Cómo recibir las cosas por las que oramos
¿Te ha pasado que tu oración no siempre es respondida de la manera en la que tú pensabas?
Podemos orar a Dios de rodillas: “dame más amor”, “dame más de tu bondad”, “enséñame a ser paciente”, etc.… porque sentimos nuestra falta de estas virtudes. Pero ¿cómo esperamos realmente recibir las cosas por las que oramos a Dios? ¿Una buena dosis cargada de bondad que vaya directamente a nuestro corazón para que nos sintamos bien? ¿o una paciencia plena solo para que podamos sentirnos agradables y pacientes con nuestros hijos y compañeros?
Al contrario, en Su bondad y sabiduría Dios nos envía situaciones y circunstancias en las que nos encontramos con gente difícil, niños problemáticos y malhumorados, noches pesadas, dificultades financieras inestables y asuntos de los que nos podemos preocupar. En todas estas cosas llegamos conocer bien nuestra miseria y pobreza. ¡No nos hacen sentir bien, ni pacientes, ni amorosos! Ya que los enemigos atacan por todas las direcciones.
Sin embargo, estas tribulaciones son precisamente el momento en el que Dios nos quiere dar las cosas por las que oramos, las virtudes de Cristo, si es que nos aferramos a Sus palabras. La pequeña semilla de la nueva vida está en estas palabras.
La tarea de Dios es dejar germinar estas palabras, pero debemos ser simples y obedientes a la Palabra de todo corazón, odiando el mal que vemos en nosotros.
No perdamos el ánimo si constantemente sentimos nuestra pobreza y miseria; sino por el contrario, regocijémonos creyendo que Dios nos dará lo que ha prometido. Por ejemplo, en las situaciones en las que queremos ser pacientes y solamente nos sentimos frustrados e irritados, entendemos bien que Dios no nos va dar las virtudes sin haber luchado por ellas. ¡Tenemos que luchar con contra la irritación y la frustración que surge de nuestra carne, y por Su gracia y poder, vencerlas en obediencia a la Palabra! Entonces el fruto del Espíritu – la naturaleza divina que se nos ha prometido – crece en nosotros.
Es solamente por medio de vencer a nuestra naturaleza en la carne que recibimos las virtudes como parte de nuestra nueva y transformada naturaleza. El amor crece cuando vencemos la maldad, el rencor, la amargura, etc… La misericordia crece cuando vencemos nuestras exigencias, juicios, sospechas, etc… El contentamiento crece cuando vencemos la envidia, los celos y la disconformidad. ¡Así es como recibimos las cosas por las que oramos!
Esta se convierte en una vida nueva que es real, no solamente para que “sintamos” que ya nos hemos vuelto buenos y amorosos, sino para que la vida de Cristo aumente en una débil vasija como yo.
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas…” 1 Pedro 1:6. ¡Así Dios ha declarado que será! Es necesario que pasemos por luchas (pruebas) para que podamos aferrarnos a las cosas por las que hemos orado. Dios permite que entremos en situaciones en las que los deseos de la carne se despiertan. Deseos como: el egoísmo, el orgullo, la malicia, la irritación, etc… Pero, así como leemos en 1 Pedro 4:1, si sufrimos en la carne y vencemos sobre el pecado que encontramos en nosotros, terminamos con él. No cabe duda de que esto causa un sufrimiento para la carne, puesto que abandonas todas esas cosas que están firmemente arraigadas a ti. Pero el sufrimiento es lo que nos lleva a la respuesta a nuestras oraciones por la bondad.
“De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.” 1 Pedro 4:19.
Entramos en todo tipo de sufrimientos conforme de la voluntad de Dios, y si somos fieles, recibiremos de Él exactamente las cosas por las que hemos orado, precisamente en estos sufrimientos.
Por lo tanto, no perdamos el ánimo, más bien amemos la voluntad de Dios, y por ella experimentaremos lo que está escrito: “como entristecidos, mas siempre gozosos.” Porque nuestra confianza está puesta de Dios.
Este artículo fue adaptado de un artículo escrito por Nina French y publicado en el periódico de BCC “Skjulte Skatter” (“Tesoros Escondidos”) en Junio/Julio de 2019.
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Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.