¿El cristianismo sigue siendo relevante hoy en día?
¿Ha perdido el cristianismo su columna vertebral, y se ha vuelto irrelevante?
¿Ha perdido el cristianismo su columna vertebral, y se ha vuelto irrelevante?
Este es nuestro mundo. Vivimos aquí, trabajamos aquí, formamos nuestras familias aquí. Y sin embargo, no podemos evitar la sensación de que algo no está bien. Nuestro mundo no es perfecto. Está muy lejos de ser perfecto. Por siglos nuestro mundo ha sido afectado por la pobreza, relaciones quebrantadas, delincuencia, guerra y enfermedades. A nivel personal, es difícil de evitar el conflicto, sentirme ofendido o decir palabras hirientes.
Las personas se convierten al cristianismo para recibir respuestas, pero la mayoría sale con las manos vacías. En lugar de una solución, encuentran una religión que por un lado, abusa de su poder, y por el otro es débil e impotente. En su esfuerzo por mantenerse en pie, el anuncio de la Palabra ha perdido sentido y claridad. El cristianismo ha perdido su columna vertebral. El Cristianismo se ha vuelto irrelevante.
Pero, ¿qué sucede con el cristianismo que describe la Biblia? ¿Quizás hay una solución después de todo? ¡Tal vez hay algo que podamos hacer – algo que TÚ puedes hacer, para hacer una diferencia en nuestro mundo imperfecto!
««¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?» (Santiago 4,1) El mal que vemos a nuestro alrededor es un resultado directo de ceder antes estos deseos que conducen a la guerra entre nosotros. Ceder a estos deseos causa guerra, contiendas y destrucción de todo tipo, ¡dejando tristeza e infelicidad a su paso! O bien, podemos preguntar: ¿Crees que estos patrones de mal comportamiento provienen del hecho que la gente ha utilizado sus pensamientos, tiempo y energía en bendecir a sus familias o las personas a su alrededor? No, este mal comportamiento resulta del hecho que las personas son egoístas y egocéntricas, y prefieren, una y otra vez, poner sus propios intereses por encima de todo lo demás.
Es fácil criticar y mover la cabeza cuando uno ve todo el mal que hay en el mundo, y en las personas a tu alrededor. Pero si miras más de cerca tu propio comportamiento, de darás cuenta que también tienes la misma naturaleza egoísta y egocéntrica. ¿Puedes reconocer que ni siquiera tus intenciones son totalmente correctas? ¡Si eres realmente honesto contigo mismo, probablemente tendrás que admitir que no todo lo que has hecho y pensado hoy, fue hecho con sólo intenciones honestas y desinteresadas!
El cristianismo es la única manera de realmente poner fin al mal
Otras personas bien intencionadas han intentado arreglar el mal comportamiento que ven en el mundo que los rodea. Inician programas de superación personal, se unen a grupos y donan dinero. Las personas jóvenes son especialmente entusiastas sobre la idea de que pueden «hacer una diferencia». ¡Y esta es una meta noble! Sin embargo, este esfuerzo humano exterior siempre quedará corto contra la marea del mal que viene del egoísmo, porque la maldad está dentro de nosotros.
Afortunadamente hay una respuesta. Para los que pueden reconocer esto, y quieren cambiar, el cristianismo tiene relevancia. ¿Por qué? Porque el cristianismo es la única manera de realmente poner fin al mal. El verdadero cristianismo no solo ofrece el perdón por los pecados que has cometido, permitiéndote comenzar de cero, sino que también te proporciona la ayuda para dejar de pecar. El verdadero cristianismo bíblico ofrece a las personas un camino para salir del pecado y egoísmo, el cual los hace infelices y lleva a causarse daño unos a otros.
Jesús dijo que los enfermos necesitaban un médico, no los que estaban sanos. Él vino especialmente por aquellos «enfermos» — aquellos que están cansados de su propio egoísmo y pecado, que sienten que debe haber otra manera de vivir. ¡Si encuentras que estás en esta categoría, entonces el cristianismo se vuelve la cosa más relevante en la cual pues estar involucrado!
Toma un simple verso de la Biblia como un ejemplo: «No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.» (Romanos 12,21) ¡Imagina un mundo donde todos vivieran de acuerdo a este principio! ¡Imagina el bien que haría en nuestras vidas y relaciones! ¿Qué resultado tendría si los matrimonios estuvieran ocupados encontrando la manera de bendecir al otro en lugar de criticarlo? ¿O bien los padres trataran a sus hijos con paciencia y amor, en lugar de exigirles un comportamiento que no los irrite a ellos? ¿Qué resultado tendría si las personas también se comportaran de esta manera en nuestras comunidades y en los comercios? Ya no habría más violencia de pandillas, crimen o abuso de poder. Los jefes no tomarían ventaja de sus empleados y vice versa. ¡Piensa en toda la corrupción, violencia y odio que serian eliminados si las personas en sus vidas lucharan contra sus tendencias humanas a ser ofendidos, envidiosos y avaros!
Esto cambiará tu vida
¿Suena como un imposible? «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.» (Mateo 19,26). Los cristianos creen que Dios les dará la fuerza para vencer su naturaleza humana egoísta, ¡así como Jesús venció! Un tal cristianismo es más que relevante en nuestra sociedad moderna actual. ¡Si quieres tener un impacto positivo en el mundo a tu alrededor, entonces el cristianismo es de suma importancia para ti como individuo, porque definitivamente no puedes ser una solución al problema si tú mismo sigues siendo ególatra y egoísta! En primer lugar debes comenzar a vencer tu propia naturaleza egoísta, antes de ayudar a otros.
«Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.» 1 Timoteo 4,16.
¡Si quieres hacer una diferencia positiva en el mundo, tienes que ser un cristiano de este tipo. Comienza en tu propio hogar, y en tus propias circunstancias. Esto provocará un cambio en tu vida, y harás una diferencia en el mundo. ¡El Cristianismo te hará relevante!
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.