Cómo ser un cristiano exitoso
¿Dónde está tu enfoque en la vida?
¿Soy lo suficientemente exitoso? Vivimos en una época en donde se anima a la gente activamente a pensar así. ¿Cómo puedo ser más inteligente, más rico, más atractivo? ¿Cómo puedo conseguir un mejor trabajo, ganar más dinero y permitirme pagar un estilo de vida más lujoso?
Pero, como cristianos debemos preguntarnos a sí mismos: ¿Tiene todo esto absolutamente algo que ver con el éxito?
Seguir tras lo temporal
La Biblia no nos ha ni alentado ni prohibido ser ricos, inteligentes o atractivos. Jesús ha invitado tanto a ricos como a pobres a ser sus discípulos, pero hace hincapié en que lo que a menudo se considera "éxito" en este mundo es totalmente irrelevante cuando se trata de nuestro llamado celestial.
Jesús dice: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." Mateo 6:19-21.
Muchas personas hoy en día están enfocadas en alcanzar tesoros terrenales, honor o un cierto estilo de vida. Somos influenciados por la sociedad para lograr estas cosas, y alcanzarlas es lo que la mayoría de la gente considera como "éxito." Sin embargo, la Palabra de Dios nos dice claramente que estas cosas pasarán; que en realidad no tienen ningún valor en la eternidad.
¿A quién sirves?
Esto no quiere decir que vamos a descuidar nuestros estudios, carrera o negocios. Por el contrario somos animados a usar nuestros talentos y dones para hacer el bien, conforme a la medida de nuestra fe. En Colosenses 3:23 Pablo también nos exhorta a hacer todo de corazón, como para el Señor. Esto significa que debemos ser personas sinceras y diligentes que están comprometidas con la tarea por delante. Dios puede usar a tales personas con este modo de pensar, que tienen poder de acción y son celosos de buenas obras. (Tito 2:14)
Pero el problema surge cuando buscamos servir a nosotros mismos en lugar de al Dios vivo en nuestras vidas, cuando estamos ocupados de exaltarnos a nosotros mismos y convertirnos en algo grande en este mundo, en lugar de hacer todo de corazón para Él. En Mateo 6:24 Jesús dice, "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." En otras palabras, no podemos servir a Dios y al mismo tiempo estar ocupados tratando de ser algo grande en este mundo.
Un enfoque en lo que tiene valor
En lugar de estar ocupados de cosas temporales, y ser dejados llevar por la ambición o bien el deseo de vanagloria, ¡podemos tener nuestro enfoque en las cosas que tienen valor! Podemos buscar las cosas de arriba y que realmente tienen valor en la eternidad. ¡Piensa lo diferente que es buscar la gloria de Dios, en lugar de la gloria que viene de los hombre, seguir tras "la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor", en lugar de las riquezas terrenales! (2 Timoteo 2:22) Estas cosas tienen valor eterno; no se corrompen ni perecen. Y los que van tras tales metas en la vida jamás estarán preocupados o serán decepcionados.
El verdadero éxito es alcanzar las virtudes de Cristo en nuestras vidas, llegar a la naturaleza divina. ¡No hay nada más valioso que esto! Y Dios promete que habrá éxito para nosotros sí obedecemos su Palabra en nuestras vidas con un corazón sincero. (Josué 1:8) Debemos esforzarnos para ser cristianos exitosos, que no buscan alcanzar las cosas que son grandes en este mundo, pero que van tras el temor de Dios en su vida.
"Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor." 2 Pedro 1:3-7.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.