¿Cómo puedo vencer al desánimo en mi vida?
¡Mantente firme, sin fluctuar!
Es muy fácil para nosotros como personas desanimarnos. Si uno cae en pecado una y otra vez, una vida en completa pureza puede parecer imposible de alcanzar. Pero la intención de Dios no es que nos desanimemos, sino al contrario. El autor de los Hebreos escribe: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” y en 2 Corintios 4:13,16 Pablo dice: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos ... por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.”
Una esperanza de lo que aún no vemos
Es nuestra tarea mantenernos firmes sin fluctuar en la confesión de nuestra esperanza y en la esperanza del evangelio. Nuestra esperanza es completa victoria y fuerza para terminar nuestra carrera. Terminar nuestra carrera significa que nos volvemos santos, puros y enteramente buenos, creciendo en sabiduría y en toda virtud para madurar como hombres y de este modo estar preparados para ser arrebatados con Cristo el día de su venida. Sí, esta es nuestra esperanza si creemos en el evangelio.
Está escrito que nuestra esperanza no es en lo que se ve, ni tampoco en lo que ya tenemos. Eso no tendría ningún sentido. Nuestra esperanza está en lo que no se ve y en lo que aún no hemos alcanzado – lo que está aún lejos de nosotros. Estamos plenamente convencidos de que, como consecuencia de las promesas y verdades del evangelio, y como resultado de nosotros cumplir con las condiciones, lo que esperamos vendrá, ¡completamente y sin lugar a duda! ¡Es a esto a lo que debemos mantenernos firmes, sin fluctuar!
Si caemos y pecamos, lo cual es muy común, especialmente al principio, debemos levantarnos inmediatamente y confesar nuestra esperanza. Si dejamos de intentar explicar nuestro pecado y en lugar decimos: “Es verdad, he pecado, pero eso no cambia mi esperanza, porque la esperanza del evangelio es verdadera. Iré por el camino y voy a pagar el precio ¡estoy absolutamente convencido de que voy a llegar a la meta!”
“Pero acabas de caer”, dice el adversario, “y no fue hace mucho que también caíste.”
“Eso no importa”, tú dices. “¡El evangelio es verdad!”
Una tendencia a desanimarse
Es fácil entender que si seguimos nuestras tendencias humanas, cuando hayamos caído, vamos a desanimarnos. Hemos sido “puestos en el fango” y, según el razonamiento humano, deberíamos estar un poco desanimados y decaídos. ¡Pero no! ¡Esto es algo completa y absolutamente equivocado! A pesar de que hayas caído, las promesas de Dios siguen siendo verdaderas. Dios sabía perfectamente qué clase de criaturas éramos cuando nos llamó; Él sabía que era fácil para nosotros perder el ánimo y la fe. ¡Todas estas cosas Él conoce bastante bien! ¡También sabía que es poderoso para fortalecernos en la fe! Tanto la Palabra de Dios como Dios mismo han visto nuestras debilidades.
A pesar de que, humanamente hablando, pareciera que no llegaré a la meta, debo, a pesar de todo, aferrarme a la Palabra de Dios; ¡y entonces llegaré a la meta!
Es precisamente por esta razón que se nos exhorta a mantener firme la confesión de nuestra esperanza. ¡Estas exhortaciones no fueron dadas solo porque sí! Tienen una razón. ¿Y qué decía? ¿qué fue lo que nos exhortaron a hacer? ¡Mantenernos firmes, sin fluctuar, la confesión de nuestra esperanza! ¡No deberías, ni por un segundo, dejar de aferrarnos a esto!
¿Acaso no ha elegido Dios a los pecadores, a lo bajo, lo despreciado, lo vil y a los que nos son nada en toda su insensatez? ¿No ha elegido Él a esa gente? ¿Acaso no está claramente escrito? Dios ciertamente no elegiría a esta clase de personas – criaturas miserables – para realizar una obra tan colosal si no fuera capaz de completarla. Sería algo incoherente.
Dios es fiel
Hay dos cosas importantes aquí: La primera es que es una cuestión de vida o muerte que reciba una fe y una esperanza viva de que Dios puede hacer las cosas más maravillosas conmigo, a pesar de que soy una persona patética y miserable. La segunda es que después de que me haya aferrado a tal esperanza y fe, es una cuestión de vida o muerte que no debo dejarla escapar otra vez, ni siquiera un poquito, ¡incluso si he fallado absolutamente!
Cuando un hombre habla como si hubiera logrado cosas grandes, o si la gente tiene la impresión de que grandes cosas han sucedido en él, pero él sigue cayendo repetidamente en uno y otro pecado, entonces se ha comportado de manera equivocada. Pero también está mal si pierde el ánimo cuando cae en pecado. Lo que se debe de hacer es mantener el ánimo y hacer nuestra confesión sin cesar. Es necesario que uno se mantenga firme, sin fluctuar en la confesión de nuestra esperanza, ¡sin cesar! Ya sea que me levante o me caiga, debo aferrarme a mi confesión. No confieso que las cosas van muy bien conmigo, sino que confieso que las cosas van a ir muy bien conmigo. ¡Eso es hacer lo correcto, lo perfecto, lo que es bíblico, agradable y bueno!
En todas las circunstancias debemos tomar la Palabra de Dios tal y como es y no cambiarla. “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” ¡Él es fiel y terminará la obra – incluso si se tarda mucho tiempo en conseguir suficiente lastre en el barco! Él tiene todo el panorama en vista y sin lugar a duda va planear las cosas de manera que tenga suficiente tiempo para completar la obra. ¡Bendito y alabado sea Dios!
Este artículo fue traducido del noruego y está basado en una prédica de Elias Aslaksen que fue publicada en un folleto llamado "Mantenerse firme sin fluctuar" en la edición de Skjulte Skatters Forlag.
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Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.