El devastador efecto de compararse con los demás
El compararse con los demás puede ser sorprendentemente dañino.
Dios quiere que seamos nosotros mismos. De hecho, está muy lejos de ser su voluntad el comenzar a compararnos con los demás.
No sé ustedes, pero yo tengo la mala costumbre de compararme con otras personas. Digo otras personas; pero por lo general se trata de una sola persona a la vez. La persona puede variar, pero a menudo es alguien que conozco bien y en quien he detectado algo que envidio o admiro, y a la que me gustaría parecerme. El pensamiento comienza bastante pequeño, pero se desarrolla gradualmente.
Y así, amigos, es cómo comienza el show.
"Descubriendo la basura que eres"
"Bienvenido al episodio de esta noche de ‘Descubriendo la basura que eres’, ¡en el que podrás compararte con personas extraordinariamente increíbles a las que nunca te parecerás! El anfitrión de esta noche, el Sr. D-Presión; él te mostrará exactamente cómo la Increíble Persona de esta Noche es más divertida, más encantadora, más espiritual, más trabajadora y en general es más fantástica que tú: un patético miserable. Pasa las horas analizandote desesperadamente y aplastandote críticamente, basándote en ‘hechos’ que son totalmente fiables y nada inventados. Sin olvidar el fundamento de la verdad innegable: tus sentimientos."
Ok, esa fue una metáfora un poco ridícula, pero sorprendentemente está cerca de la realidad. He perdido horas, días de mi vida comparándome a mí mismo con otros y deseando ser como ellos. Me he estresado, enojado y llorado como un bebé; me he acercado a gente que confío para tener una "conversación seria" acerca de esto, he probado cambiar mi estilo de vida, intentado cambiar mi personalidad para imitar a otra persona y he estado en viajes increíbles con mis mejores amigos, pero solo he terminado con el sentimiento de incertidumbre y la sensación de no ser lo suficientemente bueno.
Compararnos con los demás puede ser realmente grave si dejamos que tome control sobre nosotros.
Niega al acusador
Todos estos pensamientos provienen de solo un lugar: El acusador, Satanás. Él busca deprimirnos y hacernos sentir inútil y juzgados, nos distrae de la obra que Dios quiere hacer en nosotros. Si no consigue que acusemos a nuestros amigos que están en la misma batalla, ¡tratará de que nos acusemos a nosotros mismos! Kåre Smith, el líder de Brunstad Christian Church, dijo una vez: "Si hay intranquilidad, incertidumbre e inseguridad, es una señal, sin duda alguna, de que el acusador está trabajando. Las personas que ceden ante el espíritu de acusación dudan en todo. No conozco ninguna otra cosa que pueda hacer a una persona tan hueca y vacía como el espíritu de acusación. Por eso debemos estar en guardia – alerta como si fueran fuegos del infierno – e impedir que nada de este espíritu caiga en nuestros corazones."
No necesitamos escuchar más al acusador – ¡qué alivio! Dios ha planeado toda nuestra vida, cada segundo, y quiere que en todo tengamos éxito. Tiene planes de futuro y esperanza para nosotros, (Jeremías 29:11) justamente con esta personalidad y vida que cada uno de nosotros tiene – ¡no la de alguien más! Si somos fieles a Él, entonces cuidará de nosotros.
Dios nos creó tal y como somos. Cada uno de nosotros está creado de una manera única y fabulosa. No tenemos que comparar nuestra vida con la de los demás, sino que podemos seguir utilizando lo que Dios nos ha dado – podemos seguir adelante sin problemas usando lo que Dios nos ha dado. En lugar de sentirlo como un problema, podemos aprender a utilizar nuestras personalidad constructivamente – ¡cada uno tiene algo que contribuir que ningún otro puede!
"Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. … Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras." Salmos 139.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.