¿Cuánto vale la verdad?
Con tanta "información" disponible y personas que tratan de convencernos de que su versión de los hechos es la verdad, ¿cómo podemos saber lo que realmente es cierto?
En la era moderna de la tecnología en la que vivimos, la información está fácilmente a nuestro alcance. Con un solo clic podemos encontrar ideas, noticias, imágenes, etc. Pero en los últimos años, el incremento de cosas como las "noticias falsas" y el "adaptar la realidad" tratan de desvirtuar la verdad, creando realidades alternativas con la esperanza de que la gente crea algo que no es cierto para que acabe convirtiéndose en verdad. La gente a menudo crea algo a lo que le llama "la verdad" y se aprovecha de otros con ideas y creencias que solo son para su propio beneficio.
Con tanta "información" disponible y personas que intentan convencernos de que su versión de los hechos es la verdad, ¿cómo podemos estar seguros de lo que realmente es cierto? ¿Es la verdad diferente para cada persona, dependiendo de lo que quiera creer? ¿O existe una verdad absoluta que trasciende todas las ideas que entran y salen de la sociedad?
En mi búsqueda por la verdad, he descubierto que es muy fácil ser afectado por argumentos persuasivos. Nos comunicamos con el mundo que nos rodea y con otras personas a través de nuestros sentidos. Y es lo que vemos, oímos, tocamos y sentimos lo que más nos afecta. Estas cosas pueden cambiar en función de cómo me sienta un determinado día o con quién me encuentre.
Pero, ¿y si la verdad – la única verdad – exigiera que fuéramos más allá de lo que podemos ver, oír y sentir?
La Biblia dice que Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. (Hebreos 13:8). También dice que la hierba se seca, la flor se marchita; pero la palabra de Dios permanece para siempre. (Isaías 40:8). Lo que esto significa para mí es que, si busco la verdad, puedo confiar en que la encontraré en la palabra de Dios. (Juan 17:17.) Su palabra no está pasada de moda ni es obsoleta. Y los pensamientos de Dios son mucho más grandes, ricos y valiosos que cualquier cosa con la que yo pueda venir con mi pequeño cerebro humano. Cuando busco la verdad, entonces puedo aprender a ver todo de la manera en que Dios lo ve. Y de esta forma, todas las preguntas que tengo sobre muchas cosas se vuelven insignificantes si se comparan con la eternidad. Si el mundo entero viviera conforme a la verdad que encontramos en la palabra de Dios, entonces realmente tendríamos el cielo en la tierra.
Aquí quise escribir algunas de las verdades que he encontrado en la palabra de Dios que me han ayudado personalmente, para que por lo menos pueda hacer mi parte en traer el reino de los cielos aquí en la tierra, y demostrar con mi vida lo verdadera que es la palabra de Dios.
#1
“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. 1 Pedro 5:5.
Como ser humano, el orgullo es algo que está dentro de mí. Aunque quiera ser buena con los demás, en el fondo encuentro lo altiva que soy cuando veo cómo reacciono en diferentes situaciones. Siempre quería ser la mejor, ocultar mis debilidades, tener la última palabra y cuidar a toda costa del “mí”, “yo” y todo lo “mío”.
Sin embargo, en la Biblia está escrito que Dios resiste a los soberbios. Y la verdad es que tratar de que se haga mi voluntad en todo no puede hacerme feliz. Muchas personas son ricas, exitosas y famosas, pero todas esas cosas no te garantizan un reposo y una paz interior. Si esa misma persona sufre de orgullo y egoísmo, entonces es imposible que sea completamente feliz y tenga reposo en su ser interior.
¡Pero hay esperanza! La verdad es que cuando soy humilde – cuando reconozco que en realidad estoy llena de orgullo y que necesito la ayuda de Dios para liberarme – entonces Él me da la gracia (o la ayuda) para vencer. He experimentado que al humillarme y reconocer la verdad sobre mí misma, me libera de la intranquilidad que produce buscar solo lo propio. Tener la razón, hacer las cosas cómo yo quiero, y ascender en la escala del éxito, en realidad carecen de sentido cuando veo que esas cosas realmente no significan nada en términos de eternidad.
#2
“No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. 2 Corintios 4:18.
Las cosas que podemos ver son temporales; todo lo que tenemos en esta tierra solo lo tenemos por un tiempo. Esto lo podemos “saber”, pero es algo completamente diferente estar tan convencido de ello que cambio el curso de mis acciones permanentemente para que mi tesoro esté en el cielo, como Jesús dijo en Mateo 6:20.
¿Cuál es el tesoro que tengo en el cielo?
Dice que la palabra se hizo carne en Jesús, lo que significa que Él vivió según la palabra de Dios y esas palabras se convirtieron Su vida. (Juan 1:1-4,14). Y también es posible que yo viva esta vida para que, por medio del poder del Espíritu Santo, mi naturaleza pecaminosa pueda morir. Jesús dijo que podíamos seguirle, negándonos a nosotros mismos y tomando nuestra cruz. (Mateo 16:24). Soy yo quien elige conscientemente ir por el camino que Él me lleva a expensas de lo que yo quiero. Pero es allí donde Dios me conduce por el camino de la salvación, y experimento que recibo Su naturaleza. (2 Pedro 1:4.) Además, también comienzo a ver el valor de renunciar a mis propias ideas, opiniones y deseos, los cuales van en contra de la voluntad de Dios, porque aprendo que las "cosas que no se ven" pueden darme una alegría que es verdadera y va mucho más allá de los placeres pasajeros de las cosas terrenales.
#3
“Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación”. Lucas 16:15.
¡Qué fácil es querer defenderse cuando alguien me acusa o habla de mí de una manera que no me gusta! Me importa tanto mi honor y reputación. Pero este versículo dice que Dios conoce mi corazón. Jesús era completamente inocente de transgresión y sin embargo murió en la cruz como un criminal. Pero Dios sabía que nunca había pecado, por eso lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre. (Filipenses 2:9.) Jesús entendió que el honor de la gente no significaba nada – Él sólo buscaba agradar a Dios. Y gracias a eso, nos dejó un tremendo ejemplo a seguir. Si sufrimos acusaciones, con razón o incluso injustamente, o si no recibimos reconocimiento por lo que hemos hecho, entonces podemos recordar que vivimos ante el rostro de Dios y podemos estar seguros de que nuestros corazones son puros, ¡y lo que la gente diga o piense realmente no significa nada!
Este versículo también dice que lo que la gente tiene por grande es abominación delante Dios. Esta es una extraordinaria verdad a la que debemos aferrarnos. La sociedad, los medios de comunicación y las personalidades pueden tratar de llevarnos por un camino u otro. Y la mayor parte del mundo los sigue sin pensarlo mucho. Pero todo eso es abominación frente a los ojos de Dios. Si realmente puedo ver las cosas de la manera en que Dios las ve, entonces no necesito ser arrastrado por la "mayoría", sino que puedo seguir pacífica y gozosamente mi propio camino que conduce al cielo.
#4
“Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:38.
He pensado muchas veces en este versículo. Dios quiere que conozca la verdad y especialmente la verdad sobre mí misma. Jesús dijo en Marcos 10:18 que nadie es bueno sino solo Dios. Y Pablo dijo que incluso yo queriendo hacer el bien, todavía hallo que el mal mora en mí. (Romanos 7:15.) Se necesita mucha humildad para aceptar que todo lo que encuentro en mí, aunque quiera hacer algo bueno, está lleno de "mí misma".
En Malaquías 3:2 está escrito sobre el fuego purificador y el jabón de lavadores. Y precisamente así es como he experimentado ver la verdad sobre mí misma. Puede sentirse como un fuego que quema, pero si estoy de acuerdo con la verdad y la obedezco, ese fuego realmente quema todo el pecado que mora en mí y deja mi corazón purificado en esa área. Es doloroso, pero también me da poder. Me libera de ese pecado. Y el jabón de lavadores no es del suave, pero trae refrigerio, me limpia y me liberara si elijo aceptar la verdad y postrarme ante el rostro de Dios.
La verdad no es barata. Requiere que renuncie a todo de lo que hay en mí. Pero a cambio también recibo: todo lo que tiene valor para la vida eterna. Y los que poseen la verdad comprenden que su valor está por encima de todo lo que se puede reunir en esta tierra.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.