridos en la vida. Así también era David, solo que en un grado más elevado. En 2 Samuel 22:35-36 él dice: “Quien adiestra mis manos para la batalla… Y tu benignidad me ha engrandecido.”  Lo que hace que una persona sea especial es cuando vence con el bien el mal. Jesús mismo fue como un león y un cordero.

José es un gran ejemplo de benignidad, bondad y reconciliación. Él tenía el poder de vengarse fuertemente contra sus hermanos, pero el bien venció. Cuando él se evidenció ante sus hermanos, estalló en fuerte llanto, tan alto que los egipcios lo oyeron, y lo escucharon también en la casa de Faraón. Cuando envió a sus hermanos de vuelta a casa para traer a su padre Jacob,  José dijo: “No riñáis por el camino.” Esto no debía suceder por tal importante misión que ellos tenían camino hacia su padre.

Si pensamos nosotros en la importante misión que tenemos camino a nuestro Padre celestial, deberíamos avergonzarnos profundamente por algún tipo de pensamiento de desacuerdo y riña. (Lee Génesis 45.)

Palabras benignas vienen de un corazón puro y bueno. Jesús recibió de su Padre celestial lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado.(Isaías 50:4) Esta clase de lenguas se necesitan sumamente para ayudar y consolar. Las palabras benignas son de gran valor.

“El corazón del sabio hace prudente su boca. Y añade gracia a sus labios. Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos.” Proverbios 16:23-24.

La carta a Filemón es un extraordinario ejemplo de benignidad y bondad. Que Dios de gracia para usar la espada del Espíritu y una lengua blanda en el espíritu correcto y en el tiempo preciso.

Esta es una versión adaptada de un artículo titulado "Los Frutos del Espíritu", publicado por primera vez en noruego en el periódico oficial de BCC “Skjulte Skatter” (“Tesoros Escondidos”) en Noviembre de 1992.
© Copyright Stiftelsen Skjulte Skatters Forlag

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.