¿Cómo puedo escuchar la voz de Dios?
Como cristiano, con el deseo de agradar a Dios, dependo de su guía y de su consejo. Pero, ¿Cómo puedo escuchar la voz de Dios?
El despertador suena y bajo por las escaleras. Olvidé de empacar mi almuerzo la noche anterior, pero ahora no tengo tiempo para; tengo que repasar mis apuntes por última vez antes del examen. En el auto, durante el viaje al colegio, hay silencio y mis pensamientos se dirigen hacia Dios. Yo quiero hacer Su voluntad y anhelo escuchar Su voz. Yo sé que aún en las dificultades de la vida, Dios quiere hablar conmigo; pero, ¿cómo puedo escuchar a Dios?
Escuchando la voz de Dios
Cada hora vuelan miles de pensamientos por mi cabeza, pero, ¿cómo está mi relación con Dios? ¿Tengo un anhelo sincero de agradar a Dios con mis pensamientos, palabras y obras? Si tengo este anhelo, se abre mi oído para escuchar Su voz. Nunca escuché la voz de Dios de la misma manera como hablan las personas alrededor mío, pero sé que Dios me habla cada día. ¿Cómo entonces lo escucho realmente?
Una historia del profeta Elías es una buena ilustración de cómo Dios me habla en el corazón. Cuando llegó la palabra de Dios a Elías y le dijo que se pusiera en el monte delante de Jehová, Dios no estaba en el viento poderoso que rompía los montes y quebraba las peñas, tampoco estaba en el terremoto ni en el fuego. Luego del fuego Elías escuchó a Dios "en un silbo apacible y delicado." (1 Reyes 19: 11-12)
Rápido para obedecer
¿Cómo puedo escuchar este "silbo apacible y delicado" que me habla? Cuando, por ejemplo, viene una situación difícil y me viene a la mente un versículo de la Biblia que me fortalece ¡Allí estoy escuchando la voz de Dios!
Dios también me recuerda de hacer el bien, pero al mismo tiempo me muestra el pecado que mora en mi naturaleza humana. Por ejemplo, puedo ser tentado a irritarme contra las personas con las que trato cotidianamente, aunque intento bendecirlos. Si mis oídos están atentos, escucho a Dios que me indica que la causa del problema son mis propias exigencias egoístas, y entonces tengo la posibilidad de crucificar estas exigencias de manera que yo puedo cambiar.
Si me apresuro en obedecer a la voz de Dios, Él continúa hablándome. No siempre es fácil obedecer a lo que escucho. Normalmente esto me cuesta mi propia voluntad; debo renunciar a mis propios deseos y opiniones para hacer lo que aquel silbo delicado dice que debo hacer. Si escucho y obedezco mi relación personal con Dios crece y se fortalece!
Escuchar a Dios no es una voz fuerte hablándome. La voz de Dios es la guía y ayuda interna que induce a lo bueno, y se vuelve más y más sencillo escucharla si me mantengo fiel y la obedezco.
¿Por qué Dios no habla simplemente desde las nubes o algo así?
Una vida llena de paz y gozo
En Santiago 4:8 dice que si me mantengo cerca de Dios, Él se mantendrá cerca de mí. He experimentado que cuando leo la Biblia y oro Dios me envía ayuda para vivir según Su voluntad. Él habla claramente conmigo durante el día. Él no solamente me muestra cómo puedo mejorar las cosas exteriormente; Él también me muestra el pecado que mora en mi naturaleza humana, lo que hace que la vida sea difícil para mí y para aquellos que me rodean. ¡Si yo oro a Él con aflicción sobre mi pecado, Él me dará las posibilidades para poder vencer y la fuerza para poder llevarlo a cabo!
Para mantenerme cerca de Dios tengo que estar listo y dispuesto a obedecer a Su voluntad. Tengo que estar cerca para poder escuchar. Si tengo una posición de enemistad con respecto a los mandamientos de Dios, entonces me voy a mantener distante. "El que tenga oído, oiga." Esta amonestación se repite muchas veces en Apocalipsis. Si escucho, recibo alimento de parte de Dios para mi espíritu, y de esta manera también puedo ser de ayuda para los demás que me rodean. Esto es una vida realmente agradable para Dios.
¡Oír Su voz y luego obedecerle me ha hecho muy feliz! Dios desea liberarme de mi naturaleza humana pecaminosa. Cuando presto atención a Su voz en medio de las dificultades de la vida, este proceso de liberación puede suceder en mí. ¡Dicho proceso se le llama santificación y es una vida llena de paz y de gozo!
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.