¿Cómo te diferencias hoy del año pasado?
¿Te gusta lo que ves? ¿O sientes que es necesario mejorar?
Piensa hace un año atrás. ¿Cómo eras? ¿Es comparable con la actualidad. ¿Tienes más paciencia y bondad? ¿Eres más generoso? ¿Te has vuelto más capaz para mostrar verdadero cuidado por los demás?
Si tu respuesta es no, ¿por qué no?
Piensa en esto: ¿Qué significa ser un cristianismo activo? ¿Significa que sólo leo mi Biblia, oro todos los días y voy a la iglesia los domingos? Sin duda puedo incluir estas cosas en mi rutina diaria, pero ¿solamente sigo patrones y hago lo que un cristiano debe hacer, o estoy más bien en un desarrollo?
Recibir parte de la naturaleza divina
Podemos leer sobre nuestra meta como cristianos en 2 Pedro 1,3-4: «Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.» ¡Qué increíble declaración! Lo que Pedro nos dice en realidad es que esta es nuestra meta: ¡llegar a la naturaleza divina a través de nuestras situaciones aquí en la tierra! Esto significa que debe suceder un enorme cambio en mí.
Así que entonces, ¿qué hago si hoy no siento ninguna diferencia de cómo era el año pasado?
Aquí está la gran pregunta: ¿Siento realmente una necesidad? ¿Estoy completa y totalmente dependiente de la ayuda que Dios me da para guiarme a través del día? ¿Reconozco que los caminos de Dios son perfectos, y que yo soy un ser humano imperfecto, lleno de tendencias al pecado? Y si no siento esta necesidad, ¿entonces qué debo hacer para acercarme más a la naturaleza divina mientras estoy aquí en la tierra? ¿Estoy satisfecho con mi estado?
¿Estoy completa y totalmente dependiente de la ayuda que Dios me da para guiarme a través del día?
«Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.» Apocalipsis 3,17.
Vigilancia diaria
Permitir la satisfacción en nuestra vida cristiana es un peligro increíble. Nunca debo olvidar que en mi estado natural soy un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Mientras sea lo suficientemente humilde para pedir ayuda, el Espíritu Santo vendrá y me guiará. Lo peor que puedo hacer es estar satisfecho conmigo mismo – pensar que no hay nada con lo cual debo trabajar en mi vida. Al final de Hebreos 11,6 podemos leer: «que es galardonador de los que le buscan.» Buscar diligentemente algo significa hacerlo sin descanso, sin cesar. Ser activos en la búsqueda. Dios puede dirigir un barco que está en movimiento, pero no uno que está quieto.
Si alguien te pregunta: ¿En qué estás trabajando justo ahora para ser un mejor cristiano? ¿Tienes una respuesta? Si no la tengo, entonces sé que he permitido otras prioridades en mi vida. Otras cosas que están por delante de una vida con Cristo. Estoy satisfecho con lo que tengo y no siento ninguna necesidad de ir más lejos. En Proverbios 1,32 está escrito: «Y la prosperidad [satisfacción] de los necios los echará a perder.»
Puede suceder que he recibido algo de conocimiento y he tenido algunos momentos decisivos con la batalla espiritual en mi vida. ¿Es suficiente? ¿He acabado? ¡No! Necesito estar en constante desarrollo cada día. Cuando me voy a dormir al final del día, puedo pensar y reflexionar sobre las decisiones que he tomado, y comprobar si he usado las oportunidades para mi desarrollo. ¿No es esto mucho mejor que estar satisfecho? ¿No es mejor que encogerse de hombros y decir «Bueno, bueno» cuando caigo ante mis tendencias pecaminosas?
Darnos cuenta de la grandeza de nuestro llamado
¿Por qué es tan fácil estar satisfecho conmigo mismo? Porque no veo lo importante que es ser transformado a la naturaleza divina día a día mientras estoy aquí en la tierra. ¡No busco activamente las oportunidades y las aprovecho al máximo para hacer la voluntad de Dios! ¿Has tenido alguna vez una situación en la que puedo decir: «Esto es probablemente suficiente agradecimiento. No necesito estar más agradecido en este momento», o bien «Ayer fui amable, así que hoy no necesito serlo»?
¿Has tenido alguna vez una situación en la que puedo decir: «Esto es probablemente suficiente agradecimiento. No necesito estar más agradecido en este momento»?
Cada día es un regalo que recibo para poder acercarme más a la naturaleza divina. ¡Debo estar en el mismo espíritu que hace renunciar mi propia voluntad para hacer la voluntad de Dios cada día, cada momento, cada segundo! ¡Entonces y sólo entonces veré un enorme cambio en mí año tras año! ¡Una transformación que me hace apto para el cielo!
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.