¿Cómo puedo lidiar con sentimientos de culpa?
Los sentimientos de culpa provienen de una mala conciencia. Mi conciencia es la que me dice lo que es correcto e incorrecto.
Los sentimientos de culpa provienen de una mala conciencia. Mi conciencia me dice lo que es correcto e incorrecto, y nunca debo atentar contra ella.
Si he hecho algo malo y actuado contra mi conciencia, debo pedir perdón a Dios; creer en su perdón y ser obediente a su Palabra. También debo cuidar que mi conciencia esté en línea con la Palabra de Dios, para que así no sea innecesariamente condenado, sino que en forma constante pueda estar más atento a lo que es la voluntad de Dios en mi vida.
¿Qué es la conciencia?
Tenemos un innato sentido por lo que es correcto e incorrecto, una "voz interna" que considera todos nuestros pensamientos, palabras y obras. Esta "voz interna" es nuestra conciencia, que nos dice lo que es moralmente correcto o incorrecto.
Sin embargo, mi conciencia no es algo constante. Ésta se forma y desarrolla por el entorno, experiencias y el entendimiento. Por eso es que la conciencia es diferente en cada ser humano. Ésta no puede ser usada como la "última palabra".
Una conciencia limpia
Lo mínimo que se requiere para estar en paz con Dios, es tener una conciencia limpia. Nunca, por ninguna razón debo atentar contra mi conciencia, porque esto significa que estoy cometiendo pecado deliberadamente. Una conciencia limpia significa que vivo perfecto con la luz (el entendimiento) que tengo.
Si he cometido pecado conscientemente, tengo que pedir perdón a Dios y si es necesario, también a las demás personas. Tengo que poner mis asuntos en orden a fin de poder hacer progreso en mi vida espiritual.
Una conciencia débil
Como cristiano, puedo continuar sintiéndome culpable aun después de haber recibido perdón de pecados. El acusador continúa recordándome por cosas que he hecho en el pasado. Pero es allí cuando debo resistirle firme en la fe, porque Jesús ha borrado mi culpa. Tengo que alejarme del pecado para ser libre de los sentimientos de culpa.
Me puedo sentir culpable en mi vida Cristiana por causa de una conciencia hipersensible y débil, que me acusa de muchas clases de cosas que no conciernen para nada con el servicio a Dios. Puedo estar muy ocupado con cosas externas que considero correctas o incorrectas sin encontrar la voluntad de Dios. También me puedo sentir culpable por la opinión de otros acerca de cosas que he dicho o hecho. Satanás, el acusador, usa cada oportunidad para hacerme sentir desesperado, y poder llenarme con pensamientos de acusación contra otros.
Si mi anhelo es servir a Dios, entonces Él me ayuda, y guía mi conciencia en la dirección correcta. La Palabra de Dios tiene directrices claras acerca de su voluntad. Podemos orar para pedir que el Espíritu Santo nos ayude y guíe a recibir un mejor entendimiento.
Una conciencia dañada
Si soy frio y duro en una o más áreas de mi vida, y actuó deliberada y voluntariamente contra mi conciencia una y otra vez, puedo terminar con una conciencia dañada. Al continuar con la desobediencia mi conciencia es "apagada", con el resultado de que sigo haciendo cosas incorrectas en mi vida, sin embargo ya no siento ninguna culpa. Por supuesto que éste es un estado muy peligroso del hombre.
Si de todo corazón me arrepiento y comienzo a servir y hacer la voluntad de Dios, todas estas áreas me son reveladas. Debo tomar mi lucha contra el pecado y poner mis asuntos en orden. Está escrito que debo cosechar lo que he sembrado, y esta "cosecha" puede ser dolorosa y difícil de soportar, sin embargo, por la obediencia y perseverancia puedo ser sanado.
Mi salvación y una conciencia en desarrollo
Pablo escribe que aunque de nada tenía mala conciencia, no por eso era justificado. (1 Corintios 4:4). Él tenía una conciencia limpia, sin embargo él sabía que había áreas en su vida que no eran perfectas a la luz de Dios. Pablo sabía que se necesitaba más que una conciencia limpia para ser completamente salvo.
Si voy hacer la voluntad de Dios, el Espíritu Santo tiene que iluminar sobre aquellas áreas de mi vida donde mi conciencia no es lo suficientemente sensible para reaccionar. El Espíritu me muestra el pecado que habita en mi carne (mi naturaleza humana), y ésta es un área mucho más amplia que solo el pecado visible. Si soy obediente y me dejo guiar por el Espíritu, entonces mi conciencia se desarrollará y eventualmente abarcará un área mayor.
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Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.