¿Cómo llevo cautivo todo pensamiento?
¿Qué hago con los pensamientos que no son agradables a Dios?
La biblia nos dice que debemos llevar cautivo todo pensamiento. (2 Corintios 10:5) ¡Eso significa que tengo la oportunidad de hacer algo al respecto con todos los pensamientos que no son agradables a Dios antes de que entren a mi corazón y se conviertan una parte de mí!
"Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él." (Proverbios 23:7) Lo que pensamos es fundamental y define lo que somos. Los científicos están en desacuerdo sobre la cantidad de pensamientos que tenemos cada día, pero todos están de acuerdo en que son miles. Lo que somos es formado a cada momento por los pensamientos que dejamos entrar en nuestra mente y nuestro corazón. Pero, ¿cómo podemos controlar los miles de pensamientos que entran en nuestra mente cada día? ¿Qué hacemos con aquellos pensamientos que no son agradables a Dios?
Necesitamos luchar para guardar nuestros pensamientos puros
A menudo nuestros pensamientos tienen que estar enfocados en las tareas habituales que debemos cumplir durante el día. Sin embargo, a medida que avanza el día, podemos detectar y atrapar los pensamientos y actitudes que son contrarias a la voluntad de Dios impidiéndoles tener el control de nuestra mente y corazón. Pablo explica cómo esto es posible: "Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo." (2 Corintios 10:4-5) ¡Está escrito que debemos luchar para mantener nuestros pensamientos puros, pero también está escrito que tenemos armas con las cuales luchar!
Podemos considerar una típica situación diaria: Quizás mi supervisor en el trabajo me asigna una tarea que odio, y pensamientos negativos y de queja vienen a mi cabeza. Estos pensamientos son tentaciones – y tengo la oportunidad de hacer algo al respecto antes que entren en mi corazón y se conviertan una parte de mí. Son estos pensamientos los que debemos llevar cautivos eligiendo al contrario obedecer la Palabra de Dios, como por ejemplo en Filipenses 2:14: "Haced todo sin murmuraciones y contiendas."
Una tal elección requiere una verdadera batalla en nuestra vida de pensamientos, pero nuestras armas – la Palabra de Dios y el poder en el Espíritu Santo – son poderosos para ayudarnos. Al orar a Dios en el momento que sentimos que estamos siendo tentados, podemos recibir el poder para mantener nuestros pensamientos puros. ¡Eso es llevarlos cautivos!
Prepararse para la guerra
Por ejemplo, si vemos que fácilmente somos tentados a pensamientos impuros sobre el sexo opuesto, podemos tomar las palabras de Jesús en el corazón: "Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno." (Mateo 5:28-29)
Si somos propensos a la ira, podemos armarnos con la exhortación de Santiago: "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios." (Santiago 1:19-20) Estas palabras de Dios son nuestras armas, ¡y nos darán el poder para llevar cautivo todos los pensamientos impuros!
Transformación – por medio del Espíritu Santo
A través del Espíritu Santo podemos recibir gracia y el poder para llevar cautivos los pensamientos a la obediencia de Cristo, y en este proceso somos transformados en la persona que Él quiere que seamos. Tenemos la maravillosa esperanza que cada día podemos llegar a ser más y más semejantes a Cristo, venciendo el pecado en nuestra vida de pensamientos. De este modo nos convertimos en herramientas valiosas en las manos de Dios. Permitir que esta obra interna de Dios se lleve a cabo en nosotros es la mayor tarea que podemos tener en la vida.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.