¿Amas la justicia así como Jesús la ama?
Jesús lo describió como un hambre y una sed de justicia.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” Mateo 5:6.
Esto es lo que Jesús vivió y enseñó. Él amaba la justicia y aborrecía la maldad; como resultado fue ungido con el óleo de alegría más que a sus compañeros. Jesús tenía una imperiosa necesidad de ser justo completamente en todo. Él clamó con ruegos y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente. De esta manera Él fue perfeccionado. (Hebreos 1:8-9; Hebreos 5:7-9).
Podemos también ver al ejemplo de Pablo; él tenía algunas atribuciones valiosas y bastante importantes. Era un hebreo de la tribu de Benjamín, un fariseo entrenado por Gamaliel, y en lo que respecta a la justicia según la ley, era irreprensible. Sin embargo, cuando le fue revelada la gloria del Señor Jesús, consideró todo por basura, para ganar a Cristo. En lugar de considerarse a sí mismo un hombre justo, buscó la justicia que viene a través de la obediencia a la fe. En otras palabras, quería llegar a la plenitud de las virtudes de Cristo; la plenitud de Dios. (Hechos 22: 3; Efesios 3:17-18).
Hambre y sed de justicia
Ahora nosotros, que también tenemos hambre y sed justicia, debemos ser entrenados en nuestra vida diaria. Como seres humanos no somos justos por naturaleza; somos injustos y nos justificamos, tenemos pensamientos muy altos de nosotros mismos. El hecho es que todos somos personas egoístas, por eso Dios tiene que enseñarnos, por medio del Espíritu Santo, el camino hacia Su justicia, la cual se encuentra escrita en Su palabra. Si somos obedientes y podemos humillarnos cuando somos disciplinados por Dios, llegaremos al fruto apacible de la justicia. (Hebreos 12:7-11).
Algunos ejemplos de cómo podemos aprender justicia en nuestra vida diaria son listados aquí:
- Es justo pagar lo que debemos. (Romanos 13:7-8).
- Es justo que no mirar a una mujer para codiciarla. (Mateo 5:27-28).
- Es justo juzgarnos a nosotros mismos y no a los otros. Solo así podremos recibir sabiduría para ayudar a los demás. (Mateo 7:1-5).
- Es justo no compararnos o medirnos con los demás. (2 Corintios 12:12).
- Es justo compararnos a nosotros mismos con la Palabra de Dios y con las virtudes de Cristo. Esto nos ayudará a mantenernos en necesidad para ser salvados más profundamente.
- Es justo hacer las cosas sin acepción de personas, favoritismo o parcialidad. (Santiago 2:1-9).
- Es justo tratar a las personas con misericordia, compasión, amabilidad y bondad.
- Es justo odiar el amor al dinero y la avaricia, para en cambio ser generoso. (1 Timoteo 6:10-11).
- Es justo no murmurar o quejarse de nuestras situaciones o del estado en el que estamos, sino estar agradecidos y contentos por lo que pasamos, porque Dios lo ha hecho así. (Filipenses 2:12-14; Filipenses 4:11-13).
- Es justo llorar con los que lloran y gozarse con los que se gozan, pues somos miembros de un mismo cuerpo. (Romanos 12:15).
- Es justo no tener un concepto más alto de sí que el que debe tener. (Romanos 12: 3) Si hacemos esto no nos convertiremos en personas que se entrometen en los asuntos ajenos.
Un desarrollo en la justicia
Es indispensable tener una necesidad cuando vemos nuestras propias carencias y defectos. Esto es lo que nos lleva a tener hambre y sed de justicia, ¡y la promesa para los que tenemos hambre y sed es que seremos saciados con justicia! Es a través de la fe y la paciencia que heredamos las promesas. (Hebreos 6:12). Es un desarrollo, un proceso en el que entramos por medio de la fe.
Jesús tenía muchas cosas que quería decirle a Sus discípulos, pero sabía que no podían sobrellevarlas y tampoco tenían el poder para vencerlas todavía (Juan 16:12). Ese poder lo recibirían a través del Espíritu Santo cuando Jesús se los enviara. De la misma manera, Dios no nos revelará más de nuestra injusticia de la que podamos soportar a la vez (1 Corintios 10:13). Pero cuando nos la muestre, recibiremos el poder para vencer si amamos y obedecemos la verdad. Este proceso avanza más y más dependiendo de nuestra hambre y sed. Necesitamos el mismo sentir y mente que tenía Pablo: “… pero una cosa hago… prosigo a la meta…” Filipenses 3:13-14. De esta manera progresaremos continuamente hacia la plenitud de las virtudes de Cristo. ¿Qué otra cosa importa realmente más que eso?
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33-34.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.