¿Por qué es tan difícil creer?
¿Te has escuchado a ti mismo decir u otra persona: “¡No puedo creer en la Palabra de Dios, es imposible!?
¿Te has escuchado a ti mismo decir u otra persona: "¡No puedo creer en la Palabra de Dios, es imposible!? Justamente esta afirmación la escuché de un joven que estaba en el umbral de elegir su camino en la vida.
Pero, ¿no es la fe completamente una cuestión de poder?
Jesús dice en Mateos 23:37: "¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!"
Esta era la disposición que Jesús buscaba cuando pretendió reunir al pueblo de Israel, sin embargo tuvo que reconocer que había muchos que no querían creer.
Lo mismo sucede hoy. Jesús en su misericordia nos ha extendido una invitación a través de la Palabra de Dios, pero la pregunta es si lo quiero creer.
La fe no es algo que requiere de habilidades especiales o conocimientos; tampoco la fe es otorgada a unas pocas personas devotas y espirituales. La fe es algo que cada uno de nosotros puede echar mano, y tomar la decisión de vivir por ella. La fe es obediencia (Romanos 1:5 y 16:26).
Pero entonces, ¿por qué es tan difícil creer?
Podemos ver en la Biblia la historia sobre el pueblo de Israel en el desierto. Habían recibido la promesa de la tierra prometida, una tierra en la que fluye leche y miel. Habían experimentado la intervención y los milagros de Dios innumerables veces; no obstante terminaron andando errantes cuarenta años por el desierto, para finalmente morir sin entrar en la Tierra Prometida.
¿Por qué escogieron morir en su incredulidad?
Claro, por su indisposición para luchar contra los enemigos en el país; no estaban dispuestos a luchar y sufrir para recibir parte de la promesa.
Si como hombre en confianza ciega me lanzo a la creencia que la Palabra de Dios es verdadera, entonces debo al mismo tiempo estar dispuesto a permanecer en la Palabra de Dios y a hacer lo que está escrito. La fe me llevará a la obediencia de la Palabra de Dios, y aquí se requiere una voluntad firme y decidida, que me traerá batallas; como renunciar a todo lo propio. Sin embargo, obtendré todo de vuelta nuevamente, como está escrito en Apocalipsis 3,21: "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su trono."
A muchas personas les resulta insensato decir que uno simplemente cree que esta promesa se cumplirá en uno. Pero la verdad es que una fe viva en este verso puede guiarme a una vida feliz, en la esperanza de la gloria eterna junto a Jesús.
¡La única pregunta es si yo quiero!
La decisión la puedo tomar en cualquier momento, y esta puede comenzar con una simple oración. "Querido Dios, ayúdame a creer en Ti."
Dios es entusiasta frente tales decisiones de fe; independiente si es tu primer suspiro débil de salvación, o bien un paso más en la obediencia y lucha contra el enemigo. Él fortalecerá rápidamente tu voluntad para hacer lo bueno, y te dará una mayor plenitud de fe, de modo que cada vez sea más fácil escoger el camino de la obediencia de la fe.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.