"El Espíritu Santo vs. el espíritu de este tiempo: ¿Cuál te gobierna?"

"El Espíritu Santo vs. el espíritu de este tiempo: ¿Cuál te gobierna?"

¿Cuál espíritu gobierna cuando tomas decisiones durante el día, el Espíritu de este tiempo o el Espíritu Santo?

"El hombre es dueño de su propio destino." Así dice el dicho, pero en los últimos años parece haber algunas influencias aparentemente abrumadoras con las cuales la gente se enfrenta.

Vivimos en medio de un mundo sin límites y con diversas herramientas tecnológicas. En la última década, la tecnología nos ha brindado diversas herramientas y cosas materiales que ahora consideramos como algo indispensable para nuestras vidas. Pero este desarrollo también influye en nuestro comportamiento; en los diversos medios de comunicación vemos que existe un creciente debate acerca de la falta de interacción de las personas dentro de su entorno social. Muchas cosas pueden ocupar nuestro tiempo y nuestros pensamientos, pero ¿qué debemos considerar y de qué debemos estar conscientes en relación a este asunto?

Hace poco leí un artículo de Johan Oscar Smith que me dio una nueva perspectiva acerca del mundo en el cual vivo (extracto del artículo “Lucha interior”, Tesoros Escondidos [Skjulte Skatter], febrero 1912):

“La vida interior y los enemigos interiores son a los que debemos conquistar, derrotar y destruir. Los enemigos de nuestra vida interior son las fuerzas que quieren dispersar nuestros pensamientos y dirigir nuestra atención hacia las cosas externas. Por lo tanto, estos enemigos son deseos de todo tipo, los cuales buscan dividir nuestra mente y concentrar nuestros pensamientos en las cosas exteriores, las cosas que se desvanecen con el tiempo. Precisamente aquí se encuentra la perdición: las cosas a las que el corazón estaba aferrado desaparecen y por lo tanto también la persona, que es un ser eterno, pues fue llenado solamente con cosas vacías, cuando se debió haber  llenado de Dios mismo. Es por eso que es tan importante que permitamos a Dios sacar de nuestras mentes todas las cosas exteriores, cosas que pasarán y desaparecerán; y cambiar nuestro enfoque hacia lo interior, hacia la fuente de vida eterna; así la alegría y la paz indescriptible pueden llenarnos, comenzando en este tiempo de corruptibilidad y continuando en las eternidades desconocidas. Que el Señor nos permita hacerlo.”

El Espíritu de este tiempo vs el Espíritu Santo

Este poder, que quiere hacer que nuestras mentes se adhieran a las cosas exteriores, es el espíritu de este tiempo. Cuando uno deja que el mundo lo guíe, quiere decir que es dirigido por el espíritu de este mundo el cual opera en los hijos de la desobediencia (Efesios 2:2). Completamente lo contrario es el Espíritu Santo, quien es el portavoz de Dios para la humanidad. El Espíritu de este tiempo trabaja directamente en contra al Espíritu Santo y tiene como meta llenarnos con cosas que han de pasar, en lugar de ser llenados con el Espíritu de Dios.

¿Cómo podemos ver esto en nuestro mundo contemporáneo? En estos días, muchos jóvenes tienen problemas para concentrarse, constantemente buscan entretenimiento, y ningún profesor parece ser los suficientemente entretenido para captar su atención. Entre otras cosas, el espíritu de este tiempo motiva la auto promoción. Pero, como cristiano, debo estar consciente de con cual espíritu me estoy llenando, y qué motiva mi acciones.

“Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.” 1 Corintios 6:12.

Cuando nuestro enfoque está en la eternidad no perdemos el tiempo en la auto realización de lo que me beneficiará más. Dios siempre tiene algo que decirme a través del Espíritu Santo. Él tiene la receta para una vida feliz si escucho su voz y actúo de acuerdo a ella. Pero ello requiere que yo esté tranquilo y atento, porque el camino de resistencia es siempre hacerse de oídos sordos a la voz de Dios y, por consiguiente, ceder al deseo del entretenimiento constante.

En enfoque consciente en la vida interior

Hay mucho más en este mundo de lo que la mayoría de las personas ven o oyen. Hay un mundo invisible, que por ahora puede ser claramente percibido por los creyentes (Hebreos 11:1) Por eso los creyentes tienen consciencia de que el espíritu de este mundo y de este tiempo solo reemplazará la alegría por una sensación de vacío, mientras que el Espíritu Santo nos ayudará a alcanzar las mismas virtudes que Jesús tenía. Dios quiere que use mi vida para adquirir estas virtudes. Si me enfoco en mi vida interior y no la vida exterior, entonces en lugar de buscar el placer momentáneo, voy a buscar aquello que me da valor en la eternidad que me espera, junto con aquellos que han luchado esta misma batalla.

Pablo escribe: “Aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.” 2 Corintios 4: 16-18. Cuando yo permito que el Espíritu Santo me guíe en mi vida diaria y hago aquello que Dios me dice, recibo entonces todos los días una mayor plenitud de las virtudes de Cristo en mi espíritu. Orgullo y envidia son reemplazados por bondad, misericordia y paciencia; y estas virtudes pueden formar parte de mi naturalmente. Estos son valores eternales que están atados a mi espíritu y no a mi cuerpo terrenal y temporal.

Los granos de oro, como aquellos escritos por Smith, se escribieron hace más de 100 años, sin embargo, hoy no son menos relevantes. Estas palabras las puedo utilizar en mi vida diaria, son palabras que pueden cambiar mi perspectiva de vida para así centrarme en mi futuro eternal lugar de enfocarme en actividades irrelevantes. Esto significa que, conscientemente, voy a priorizar el llenarme con la Palabra de Dios, y este sentir celestial que recibo se convertirá en el fundamento para todas mis actividades cotidianas.

Mi espíritu se renueva día a día, en otras palabras, ¡Me convierto en una nueva persona todos los días! ¡Qué vida tan emocionante es vivir en tal constante crecimiento!

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.